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Una gestión marcada por la pérdida de audiencia e ingresos

Echenique se tuvo que enfrentar a las críticas por el tratamiento de algunas informaciones

Echenique en el Congreso el pasado día 23 de septiembre.
Echenique en el Congreso el pasado día 23 de septiembre.EL PAÍS

El 28 de junio de 2012 el Consejo de Ministros designaba a Leopoldo González Echenique como presidente de RTVE. Dos años y tres meses después, este abogado del Estado tira la toalla por los problemas de financiación y la constante pérdida de audiencia de la televisión y radio públicas.

Para su nombramiento, y ante la falta de apoyo de la oposición, El Partido Popular tuvo que modificar por medio de decreto de ley la forma en que el presidente de la corporación era elegido: bastó con el apoyo de una mayoría absoluta en lugar de los dos tercios de la Cámara.

Desde el principio Echenique se tuvo que enfrentar al principal problema de la corporación: la falta de ingresos. El ya expresidente aplicó una dura política de reducción del gasto y consiguió rebajarlo en casi 300 millones. Pero el problema siempre fueron los ingresos.

A pesar de que la gestión de Echenique siempre estuvo marcada por el ámbito económico, también tuvo que hacer frente a críticas sobre los contenidos y la forma de tratar la información en los medios.

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Los servicios informativos y en concreto su director, Julio Somoano, han sido focos de críticas constantes por parte de la oposición y de la audiencia. Somoanao, que llegó de la mano de Echenique tras la destitución de Fran Llorente, ha visto cómo los telediarios de TVE han perdido el liderazgo. También se ha tenido que enfrentar a quejas del personal de los servicios informativos, que llegaron a denunciar, en noviembre de 2012, ataques a la libertad de información. Meses después, más de 500 trabajadores firmaron un manifiesto en el que se quejaban por la “pérdida de calidad e independencia” del medio.

Las coberturas de eventos como la Diada de 2012 generaron un aluvión de quejas y preguntas por parte de la oposición y pusieron en entredicho la imparcialidad de la cadena pública. Aquel 11 de septiembre de hace dos años, cientos de miles de personas salieron a la calles de Cataluña pidiendo la independencia, sin embargo, en los informativos la noticia apareció en el quinto lugar. La polémica se llevó por delante a la editora del telediario.

Mucho que hablar dio también el programa Entre todos, presentado por Toñi Moreno. Echenique siempre defendió el espacio y elogió su labor solidaria con los más desfavorecidos, pero la oposición y parte de la audiencia lo tildaron de telebasura por vulnerar los derechos de imagen e intimidad de las personas, al margen de calificarlo como “un generador de lástima”. La corporación decidió suprimir el programa durante el verano.

Otro aspecto que suscitó polémica fue la adquisición de los derechos televisivos de los partidos de la Selección española de fútbol y de la Liga de Campeones. La oposición alertó del “despilfarro” que suponía pagar 50 millones de euros por hacerse con 20 partidos de La Roja y Echenique contestó diciendo que era “una misión de servicio público”.

Pero las críticas también le llegaron al presidente por parte del PP. Durante su primer año de gestión, algunas voces del partido gobernante se quejaron de que en los telediarios de TVE se trataba mejor a la oposición que al Ejecutivo. La crisis la solventó Somoano, en julio de 2013, cambiando a los editores de los informativos por el antiguo equipo de Alfredo Urdaci.

Echenique también tuvo que salir al paso ante la polémica que suscitada por la emisión en el telediario de una pieza que se aconsejaba a los padres que vigilasen la ropa “provocativa” de sus hijos. O cuando en otro reportaje se invitaba a rezar a los parados para que encontrasen empleo. “Las noticias no tienen un criterio conservador o pretenden impartir moralidad”, defendió entonces el presidente.

La radio pública tampoco se libró de los recortes y de la polémica. A las pocas semanas de ser nombrado Echenique, RNE destituyó a gran parte de sus locutores estrella, como Toni Garrido y Juan Ramón Lucas, y la audiencia cayó en picado.

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