“En el ataúd de la niña no había nada, ni una mantita”

María del Pilar Guzmán fue al cementerio el pasado viernes dispuesta a encontrar algo en el ataúd de la hija que supuestamente se le murió a las pocas horas de nacer, el 17 de febrero de 1984. “Quería que se comparasen los restos con mi ADN para saber si era realmente ella, o si, como pensamos, nos engañaron al decirnos que murió”, explica esta mujer de 52 años vecina de la localidad malagueña de Monda.

Cuando la comitiva judicial llegó al cementerio de la localidad, situada en la Sierra de las Nieves, comprobaron que el ataúd estaba vacío. “No había nada, ni una mantita”, relata la madre. La caja, hecha de conglomerado, se deshizo en cuanto la abrieron.

La muerte de “la niña”, como se referían a ella para que no resultara tan doloroso, ha sido un tema tabú en la familia durante años. Querían llamarla Ana Gema. El mismo día que exhumaron sus supuestos restos habría cumplido 28 años.

Pedro Jesús Vidales, el mediano de los tres hijos varones que María del Pilar alumbró después, creció intrigado por la historia, y con la sensación de que su hermana no pudo morir, tal y como contaban. “Había demasiadas incongruencias”, considera el joven de 23 años.

María del Pilar dio a luz en el hospital Materno de Málaga, con seis meses y medio de embarazo. “Antes de tenerla, el médico me dijo que iba a nacer viva, pero que se moría seguro, y que no la iban a meter en la incubadora”, rememora. Tras el parto, le dejaron verla fugazmente. “Respiraba con dificultad, pero estaba viva”, puntualiza. A Juan Vidales, su marido, le sorprendió que la tuvieran apartada del resto de los bebés y preguntó por qué no la ponían en una incubadora. Según la familia, recibió la misma respuesta. Que la iban a dejar en una cuna térmica porque no creían que viviera más de seis o siete horas.

Era 1984. Entonces no se discutía la decisión del médico. María del Pilar se quedó en el hospital recuperándose y al día siguiente “una señora” se presentó en su habitación para decirle que el bebé había fallecido. “Me preguntó si estaba sola o tenía familia acompañándome y después me pidió que le firmara unos papeles para hacerle la autopsia”, recuerda. Con el disgusto, no se detuvo a mirar los documentos, ni pidió copias. “No sé lo que firmé”, reconoce. Cuando regresó su marido, soportaron el dolor con resignación.

Todos los documentos acabaron en una caja, encima de un armario. Su hijo le hizo bajarlos y cuestionarse lo ocurrido. Así descubrió que el aborto no se llegó a inscribir en el Registro Civil, que el número de historia de ese parto es distinto del de sus otros tres hijos o que no figura la causa de la muerte de su hija. “Pedro me decía que cuando terminara de estudiar lo investigaría, pero decidí que era el momento”, explica la mujer.

La Fiscalía de Málaga recibió su denuncia en abril de 2011. “Todo ha ido muy rápido”, agradece María del Pilar. “Me dijeron que había indicios, en enero declaré y en menos de un mes han exhumado los restos”, resume.