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Las manos de Israel García, de 22 años, están negras por la suciedad de las ruedas de su silla. Para agarrarse mejor, usa unos guantes ajados por el uso. Este joven debe recorrer más de tres horas diarias para ir desde donde vive, La Paz (Estado de México), a la Fundación Humanista de Ayuda a los Discapacitados, en la Ciudad de México, donde se prepara el bachiller y hace un curso de capacitación laboral. Un trayecto que, si pudiera caminar, haría en la mitad de tiempo.
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Aprender a rodar

Israel García hace más de tres horas diarias para regresar a su casa. Un accidente le dejó en silla de ruedas y debe adaptarse a una ciudad inaccesible para los discapacitados.

Saúl Ruiz Mata
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