Carlos Jiménez de Parga, la entrega a los desheredados
Carlos Jiménez de Parga Cabrera, fallecido en Madrid el 25 de agosto a los 77 años, fue el primer cura obrero de España junto a otros tres jóvenes de vocación tardía que, como él, hicieron su teología con los dominicos de Toulouse. Antes se había licenciado en Derecho mientras trabajaba con el padre Llanos en el Cerro del Tío Pío y en el Pozo del Tío Raimundo, dos lugares míticos de la miseria obrera tras la Guerra Civil. Toda su vida ha sido una dura entrega a los desheredados y a los ideales de su fe. Ha muerto destrozado por el sacrificio de sus trabajos, entre ellos recogedor de basuras del Ayuntamiento. San Pablo escribió que todo obrero tiene derecho al salario de su oficio. De hecho, el apóstol, para no ser gravoso a sus fieles, ejercía el de tejedor. Carlos, al cesar como recogedor de basuras, echó raíces como párroco de Vallecas.
Antes había sido también, entre otras muchas y variadas cosas, ayudante de Joaquín Ruiz Jiménez Cortés cuando este fue Defensor del Pueblo. En este puesto consiguió con Joaquín cosas de ayuda a otros impensables sin la mano de Joaquín. Joaquín y él removían el cielo y la tierra si de ser útiles se trataba.
Tuvo Carlos la suerte de pertenecer a una de esas familias cuya prosapia, como la suya misma, no ha procedido de títulos o fortunas heredados, sino de su propio esfuerzo, talento y coraje en el servicio de todos. Ocho hermanos, de ellos dos, Manuel, el mayor de los varones, y José, ya fallecidos, que, con sus demás familiares, colegas de sacerdocio, amigos y compañeros de lucha en Vallecas y España, a quienes nos deja solos de cuanto nos ha sido, le despedimos con emoción mal contenida, y con un “Gracias, Carlos, por lo que nos dejas hecho”.
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