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ALMUERZO CON... MARÍA TERESA MIRAS

“Veremos el desastre de la ciencia dentro de 10 años”

La científica que pilotará la reforma universitaria es la única presidenta de una real academia, la de farmacia

María Teresa Miras, presidenta de la Real Academia de Farmacia.
María Teresa Miras, presidenta de la Real Academia de Farmacia.CRISTÓBAL MANUEL

“Me peleo con las neuronas todo el rato”. María Teresa Miras, investigadora en neurociencia y zambullida en los mecanismos relacionados con el alzhéimer, tiene múltiples registros. Esta catedrática de Biología Molecular es la única mujer al frente de una gran Real Academia, la de Farmacia. Presidenta desde 2007 de la docta casa con mayor presencia femenina (ocho académicas de 46) y enemiga de las cuotas: “La diferencia la cura el tiempo. En 20 años, la paridad irá en nuestra contra, porque seremos más mujeres”.

“Las academias son instituciones venerables. O se mueven, o se quedan obsoletas. El mundo se mueve muy deprisa y hay que alcanzarlo. Y eso hay que hacerlo con gente que tiene una cierta edad”, dice “sin queja” por la suya. Esta científica, que en mayo se convertirá en académica también en Francia, es partidaria de importar de allí la jubilación para sus colegas —ahora vitalicios, un problema “gravísimo”—. “Aquí se entra muy tarde, pero sería bueno que se jubilaran a los 80, sobre todo, si llevan mucho tiempo sin asistir. Sería una forma de revitalizar las academias”.

La farmacéutica Miras (Carballiño, Ourense, 1948) es de amplio espectro: se preocupa hasta de las grietas de la sede de la Real Academia Nacional de Farmacia a raíz de las obras del colindante Colegio de Arquitectos de Madrid. En el restaurante decide rápido: lasaña de verdura; un solo plato basta. Y ahí aborda otras grietas, las de la recortada investigación. “Ahora no entra nadie y a los buenos los echamos a la calle. No puede ser que durante varios años no haya plazas y que luego salgan todas de golpe, porque entonces entran juntos buenos y malos. Compiten lo nefasto, que se dedica al pasilleo, y lo bueno, que se dedica a su trabajo. Y se echa a perder el sistema, como ha sucedido en crisis anteriores. Veremos el desastre dentro de 10 años”, pronostica.

La presidenta come y habla despacio, con tiempo para pensar. “No se pueden mantener alegrías de centros a lo largo de toda España con equipamientos de lujo que no están funcionando por falta de técnicos para mantenerlos. Se solucionaría con uno bien montado, pero cada comunidad autónoma quiere tener su gran centro con su gran equipamiento”, reflexiona al aire de la crisis económica.

“Me estuvo buenísimo”, dice con un giro galaico al acabar el plato. Su origen ha sido una escuela: “Cuando creces en Galicia, te das cuenta de que una pregunta tiene muchas posibilidades, y las respuestas, también. Me pasa lo mismo en ciencia: necesito una buena pregunta para que los resultados sean de verdad una respuesta”.

Segura de que “la ciencia tiene que ser deudora de la lógica”, Miras rellenaría “ya mismo” una casilla del 0,7% para investigación en la declaración fiscal. “Investigar en España es llorar, porque tenemos miedo a decir la verdad: enviamos a los mejores con dinero público al extranjero y allí les despojan de las ideas de origen”. La renta de su aprendizaje no revierte luego en España, plantea.

Las cosas ya no son como cuando Miras empezó en un laboratorio francés. “La vida del investigador se ha vuelto inhumana por la cantidad de horas y viajes necesarios, y por la precariedad”. Y sí, ella que investiga el alzhéimer, lo teme. “Sobre todo, por el entorno, que es el gran problema”.

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