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Jóvenes dueños de su destino

La Fundación Telefónica potencia la cantera nacional de emprendedores apoyando 120 proyectos sociales y culturales

Cristina Balbás, Ossian de Leyva, Manuel Martiño y Pilar Carmona.
Cristina Balbás, Ossian de Leyva, Manuel Martiño y Pilar Carmona.Beatriz Jiménez

Una miríada de camisetas blancas va de un lado a otro en el edificio de la Fundación Telefónica. Unos atienden a los medios, otros acaban de llegar y siguen con la mochila al hombro, otros charlan tranquilamente con otros compañeros. En todos brilla una sonrisa y un orgullo que no se esfuerzan en esconder. Telefónica va a impulsar sus proyectos, 120, con el objetivo no solo de mejorar su entorno, sino también de impulsar la actitud emprendedora.

Cristina Balbás tiene 25 años, estudió biología molecular y ahora está haciendo un doctorado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Su proyecto consiste en acercar a los alumnos de educación Primaria la investigación contra el cáncer: contarles cómo funciona el organismo con esta enfermedad, explicar en qué consisten los tratamientos y dejar bien claro –con un experimento basado en el ADN del tomate- que la investigación es fundamental en nuestro país. El objetivo final es despertar pasiones por la ciencia y crear vocaciones; a corto plazo, divulgar su trabajo. Le interesa la divulgación, cree que si la gente sabe que un fármaco tarda en estar listo 10 años, la población estará más en contra de los recortes en ciencia.

Telefónica le va a dar una ayuda de 400 euros durante seis meses. No le van a sacar de pobre, pero los desplazamientos en cercanías o la elaboración de materiales didácticos más elaborados dejarán de ser un problema.

Por su parte, Ossian de Leyva, va a emplear casi todo ese dinero en gasolina. Éste licenciado en Ambientales de 25 años vuelve a su pueblo, Molina de Aragón, porque en la ciudad ya no es posible trabajar y no quiere desaprovechar toda la formación que ha recibido. Innovar es posible también en un marco rural. Su idea es recopilar un catálogo con las especies de árboles en su zona y contar su historia mediante el contacto con los ancianos de la comarca. Proteger el medio y recuperar la identidad de su comarca son las bases de su iniciativa, que se plasmará en un catálogo en Internet. Pero de Leyva avisa: “Hay un boom del emprendimiento, hay mucha competencia de talentos y poca estabilidad de financiación, pero hay que intentar que se podamos vivir de esto”.

David de San Benito es el responsable del proyecto Think big en España. Explica que los proyectos seleccionados son pequeñas ideas de jóvenes de entre 15 y 25 años y todos tienen un marcado carácter social, no hace falta un plan de negocio. La idea es que alrededor del 40% del total pase a la siguiente fase de financiación, que se hará con aquellos proyectos que muestren su eficacia. San Benito explica que cada emprendedor va a contar con la ayuda de un mentor que le va a formar para maximizar las posibilidades de su iniciativa. Para la próxima edición, que arranca en marzo, se convocarán 300 ayudas.

Estos jóvenes son especialistas en detectar pequeñas necesidades y buscarle soluciones

Casi todos los proyectos tienen un componente de nuevas tecnologías, como el de Manuel Martiño, ingeniero de Obras Públicas y estudiante de un máster, que pretende poner en contacto a los propietarios de fincas urbanas sin edificar con personas interesadas en plantar un huerto urbano mediante una página web. En principio, están operando en A Coruña, pero su ambición es que se aprovechen esos espacios en toda España. “Las nuevas tecnologías son una herramienta muy potente para las empresas, pero no debemos olvidarnos de que hay vida más allá de Internet”, defiende.

Estos jóvenes emprendedores son especialistas en detectar pequeñas necesidades y buscarles soluciones. Pronto empezará a patrullar el Ejército de Dumbledore, la propuesta de Pilar Carmona, que con solo 16 años es una de las emprendedoras más jóvenes. Estudia 1º de Bachillerato en Pozuelo de Alarcón. Regularmente, su instituto organiza visitas a residencias de ancianos, pero 30 personas a la vez resultan poco efectivas. La solución de Pilar y sus amigas es sencilla: dividir a los voluntarios en patrullas que se repartan las labores de voluntariado en residencias, centros de día y comedores sociales. “Internet nos va a servir para atraer a más gente”, confía. También confía en poder seguir adelante con el proyecto y que, quizá, un día sea su trabajo.

Cristina, Ossian, Manuel y Pilar van a pasarse todo el fin de semana en Guadarrama, junto con el resto de sus 116 compañeros y tutores en la jornada inaugural del proyecto. Puesta en común, creatividad, entusiasmo y lluvia de ideas, serán la clave para estas jornadas. Los que apuestan por el emprendimiento dicen que serán los mismos ingredientes que nos sacarán de la crisis. Habrá que verlo. Tiempo al tiempo.

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