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Lewis y Gina: la muerte en una celda de aislamiento

Las familias denuncian que el régimen más severo de prisión puede conducir al suicidio

Jesús García Bueno
Los hijos de Bárbara (izquierda) y Alba (derecha) han muerto en una celda de aislamiento en Brians I.
Los hijos de Bárbara (izquierda) y Alba (derecha) han muerto en una celda de aislamiento en Brians I.CARLES RIBAS

Lewis tenía 29 años cuando se quitó la vida en una celda de aislamiento de la cárcel de Brians I, en Barcelona. Utilizó las sábanas a modo de soga. Era la segunda vez que visitaba esa celda, después de que le encontrasen marihuana. A su madre, Bárbara, un funcionario le explicó que tal vez se le había ido la cabeza. "Estas cosas suceden", le dijo. Era noviembre de 2017.

Nueve meses después, el cadáver de Gina, de 20 años, apareció en otra celda de aislamiento de la misma cárcel. Gina, que sufría adicción a las drogas y tomaba medicación, también se quitó la vida después de pasar tres meses en uno de los regímenes más duros de prisión. "Sus llamadas de auxilio nunca se escucharon", lamenta su madre, Alba.

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Solo en Cataluña, el año pasado murieron 41 personas en prisión, según las estadísticas de la Generalitat. La mayoría (19) por enfermedades. Ocho personas se suicidaron, cinco fallecieron por sobredosis y en otros nueve casos la causa señalada por el Gobierno catalán es "desconocida". Un factor que alarma a las organizaciones de derechos de los presos y que, en su opinión, apuntala la opacidad en torno a la muerte en prisión.

Bárbara, cubana, y Alba, colombiana, no están satisfechas con las explicaciones que la Generalitat ha dado sobre la muerte de sus hijos. No es que sospechen de una muerte violenta. Asumen que se suicidaron. Pero tienen dudas sobre las circunstancias que llevaron a dos personas jóvenes, sin antecedentes penales y con buenas perspectivas de quedar en libertad, a tomar esa decisión.

Las madres de Lewis y Gina creen que, en prisión, el aislamiento mata. En los Departamentos Especiales de Régimen Cerrado (DERT, por sus siglas en catalán), los internos permanecen encerrados solos, en sus celdas, durante 20 horas al día o más. Solo pueden salir al patio —también solos— una vez al día.

"El deterioro físico y mental de los presos en aislamiento es evidente, y puede ser una causa directa que les lleve a quitarse la vida", opina Andrés Berrio, que defiende los intereses de las familias de Lewis y Gina. Berrio recuerda que la ONU, a través de las llamadas Reglas Nelson Mandela, establece que el tiempo máximo de reclusión en esas condiciones no debería exceder los 15 días. "En Cataluña, hay gente como Gina que puede pasar meses así".

Lewis llegó a Cataluña hace más de diez años. Ha trabajado como instalador de aires acondicionados, camarero y hasta DJ. Aficionado al skate, era conocido en la plaza dels Àngels, junto al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, escenario icónico del patinaje urbano. Cuando murió en Brians I, estaba preso preventivo por un presunto robo. Ingresó en el DERT por primera vez porque "se rebotó" contra un funcionario al despertar. Permaneció allí una semana. El incidente con la marihuana le llevó de nuevo a la celda y le impidió una visita con su hijo, de cinco años. Llevaba cinco días en esas condiciones cuando se suicidó.

Bárbara, su madre, ha lamentado este martes, al borde del llanto, la muerte de su hijo, "una bola de alegría que nunca había pensado en matarse". Le visitó un sábado. Él le contó que estaba bien y que la experiencia de la cárcel donde escribía poemas y letras de canciones y donde había empezado a ir a misa— podría, al fin y al cabo, ser positiva. El jueves, por la noche, le llamaron desde Brians I para decirle que el chico se había suicidado. "Me alarmó la frialdad del funcionario. Me dijo que le dio algo mientras hacía así con el dedo dando vueltas junto a la cabeza". Bárbara quiere saber si su hijo tenía algún problema, qué medicación recibía y qué ocurrió, y por eso va a presentar una demanda contra la Generalitat.

Gina llegó a Cataluña "en busca de un cambio de vida". Aficionada al baile, tenía problemas con las drogas. Como Lewis, ingresó en prisión preventiva por primera vez en su vida, también por un supuesto robo. Allí empezaron a agudizarse sus problemas y fue ingresada en una unidad psiquiátrica, donde según la familia la ataron a la cama de pies y manos. Desesperada, intentó darse a la fuga, lo que la llevó, como castigo, a la celda de aislamiento de Brians I.

"No le dieron un trato adecuado. Recibía medicación que le impedía expresarse y vestirse. Le negaban las llamadas y eso la sometía aún más", ha denunciado Alba, la madre. Dice que la joven estaba animada para "salir adelante". Pero, como Lewis, cometió una "segunda falta" reglamentaria que la llevó de nuevo a la celda del DERT, de donde ya no salió. "Gina ha muerto bajo custodia del Estado. Queremos aclararlo", insiste Alba, que ha impulsado un proceso penal y ha pedido al juez, por ahora sin éxito, que practique una segunda autopsia para aclarar las circunstancias de su muerte. "No más aislamientos ni muertes en prisión", reclama.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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