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Los teólogos advierten a su Iglesia que la mística es inseparable del trabajo por la justicia

El silencio puede potenciar los gritos contra las injusticias, dice en un manifiesto el congreso de la Juan XXIII

Un congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.
Un congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.Carlos Rosillo

“Hemos comenzado preguntándonos si, ante las graves situaciones de injusticia estructural, crecimiento de la desigualdad, maltrato a la Madre Tierra, a los pueblos originarios, a las mujeres, y tras las dramáticas imágenes de personas migrantes y refugiadas que mueren anegadas en el intento de acceder a nuestras costas, se puede seguir hablando de mística. La respuesta solo puede ser afirmativa si nos ponemos del lado de las víctimas”. Este es el primer párrafo del largo manifiesto aprobado este mediodía por el medio millar largo de asistentes al 38 congreso de Teología de la Asociación Juan XXIII.

¿Forma parte la mística de la realidad o es un estado patológico de quien quiere apartarse del mundo? La respuesta es contundente, siempre que se distinga y se alerte sobre el peligro de las personas iluminadas, que se dicen místicas. “Las personas místicas nada tienen de pasivas. Se comportan con gran libertad de espíritu, son profundamente críticas con las instituciones religiosas y políticas y tienen una gran capacidad de desinstalar el sistema”. El manifiesto pone ejemplos: Jesús de Nazaret, Pablo de Tarso, Francisco de Asís, el Maestro Eckhart, Hildegarda de Bingen, Margarita Porete, Thomas Müntzer, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Rumi, Ibn Arabi, Luther King, Simone Weil.

El congreso se ha preguntado, además, por la relación entre mística y política: ¿Pueden ir juntas, caminan paralelas, son opuestas? ¿Ha influido la mística en la política? La respuesta a la última pregunta ha sido afirmativa. Las personas místicas viven ligeras de equipaje, compaginan armónicamente razón y emoción, pueden contribuir a crear una ciudadanía liberada con capacidad de interiorización, ofrecen nuevos modelos de convivencia, trabajan por eliminar la pobreza y erradicar las desigualdades.

Añade el congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII: “La mística es inseparable del trabajo por la justicia porque es un silencio que potencia los gritos contra las injusticias, y especialmente contra la pederastia, ante la situación in extremis que vivimos tanto a nivel de política global como de la Iglesia católica.El silencio no es lo opuesto a la acción o a las palabras, sino fuente de poder, perspicacia y perspectiva; ayuda a que el Espíritu, y no el Ego, guíe nuestras vidas. No aísla de las luchas del mundo, sino que las abraza al nivel más profundo y es esencial para construir un mundo más justo”.

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