Da pena tirar la comida
Rebuscar en la basura en pos de alimentos en buen estado desechados por la sociedad de consumo es una nueva corriente que procede de Estados Unidos
Si ve usted a alguien rebuscando comida en un cubo de basura, no piense de buenas a primeras que no tiene dinero para comer y lo hace por pura necesidad. Hay otros motivos, a pesar de (o precisamente por) la crisis. Los miembros del movimiento freegan -de free (libre) y vegan (vegano), que no utilizan ningún producto de origen animal, aunque muchos freeganos no son veganos- recogen la comida que muchos ciudadanos y empresas arrojan a la basura no porque no tengan nada que llevarse a la boca, sino para aprovechar los excedentes del sistema y para denunciar la opulencia y despilfarro en los que vivimos sumergidos, a veces sin darnos cuenta. Según el estudio Save food, de la empresa Albal, publicado en mayo pasado, los europeos tiran un 20% de la comida a la basura, lo que supone 2,9 millones de toneladas de alimentos al año solo en España. Unos 250 euros por persona al año, 11.000 millones en total.
"El freeganismo es un boicot total a un sistema económico donde el beneficio ha eclipsado cualquier consideración ética y en el que complejos sistemas de producción aseguran que todos los productos que compramos tendrán impactos negativos, muchos de los cuales ni siquiera consideraremos nunca", se explica en la web freegan.info. "Así que, en vez de evitar comprar los productos de una mala compañía solo para apoyar a otra, evitamos comprar cualquier cosa hasta el máximo grado del que somos capaces. Después de años boicoteando productos de compañías responsables de violaciones de los derechos humanos, destrucción del medio ambiente y abuso animal, nos dimos cuenta de que el problema no es que haya un puñado de empresas malas, sino que el problema es el sistema en sí mismo". El freeganismo es, pues, una dura crítica del consumismo.
Los freeganos tienen varias estrategias para vivir según estos principios. Una es la reutilización de los residuos, ya sea comida, ropa u otros enseres (algunos también están a favor de la okupación de espacios abandonados). Piensan que las sociedades opulentas producen en tal cantidad que es posible alimentarse de sus desechos, descartados muchas veces antes de ser inútiles. Para hacerse con ello practican lo que llaman el dumpster diving (buceo en el basurero), que consiste precisamente en lo que su nombre indica, buscar en los desechos, especialmente en los de supermercados y restaurantes, donde se pierde bastante comida en buen estado. En 2009, 33 millones de toneladas de alimentos se tiraron a la basura en Estados Unidos, según los datos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense (EPA).
"Encontramos todo tipo de comida", explica la activista freegana neoyorquina Madeline Nelson. "Lo más común es el pan; luego, las frutas y hortalizas, hay mucha comida empaquetada y preparada, carne, huevos, productos diarios. Lo más raro son latas y productos como legumbres y pasta, aunque también se encuentran". Los supermercados y grandes superficies suelen desechar los alimentos cuando vence su fecha de consumo preferente, que no es lo mismo que su fecha de caducidad. La primera indica que, una vez pasada, no se garantiza que el producto ofrezca la plena calidad; puede haber variaciones en su aspecto, olor o sabor, por ejemplo, pero no quiere esto decir que su consumo sea nocivo para el organismo. La segunda, la fecha de caducidad, indica el momento a partir del cual puede hacernos mal. Luego mucho de lo descartado por las tiendas se tira cuando todavía puede aprovecharse.
"La comida descartada puede parecer sucia o asquerosa, pero es más asqueroso que cada año Estados Unidos desperdicie la mitad de comida que produce", dice Nelson. "Gracias a las políticas de libre comercio, los países del Tercer Mundo exportan cantidades masivas de comida, mientras la gente que los produce y procesa encara el hambre y unas condiciones de trabajo poco saludables. Para los grandes negocios, poner el beneficio delante de los principios éticos es la regla, no la excepción". Según el estudio Save food, el 50% de las pérdidas podrían evitarse si los alimentos "se hubieran planificado, gestionado y almacenado mejor". ¿Cuánta verdura se destruyó en la reciente crisis del pepino español?
Por el momento, parece que el movimiento freegano, originado en Nueva York, todavía no ha cuajado demasiado en España, aunque existen grupos que lo practican de modo puntual o experimental. Uno de ellos es el colectivo crítico El Invernadero de Lavapiés, que organizó una cena freegan el año pasado. "Llegamos a ello estudiando el concepto de parasistema. Si los antisistema quieren destruir el sistema, los parasistema quieren vivir dentro de él, en sus aristas. De la otra manera, ya que el sistema tiene el monopolio de la violencia, solo se consigue reforzarlo", explica el miembro del colectivo Luis Tamayo. "Así llegamos al concepto de freegan, que vive de los desechos de la sociedad de consumo". Para su cena freegan, varios "comandos" recolectaron comida durante cinco días.
"El truco es conocer los buenos puntos de recogida. En un día puedes obtener provisiones para un mes, de otra manera puedes tirarte la noche rebuscando por cubos de basura. El sitio adecuado son los supermercados, que desechan mucha comida y en buenas condiciones. Una bolsa de naranjas porque una esté pocha o un pack de huevos porque uno esté roto", cuenta Tamayo. "Los particulares somos menos dados a tirar cosas aprovechables". Al final comieron unas 60 personas: "Solo nos hizo falta comprar aceite y sal. Hubo hasta langostinos", comenta divertido. "En esto del freeganismo se puede estar por actitud o necesidad [gente que recoge sin ni siquiera conocer el concepto]. En ambos casos, cada vez se practica más".
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