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La edad del donante de semen no importa

La calidad es la clave del éxito del tratamiento más que los años del hombre, según un estudio

Cuando en 2005 el Reino Unido retiró el derecho al anonimato en la donación de semen, además de caer en picado la oferta, la edad de los donantes aumentó sensiblemente. Y con ello, las dudas sobre si debido a ello se hundirían las tasas de éxito en los procesos de reproducción asistida.

La respuesta es que no hay motivo para tal preocupación, y que la edad del hombre no importa. Así lo indica un estudio británico que ha analizado la información de 230.000 donaciones y 39.282 tratamientos (tanto inseminaciones como tratamientos in vitro), que concluye en que la fertilidad de la pareja depende significativamente más de la edad de la mujer que la del hombre. El trabajo se ha presentado en el congreso que celebra la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología que se celebra en Múnich (Alemania).

“Pequeño” incremento de riesgo de alteraciones psiquiátricas entre niños in vitro

Los niños nacidos de tratamientos de reproducción asistida tienen un 33% más de riesgo de desarrollar problemas psiquiátricos (desórdenes alimentarios, déficit de atención e hiperactividad e incluso esquizofrenia) según un estudio de investigadores daneses en el que han seguido la evolución de 2,5 millones de niños durante una mediana de 20 años. El 1,9% de los desórdenes psiquiátricos diagnosticados en Dinamarca están asociados a problemas de infertilidad de la madre, apuntan.

El trabajo es puramente estadístico, por lo que no explica los motivos de la conclusión a la que llegan los científicos. Trabajos previos habían descartado las relaciones descritas en la investigación presentada este lunes. Aunque, como admite Antonio Requena, del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), la población estudiada era inferior a la que han manejado los investigadores del Danish Cancer Society Research Center de la Universidad de Copenhage.

El estudio ha analizado a 2.430.826 niños nacidos entre 1969 y 2006, de los que un 5% (124.384) fueron alumbrados por mujeres con problemas de fertilidad. Fueron sometidos a un seguimiento sobre desórdenes psiquiátricos hasta 2009. Durante este tiempo, los nacidos tras procesos de reproducción asistida presentaron un riesgo superior de presentar problemas psiquiátricos respecto a aquellos concebidos de forma natural.

La probabilidad es un 27% mayor respecto a esquizofrenia y psicosis; un 32% en desórdenes afectivos; 37% en desórdenes neuróticos; 13% de síndromes del comportamiento como los alimentarios; 22% de desórdenes del desarrollo mental éntrelos que se encuentran los del espectro autista o un 40% más de riesgo de trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

“Hay un pequeño pero incrementado riesgo potencial”, destaca Allen Jensen, uno de los firmantes del trabajo. Los investigadores no se atreven a definir los factores que explicarían la mayor inclinación detectada. Sugieren que, quizás, los hijos heredan la propensión a desarrollar estos problemas de las madres, y que el riesgo sea mayor entre ellos que el resto de población porque las mutaciones ligadas a las enfermedades mentales observadas están más presentes entre mujeres con problemas de fertilidad.

Jensen cree que ello es más probable que la alternativa que plantea, que consiste en que los tratamientos sean los responsables del aumento de riesgo.

Hay otro factor en el que no entra y que destaca Requena. Se trata de los factores ambientales particulares que se pueden dar en algunas de las familias que no pueden tener hijos.  En ello abunda Miguel Ruiz, de la Sociedad Española de Fertilidad: "La tensión emocional pesa mucho en estas parejas; hay estudios que muestran mayores tasas de separaciones, incluso cuando hay embarazo".

Investigadores del centro de reproducción Life de Newcastle (Inglaterra) dividieron a las mujeres participantes en el trabajo en dos grandes grupos de edad (de 18 a 34 años, por una parte y más de 37 años por otra) y se cruzaron estos datos con la información de la edad de los donantes de semen (divididos, a su vez, en seis grupos).

Como se esperaba, las diferencias en cuanto a la edad de las mujeres son evidentes. Mientras la tasa de éxito (tanto inseminaciones como de tratamientos in vitro) entre las más jóvenes fue de una media del 29%, en el grupo de más edad, este porcentaje cae a la mitad (14%).

Sin embargo, las edades de los donantes no son relevantes. Incluso, en algún caso, ser mayor ofrece más garantía de éxito. La tasa de nacidos vivos entre pacientes jóvenes fecundadas en tratamientos in vitro con espermatozoides de hombres menores de 20 años es del 28,3% frente al 30% en las que se empleó semen de donantes de entre 41 y 45 años. En el caso de inseminaciones, las diferencias también son inapreciables: 9,7% con semen de hombres por debajo de los 20 años y 12% de muestras de aquellos entre 41 y 45 años.

El punto fuerte del trabajo es el volumen de información que maneja, como destaca Antonio Requena, del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). Pero también presenta debilidades. Una de ellas es el sesgo que existe al analizar solo el semen empleado en ciclos de reproducción. Estas muestras han pasado una selección previa en las clínicas de embarazo para formar parte de sus bancos, lo que implica que se han descartado aquellos voluntarios con muestras con espermatozoides escasos o con problemas de movilidad. “Es semen con buenas características”, apunta Requena.

El director médico del IVI plantea otra cuestión. El estudio se fija en los niños nacidos como consecuencia de los tratamientos para manejar las tasas de éxito. “No analiza qué sucede con el niño más allá del parto”, apunta. Y, sin embargo, hay estudios, como recuerda  Requena, que recogen (en población general, no en donantes de semen) un mayor riesgo de malformaciones por causas relacionadas con la calidad del semen a partir de los 50 años. Es decir, en la población general, la edad sí que importa. Aunque es cierto que hay diferencias relevantes entre sexos. La caída de la fertilidad en las mujeres comienza a notarse a partir de los 35 años y se agudiza a los 40; cuando entre los hombres, el declive es más gradual y más tardío.

Requena recuerda que mientras en el caso de los óvulos existe un límite legal para poder donar que está situado en los 35 años, no existen limitaciones similares a la hora de aportar semen. Pese a ello, en el IVI, señala, la media de edad de los donantes está entre los 20 y los 25 años. 

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