“He predicado en una catedral tras la misa”
El activista italiano promovió desde el Foro del Agua la primera derrota social de Berlusconi
Renato di Nicola es un David actual. Desde el Foro Italiano del Movimiento del Agua, que agrupa a decenas de organizaciones civiles de Italia, promovió la primera gran derrota social de Silvio Berlusconi a las puertas del pasado verano, cuando 27,6 millones de ciudadanos votaron en un referéndum contra la energía nuclear y la privatización del suministro de agua. Tras abrir aquella puerta, ahora apoya en España movimientos similares, como el referéndum del domingo en Madrid sobre la privatización del Canal de Isabel II.
Este empleado de la Inspección de Trabajo italiana, nacido hace 56 años en la región de Abruzzo, ha pasado los últimos lustros de foro en foro mundial. Su obsesión es la defensa del agua como bien común, pero aprovecha para advertir contra los mensajes privatizadores de los servicios públicos, que dieron pie a una gran contestación social en Italia y que ahora se empiezan a escuchar y aplicar en España. “Te dicen que no privatizan el objeto, sino la gestión. Pero el objetivo básico es el comercio y no el servicio”, advierte rotundo.
A este activista italiano, de paso por Sevilla para participar en un taller organizado por la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento, no le importa mucho la comida. El restaurante se lo han elegido sus anfitriones porque no conoce la capital andaluza. Se centra más en la conversación que en el almuerzo y pide, sin pensarlo mucho, un plato de verduras asadas con secreto ibérico. Le interesa más el mensaje que el escenario y se “emociona”, según confiesa, por la atención prestada después de haber luchado en su país contra el ninguneo de medios de comunicación y partidos políticos.
Di Nicola relata que para luchar contra esta ley del silencio se apoyó en el boca a boca. Sabía que había un sentir común, un rechazo general a los intentos de privatización de servicios, pero no tenían voz. Así que la crearon y la multiplicaron a través de una página web, las redes sociales y cuatro caravanas de recogida de firmas. Poco a poco se fueron incorporando colectivos y decidieron que no tenían que buscar una unidad sino “una convergencia”. Esta premisa les permitió recabar el apoyo de grupos ultras del fútbol, ecologistas, sindicalistas, pensionistas y hasta la diócesis de Térmoli. “He llegado a predicar en una catedral después de la misa”, explica antes de detallar que la campaña más efectiva fue el reparto de banderas azules. “Se colgaban en las ventanas y los vecinos se preguntaban sobre el tema y se convencían unos a otros. Llegamos a distribuir 400.000”, comenta mientras degusta, ahora con entusiasmo, una porción de tarta de queso.
Pese a la movilización de millones de personas, las Administraciones siguen reticentes a aplicar la resolución del referéndum, por lo que Di Nicola afirma que su lucha sigue tan vigente como el primer día. “Es una cuestión de justicia”.
Y ya han organizado en noviembre una movilización contra el actual primer ministro, Mario Monti, porque “se puede cambiar el mago, pero sigue habiendo truco”. Acaba deprisa la comida para irse a las jornadas, pero no se despide sin advertir a los españoles que gran parte de la situación italiana no se generó solo con Berlusconi sino también con la desaparición de la izquierda. “Hemos tenido que suplir la política, pero sin esta no prospera el cambio”, concluye.
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