Nepal se suma a las protestas de India contra la impunidad de las violaciones
El país del Himalaya reacciona ante el ataque de un policía a una mujer de 20 años
La oleada de protestas desatada por la muerte de una joven india que fue violada en un autobús sigue extendiéndose en países vecinos. Los manifestantes han inundado este miércoles las calles de Katmandú, capital de Nepal, donde miles de personas se han concentrado frente a la residencia del primer ministro, después de que se haya conocido que un policía de aduanas abusó, presuntamente, de una joven que regresaba al país tras haber trabajado durante dos años como empleada del hogar en Arabia Saudí.
Según ha trascendido, la mujer, de 20 años y bautizada por los medios locales como Sita Rai, había viajado al país del Golfo con un pasaporte falso. Pero al regresar en noviembre a Nepal, reveló su verdadera identidad a las autoridades de inmigración. Al escucharla, los agentes le robaron todo el dinero que había ahorrado durante su estancia en la península arábiga y uno de ellos, además, la trasladó a un motel para violarla. Como consecuencia, la víctima quedó embarazada.
El suceso ocurrió en diciembre y provocó las primeras manifestaciones en el país, que derivaron en la detención del policía. El sospechoso se encuentra actualmente en prisión en espera de un veredicto. Parsuram Basnet, que así se llama el agente que abusó de Sita, está acusado de engaño y violación, según ha indicado el portavoz del cuerpo de la policía nepalí.
En Nepal solo se puede denunciar una violación durante los 35 días posteriores
En este país asiático la pena máxima por violación a una mujer adulta es de 10 años, pero la abogada Kopia Adhikari, que ha representado a varias víctimas de abusos, denuncia que a menudo el violador no es condenado o padece penas de cárcel reducidas.
Precisamente, esa laxitud e impunidad de los delitos sexuales contra las mujeres ha despertado la conciencia e ira del país, que se suma así a otros países vecinos donde en las últimas semanas se han producido diferentes manifestaciones, algunas de caracter violento.
La mecha prendió el pasado diciembre en India tras conocerse que Amanat, una estudiante de fisioterapia de 23 años, había sido violada en grupo en un autobús de la capital de Nueva Delhi. La joven murió dos semanas después por las heridas provocadas, lo que encendió los ánimos de la nación y causó un auténtico polvorín en Asia.
En enero, las calles de Islamabad, en Pakistán, se llenaron de manifestantes, en un efecto rebote, para protestar por la violación de Amanat. Unos días después, los medios locales informaron del caso de una niña de nueve años que fue secuestrada y violada por tres hombres, y que permanece en estado crítico.
La penúltima réplica ha tenido lugar en la capital de Bangladesh, Dhaka. Allí una cadena humana ha protestado por la violación, también en grupo, de una menor que estuvo secuestrada cuatro días y que después fue abandonada en las vías del tren.
Muchos colectivos llevan años criticando la situación de indefensión que vive la mujer en estos países. En India, por ejemplo, la directora del sur de Asia de Human Rights Wath, Meenakshi Ganguly, considera que no se hace lo suficiente para proteger a las mujeres. “La policía no siempre elabora los informes y a veces no son hechos por falta de personal o de capacidad de investigar bien”, afirma. Un extremo que las autoridades niegan.
Como consecuencia de la conmoción, el Gobierno de Nueva Delhi está acelerando la reforma del código penal de 1860, que ya había presentado antes de la muerte de la joven Amanat. Esta modificación endurecería los castigos para violadores.
En Nepal, mientras, los activistas pretenden modificar una disposición legal por la que solo se puede denunciar una violación durante los 35 días posteriores. En la actualidad, si se excede el plazo, el abuso no se registra.
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