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Cardenal Julián Ries, el antropólogo que reivindicó a Teilhard de Chardin

Benedicto XVI le creó cardenal con 91 años, cuando solo era sacerdote de la ciudad de Namur

Julien Ries posa en su oficina, en enero de 2012.
Julien Ries posa en su oficina, en enero de 2012.N. MAETERLINCK

En Tournai (Bélgica) ha muerto a los 92 años el cardenal Julien Ries, el gran antropólogo cristiano. Nació en Arlon en 1920, se formó en la católica Universidad de Lovaina y, pese a hacerse sacerdote, se dedicó a la investigación científica casi por completo, hasta el punto de ser considerado el fundador de la antropología religiosa fundamental. Su prestigio le libró muchas veces de la garra inquisitorial, por ejemplo, cuando alabó las investigaciones y la obra completa del jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, proscrito por el Vaticano y al que Ries querría rehabilitar a fondo. Teilhard, paleontólogo y filósofo de fama mundial, había aportado una muy original visión de la evolución, equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y científica. Roma lo condenó al ostracismo, obligó a los jesuitas a apartarlo de la docencia y a que dejara de publicar libros, aunque no llegó a declararlo hereje.

El cardenal Ries creía, sin embargo, que las teorías del pensador francés no solo no debían preocupar a la Iglesia romana, sino que han de ser asumidas y defendidas. Lo dijo hace un año en una entrevista concedida al periódico italiano ‘Corriere della Sera’. Preguntado sobre si Teilhard de Chardin “sigue siendo preocupante para la Iglesia”, contestó con una exclamación admirativa: “¡Al contrario, está volviendo! Las investigaciones actuales sobre la evolución demuestran la visión clara y previsora que tenía Teilhard. Se cometió un error al marginarlo”.

Que las ideas de Ries y, sobre todo, su independencia de criterio, tanto personal como científico, gozan ahora del respeto necesario da cuenta el hecho, realmente poco frecuente, de que el ya papa emérito Benedicto XVI lo crease cardenal cuando ya había cumplido 91 años. Fue el 18 de febrero de 2012. Era en ese momento el sexto cardenal más anciano. Ries, un sencillo sacerdote de la diócesis de Namur, también en Bélgica, fue ordenado inmediatamente obispo, para llegar a Roma con esa dignidad eclesiástica antes de ser distinguido como Príncipe de la Iglesia, que es como se considera a los cardenales.

No fue la primera vez que un pensador católico era distinguido de esa manera, con un honor ajeno a la carrera (el 99% de los cardenales lo son tras una larga tarea pastoral como arzobispos de alguna archidiócesis o como ministros de la Curia vaticana). Los antecedentes, en todo caso, son de gran relevancia, entre otros, los teólogos Yves Congar y Hans Urs von Balthasar. Congar, el dominico francés castigado severamente por el Vaticano a mediados del siglo pasado, fue hecho cardenal por Juan Pablo II en 1994, a los 90 años, un año antes de morir. Von Balthasar, suizo, tenía 85 años cuando recibió la noticia de que el papa le hacía cardenal, el 26 de junio de 1988. Murió dos días antes de la ceremonia de consagración. En cambio, otro de los grandes intelectuales cristianos del siglo y principal teólogo del Concilio Vaticano II, el alemán Karl Rahner, murió sin esa distinción pontifical.

Volvamos a Ries, fallecido el pasado 23 de febrero tras una larga enfermedad. ¿Qué solemnizó Benedicto XVI cuando decidió, con gran sorpresa, distinguirlo con el título de Príncipe de la Iglesia? “Con Ries, la antropología cristiana adquirió respetabilidad como disciplina científica y también independencia, aunque la categoría de homo religiosus (introducida por el fallecido cardenal) hubiera desatado las críticas de algunos historiadores e incluso de ámbitos eclesiásticos. Hoy, en cambio, la Historia de las Religiones puede presentarse como una ciencia hermana”, dijo en su obituario la Universidad de Lovaina, en la que el fallecido fue muchos años profesor.

La obra del cardenal Ries, que se publica ahora en Bélgica en una edición completa, es un combate científico muy serio (considerado así incluso por sus contrarios) contra −o sobre− las corrientes antropológicas mayoritarias, materialistas, sobre todo a partir de Durkheim y de Lévi-Strauss, y más cerca del gran Mircéa Eliade.

Según la investigación del 'homo religiosus' de Ries, sobre todo en el libro ‘Símbolo, mito et rito. Constantes de lo sagrado’, existe una raíz cultural común al género humano. Escribió: "Todas las culturas del mundo son creaciones cuyas raíces se encuentran en la imaginación simbólica. La creatividad del espíritu humano (artística, poética, literaria, arquitectónica) se basa en esta función 'biológica' del símbolo. Esa raíz cultural común reúne a todos los seres humanos en la búsqueda de una trascendencia, de un Otro con quien construir una alianza”. En palabras de L’Osservatore Romano, que le dedicó un largo obituario, “Ries confirmó así la tensión hacia lo divino que anima radicalmente a cada ser humano, impulsado a la búsqueda de trascendencia y a la creatividad artística”.

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