11 fotosAprender a rodarIsrael García hace más de tres horas diarias para regresar a su casa. Un accidente le dejó en silla de ruedas y debe adaptarse a una ciudad inaccesible para los discapacitados.Saúl Ruiz MataMéxico - 19 ago 2014 - 00:14CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceSuele ir acompañado de dos amigos gran parte del trayecto. En la foto aparece con Anabel García, de 33 años.No les queda otra que ir por la carretera, el suelo que pisan los vehículos está mejor conservado que el de los peatones.SAÚL RUIZIsrael quiere demostrar que es capaz de subir los escalones de la parada de metro más cercana a su casa. En La Paz hay ascensores pero no siempre funcionan. Cuenta que más peligroso subir que bajar, especialmente cuando está llegando al último.SAÚL RUIZIsrael debe esperar 10 minutos hasta que el metro cambia de sentido y se coloca en el andén de enfrente. El agente de seguridad le deja quedarse dentro mientras limpian los vagones, él también sabe que el ascensor de la parte por donde debería bajar nunca funciona y lo más fácil es que el tren le coloque del otro lado.SAÚL RUIZEl Metrobús de la Ciudad de México es el único transporte público realmente adaptado para las personas con discapacidad. Pero aún así, ellos deben subirse cuando el vehículo está vacío. Para ello se suben en el final del trayecto de la dirección contraria a la suya y esperan a que de la vuelta. Tres paradas después ya no se puede respirar.SAÚL RUIZEl tráfico a esas horas de la tarde (a las 18.30) está complicado, los coches no siempre les ceden el paso y casi no se les ve por el retrovisor. Aún así, ellos prefieren ir por la calzada, porque las aceras tienen demasiados baches y obstáculos difíciles de sortear.SAÚL RUIZAlgunas rampas de la Ciudad de México tienen una pendiente tan pronunciada que, para poder bajarlas con seguridad, deben inclinarse muy lentamente hacia atrás y, con mucha técnica, la bajan despacio.SAÚL RUIZEl agente de seguridad del Metrobús les deja pasar por una puerta especial. El acceso es gratuito para las personas con discapacidad.SAÚL RUIZEl metro de la Ciudad de México no dispone de ningún vagón especial para discapacitados. Al no tener rampa, Israel debe tener mucho cuidado al subir. Y tiene que ser rápido, las puertas del tren se cerrarán enseguida de un golpe.SAÚL RUIZAnabel aparca todos los días su coche en un descampado a la vuelta de esa estación y él la acompaña para ayudarle a guardar la silla en los asientos traseros.SAÚL RUIZIsrael se acomoda en el vagón del metro. Ha tenido suerte porque no va muy lleno. No hay un espacio reservado para él y solo le queda agarrarse fuerte a la barra metálica para no moverse con cada frenazo.SAÚL RUIZEl último sitio que pisó, o que recuerda pisar, fue el cañón del Sumidero (en Chiapas). Al poco tiempo de regresar de aquel viaje al sur de México, cayó desde una altura y se partió la espalda. Le gustaría montar un negocio de repostería. “Antes, quería ser barman, pero sentado es más difícil”, reconoce. Se ha caído 10 veces de la silla y se acuerda de cada una de ellas. Pero su miedo no está en hacerse daño, sino en hacer el ridículo.SAÚL RUIZ