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Tribuna
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Sin marcha atrás

No hay que desdeñar ninguna ayuda para dejar de fumar

El estudio publicado en la revista Tobacco Control, y del que se han hecho eco ampliamente los medios de comunicación españoles, ha puesto nuevamente en el primer plano informativo la situación epidemiológica del tabaquismo y el debate sobre las pautas terapéuticas y el seguimiento más adecuado para luchar contra esta enfermedad adictiva, que es la principal causa evitable de mortalidad en los países desarrollados.

El tabaquismo está reconocido por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad adictiva, crónica y recurrente, y por tanto, los pacientes que la sufren, como ocurre en otras tantas patologías crónicas, sufren recaídas y muchos no logran superarlas, sin que ello suponga que no sean útiles o necesarios los tratamientos que las combaten. En tabaquismo, los estudios demuestran que cuando un fumador realiza un serio intento de abandono que no se acompaña del tratamiento médico adecuado, sus posibilidades de éxito no superan el 10%, en tanto que cuando realiza ese mismo intento utilizando el tratamiento médico adecuado sus posibilidades de éxito se triplican. Además, cuando esos tratamientos se adaptan a las características individuales de cada fumador su eficacia y eficiencia aumentan.

En general, lo importante en medicina es saber para quién es más efectiva cada terapia en cada medio y momento, y exactamente eso ocurre también en tabaquismo, donde el médico que conoce al paciente es el que debe decidir qué tipo de tratamiento farmacológico y psicológico resulta el más adecuado para combatir su enfermedad, considerando sus características personales (perfil psicológico, sexo, etc.) y si tiene enfermedades asociadas (enfermedades respiratorias, cardiovasculares, psiquiátricas, etcétera).

El éxito de quienes dejar de fumar sin ayuda no supera el 10%

Los estudios demuestran que con el tratamiento psicológico del tabaquismo puede motivarse al paciente para el abandono, rompiendo con aquellas creencias mantenedoras del problema. Además, permite proveerlos de las estrategias y habilidades suficientes para su posterior puesta en práctica, promover su capacidad para afrontar las situaciones cotidianas, comprobar e interpretar sus experiencias en la deshabituación, reforzando sus logros, así como mantener el efecto del tratamiento en el futuro.

Del mismo modo, los estudios y ensayos clínicos constatan que los llamados tratamientos farmacológicos de primera elección, entre los que se incluyen las terapias sustitutivas de nicotina (TSN), el bupropión y la varenicilina, aumentan de manera significativa la tasa de abstinencia tabáquica, lo que no quiere decir que curen la adicción, ni que hagan dejar el tabaco por sí mismas, sino que disminuyen los síntomas de abstinencia y ayudan al fumador para que él mismo, con apoyo psicológico, si es necesario, y repetición del tratamiento, si también es necesario, venzan la adicción a largo plazo, ayudando a superar las recaídas que puedan producirse por el camino.

No hay ninguna sorpresa en que un tercio de los exfumadores recaigan, hayan utilizado o no chicles, pastillas o parches de nicotina, ni tampoco eso supone contradicción alguna a los estudios que demuestran que las terapias sustitutivas con nicotina son eficaces (y también eficientes, es decir costo-eficaces) para ayudar a dejar de fumar. Lo que sí sería una sorpresa, y sobre todo una consecuencia muy negativa, es que por una mala difusión o una mala interpretación de un estudio, se siembren dudas sobre tratamientos que han recibido la aprobación de la Food and Drug Administration (FDA) y de la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) y que hoy por hoy, unidos a las terapias psicológicas, resultan la fórmula más idónea para combatir a una enfermedad, el tabaquismo, con una prevalencia del 30% y que mata cada semana a casi mil españoles.

El tabaquismo es por tanto una de las peores lacras para la sanidad española, desde el punto de vista estrictamente de la salud y también desde el punto de vista económico y de la sostenibilidad de las prestaciones públicas sanitarias. Estudios recientes realizados en nuestro país han demostrado que el coste directo por la atención a sólo seis de las principales enfermedades asociadas al consumo del tabaco, supone un gasto superior a las tres cuartas partes de la recaudación fiscal que genera este producto. Así, el coste directo por la atención a la EPOC, asma, enfermedades coronarias, ictus, cáncer de pulmón y bajo peso al nacer, fue, durante el año 2003, de alrededor 3.919 millones de euros. Al añadir los costes indirectos y los costes por la atención a otras enfermedades relacionadas con el consumo del tabaco, esta cifra se triplicaría. Mientras que la recaudación fiscal por tabaco en ese año alcanzó los 5.525 millones de euros.

Esperamos por tanto que la lucha contra el tabaquismo, el activo y el pasivo o involuntario, sea una de las prioridades sanitarias del nuevo Gobierno y particularmente del nuevo Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad liderado por Ana Mato. Particularmente nos preocupa cualquier marcha atrás en la prohibición total de fumar en espacios cerrados que, con el pretexto de la crisis y a causa de la presión de algunos sectores privados, pudiera decretarse, en perjuicio directo de la salud de todos los españoles y también, como hemos visto, de la propia sostenibilidad del sistema nacional de salud.

Los tratamientos médicos disminuyen el síndrome de abstinencia

Preservar la prohibición absoluta del consumo de tabaco en todos los espacios cerrados, junto con el aumento del precio de la cajetilla del tabaco, es de hecho la única medida posible para avanzar en la protección de la población frente al tabaco y para lograr una reducción a medio plazo de la prevalencia del tabaquismo. Los estudios muestran que cada 10% que sube el precio de venta al público del tabaco, disminuye la prevalencia de tabaquismo en los adolescentes entre un 7-10%.

En suma, podríamos decir que, en tabaquismo, hacia atrás, ni para coger impulso. Ni podemos permitimos ceder un ápice ni en la prevención, ni en el tratamiento, combatiendo, con todos los recursos de eficacia probada, esta gran lacra de los países desarrollados.

Francisco Casas Maldonado es presidente de la Asociación de Neumología y Cirugía Torácica del Sur (Neumosur).

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