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Aparcar rápido y bien para ahorrar combustible

Varios sistemas permiten gestionar de forma efectiva las plazas de estacionamiento para mejorar el tráfico en las ciudades

Thiago Ferrer Morini
Coches mal aparcados en Barcelona.
Coches mal aparcados en Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ

El coche particular y la movilidad sostenible no suelen encajar, pero si se tiene que usar el automóvil, mejor hacerlo de la forma más eficiente posible. Un estudio de la informática estadounidense IBM reveló que entre un coche en marcha pasa entre un 25% y un 30% de su tiempo buscando una plaza de aparcamiento. Ese mismo estudio señaló que en Madrid, una de las 20 ciudades estudiadas, un 69% de los conductores desisten de aparcar en el lugar deseado por falta de plazas, y que un 16% se pasa de media entre 30 y 40 minutos circulando hasta encontrar un sitio donde dejar el coche.

Esto no solo deteriora la calidad de vida por el aumento del estrés y la pérdida de tiempo: también consume combustible y contamina. Un estudio encabezado por Donald Shoup, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, en sus siglas en inglés) en un barrio comercial de la segunda ciudad estadounidense reveló que los conductores que visitaban la zona recorrían, a lo largo de un año, más de un millón y medio de kilómetros de más buscando un sitio para aparcar, un gasto de más de 175.000 litros de gasolina y, lo que es más importante, 730 toneladas de dióxido de carbono de más lanzadas a la atmósfera, el equivalente a las emisiones de más de 100 hogares.

Este anuncio de una empresa petrolera coreana es un ejemplo —simbólico— de lo que se conoce como smart parking o aparcamiento inteligente, programas que utilizan la tecnología para reducir el tiempo que se pasa buscando sitio para estacionar, como parte de una movilidad urbana más eficiente.

En España ciudades como Santander o Valladolid ya han empezado a implantar sistemas de este tipo. "Se trata de optimizar el espacio regulado", afirma César Domínguez, responsable del proyecto en la capital castellanoleonesa. "De lo que se trata, ante todo, es de hacer que tengan que dar menos vueltas para encontrar un sitio para aparcar y facilitar el pago".

El funcionamiento del sistema es muy simple. "El usuario lleva en el móvil una aplicación. Cuando llega a una plaza de aparcamiento presiona un botón verde y cuando se marcha presiona un botón rojo". Aunque el sistema permite al conductor no tener que recurrir al parquímetro, sigue necesitando de la presencia de controladores. El programa, que lleva activo un mes en una pequeña zona del centro de Valladolid, ya tiene 700 usuarios.

En Santander, el sistema, más elaborado, utiliza sensores en 1.125 plazas de aparcamiento para indicar en tiempo real dónde hay un coche aparcado y cuántas plazas hay libres. Los usuarios pueden ver esta información en un mapa. La implantación de este proyecto ha sido una de las bazas de la candidatura de la ciudad cántabra al título de Capital Verde Europea. Fuera de España, sistemas similares se aplican en Reino Unido, Australia y Estados Unidos.

Los expertos en urbanismo ven estos proyectos con cierto escepticismo. "Es cierto que estos sistemas pueden reducir el tiempo para encontrar una plaza", señala Francisco José Lamíquiz, profesor del departamento de Urbanística y Administración del Territorio de la Universidad Politécnica de Madrid, "pero eso puede atraer una mayor cantidad de coches. Es lo que se llama el tráfico inducido". Lamíquiz apunta que los proyectos de este tipo solo pueden contribuir a una ciudad más sostenible si el dinero obtenido del aparcamiento regulado sirve para financiar proyectos de transporte público o para incentivar otras formas de movilidad.

El aparcamiento inteligente puede tener otra función: animar a la gente a dejar el coche en casa. En 1997, Donald Shoup publicó un artículo, El alto coste del aparcar gratis, en el que afirmó que los usuarios del automóvil no cargan con todos los gastos que supone una plaza de estacionamiento en la ciudad. Así como los sistemas de peaje urbano, los sistemas de smart parking permiten calcular diferentes precios por utilizar el coche en la ciudad conforme a la demanda.

Aunque los responsables por los sistemas de smart parking coinciden en que, a la larga, esta forma dinámica de calcular el precio del aparcamiento es la que acabará imponiéndose, también afirman que va a encontrar muchas resistencias en el camino. "Hay mucha inercia política", reconoce César Domínguez. "A nadie le gusta subir los precios del aparcamiento. Pero eso es lo que debería ocurrir para que el flujo de vehículos sea eficiente".

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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