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La norma por encima del sentido común

La Federación de Fútbol clarificará la prohibición de exhibir mensajes en las camisetas Clamor por la sanción a un jugador que dedicó un gol a niños con cáncer La FIFA y el COI impiden tajantemente cualquier proclama, sea de la índole que sea

Juan José Mateo
Iniesta celebra el gol que dio el Mundial de Sudáfrica a España.
Iniesta celebra el gol que dio el Mundial de Sudáfrica a España.Alejandro Ruesga

Hubo varios “pequeñines” enfermos que lo vieron desde la grada. Pasa el sábado. Jona marca para el Jaén. No se pone a vociferar insultos. No le levanta el dedo a la afición contraria ni le pregunta por la familia al portero rival. Su gesto es de los que reconcilian a cualquiera con el mundo: se levanta la camiseta para dejar que aparezca otra en la que se lee Ánimo pequeñines sobre el hashtag tuitero Día Mundial contra el Cáncer Infantil. Entre el público hay espectadores que sienten eso muy dentro, porque andan pachuchos, a la espera del transplante de médula. Chavales que seguramente abren los ojos cuando se enteran de la noticia. El Comité de Competición sanciona al futbolista con 2.000 euros. Ha infringido la norma que prohíbe cualquier tipo de mensaje en las camisetas desde 2002, por aquello de impedir el proselitismo religioso, la propaganda política o el enaltecimiento de terroristas. Jona es castigado como Messi cuando le felicitó el cumpleaños a su madre, en 2011. La norma es rígida. No entiende de excepciones. Da igual que el futbolista ensalce a un asesino, que recuerde a un amigo muerto o que le haga un guiño a la novia. Esta ley no se adapta. O estás dentro o estás fuera. Sin multa o con multa. Hasta ahora.

El mensaje de Jona.
El mensaje de Jona.

“Esto que ha pasado está mal”, le dijo a este diario un directivo de la Federación Española de Fútbol. “En los próximos 10 días tenemos la idea de proponer que se deje una puertecita abierta en el reglamento para estos casos”, aseguró. “Ni el árbitro ni Competición [un comité compuesto por tres profesionales de prestigio, Francisco Rubio, Pablo Mayor y Lucas Osorio] tienen ahora otra alternativa que la de reflejar lo sucedido en el acta y la de sancionar, respectivamente. La norma es tan rígida que no deja ningún resquicio. Está para los símbolos nazis, el ensalzamiento de los terroristas... no para esto”.

Más de 10 años después de la implantación mundial de la regla, el escándalo anima a las autoridades a abrir un poco la puerta de la excepcionalidad, que dejaron cerrada a cal y canto en su día no fuera a ser que se les colara, como explicaron gráficamente en la Federación, “una romería”. No todo el mundo, en cualquier caso, coincide en que el problema se solucione con un simple matiz.

La prohibición intenta evitar el proselitismo político o religioso

“El problema es que la norma española está prevista de manera muy genérica y muy poco precisa, lo que da lugar a situaciones absurdas como esta”, explicó con la condición de mantener el anonimato un vocal del Comité Español de Disciplina Deportiva (CEDD), que hasta su disolución esta semana (le sustituirá el Tribunal Administrativo del Deporte) ha sido la última instancia de recurso frente a las decisiones de los comités de Competición y Apelación.

“El tipo [legal] es el tipo. No se matiza. No está bien expresado. No entra en detalles de que los lemas puedan afectar al orden público, a los derechos de las personas o incluir mensajes publicitarios. Solo intenta evitar el hombre anuncio”, continúa. “Y además hay un problema en la desproporción de las sanciones. Que el mensaje sea inocuo o no debería ser valorable por el órgano sancionador… pero los comités federativos están muy condicionados por la federación”, añade. “En el CEDD muchas veces hemos hecho una aplicación alternativa del derecho para buscar la verdadera finalidad de la norma: castigar el interés comercial o el ataque al orden público”.

Tres reglamentos distintos

Sin titulo
Sin titulo
  • Código de la Federación española."El futbolista que, con ocasión de haber conseguido un gol (...), alce su camiseta y exhiba cualquiera clase de publicidad, lema, leyenda, siglas, anagramas o dibujos, sean los que fueren sus contenidos o la finalidad de la acción, será sancionado, como autor de una falta grave, con multa en cuantía de 2.000 a 3.000 euros y amonestación.
  • Reglamento FIFA."(...) El equipamiento básico reglamentario no podrá contener frases de motivos religiosos, políticos o personales".
  • Carta Olímpica. "No está permitida ninguna clase de propaganda política, religiosa o racial en el recinto olímpico, los estadios y otras áreas".

El conflicto está en el origen del reglamento. En 2002, año en que Cafú, entonces capitán de Brasil, le hizo saber al mundo su religión (“Amo a Dios”, enseñó en su camiseta), la FIFA decidió poner coto a los eslóganes en el césped y los prohibió durante el partido. En 2004, añadió el castigo de la amarilla al pecuniario. La normativa del organismo mundial especifica la pena para “mensajes políticos, religiosos o personales”. Una redacción mejorable, pero tan clara como la del Comité Olímpico Internacional, como bien supo Iniesta cuando la Federación fue castigada con 1.444 euros por su gesto de recordar a Jarque (“Siempre con nosotros”) tras marcar su histórico gol en la final del Mundial 2010. Al otro lado, la reglamentación española tiende a la generalización, porque castiga “cualquier clase de publicidad, lema, leyenda, siglas, anagramas o dibujos, sean los que fueren sus contenidos o la finalidad de la acción”. Y ahí, entre la multa mínima de 2.000 euros y la máxima de 3.000, cabe todo.

Caben Jona, de 24 años, y su mensaje de apoyo a los niños que sufren cáncer. Cabe Diego Castro, al que le cayeron 3.000 euros en 2010 por mostrar el rostro del fallecido Preciado, que había sido su técnico, tras marcar un gol. Caben Messi y su guiño a su madre, o Villa y su agradecimiento a la familia, que le apoyó durante una larga lesión. Caben también quienes se posicionan a favor de Palestina (Kanouté) o lloran a los 30 muertos que provocaron las lluvias torrenciales en Madeira (Cristiano Ronaldo). Cabe la política, el amor, la amistad y la publicidad. Todo por igual. Lo típico del galimatías normativo en el que vive instalado el fútbol. Un ejemplo: con el balón en juego se sanciona lo que se aplaude con él parado. ¿Cuántas fotografías se hacen antes del partido los equipos con la camiseta de un compañero lesionado o un número de cuenta para donar dinero con el que paliar los efectos de un terremoto?

Y, frente a la norma, las personas. Carmen Flores, presidenta de la Asociación Defensor del Paciente, envió ayer al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, una carta que reclamaba “la destitución inmediata” del Comité de Competición que impuso una multa “impresentable”, “vergonzosa” y “falta de humanidad y de respeto a los niños que padecen cáncer”. “El único delito es dar ánimo a estos pacientes que luchan por su vida”.

Vino a pedir lo siguiente: que el sentido común esté por encima de la norma, y no al contrario.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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