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El 'burnout' de la farmacia

Actualmente estamos asistiendo a una restructuración importante del sistema sanitario. Los actuales recortes que acontecen en el sector son la derivada de un problema estructural de fondo que tiene que ver mucho con la sostenibilidad, con la verdadera sanidad que queremos y que precio estamos dispuestos a pagar por ella.

Que la sanidad tiene problemas estructurales de fondo, todos lo sabemos, que los ingresos son inferiores al gasto que genera un modelo de excelencia y de sobreoferta... también.

Las reformas que necesitamos son de calado y necesitan su tiempo, un tiempo que corre en nuestra contra y que muchas veces, es inferior al que nos gustaría disponer.

En toda esta encrucijada están las farmacias, un eje fundamental, a veces poco valorado, de nuestro sistema sanitario.

El sector del medicamento ha sufrido 29 recortes en los últimos 15 años, lo que nos lleva a refrendar que han sido medidas coyunturales que no abordaban el problema en su verdadero núcleo de fondo. La industria farmacéutica sufre la situación y ello se ve reflejado en deslocalización, recortes de plantillas y adelgazamiento de posible inversión en I+D, la distribución farmacéutica sigue trabajando en un contexto donde el 40% de medicamentos con los que opera van a pérdidas y las farmacias están empezando a dar síntomas de verdadera debilidad. A esto se suma el retraso del pago de la factura en muchas comunidades autónomas, donde la farmacia es quien está financiando personalmente los medicamentos que toman los pacientes y empezamos a ser testigos de situaciones que a corto plazo van a incidir directamente en los usuarios de forma involuntaria, pero real.

Reducción de personal, reducción de existencias (lo que se deriva en desabastecimiento involuntario de medicamentos a la población), menor inversión en programas de atención -últimamente hemos visto como muchas farmacias apostaban por programas destinados a la mejora del cumplimiento terapéutico, a la colaboración en la gestión de crónicos, pues este país ha de empezar a abordar la asistencia en un contexto de acompañamiento del paciente crónico para evitar recaídas y mejorar su calidad de vida y desmarcarnos de una atención centrada en una estrategia más propia del abordaje de la patología aguda, programas de cribaje,...- reducción de horarios, etcétera. Todo ello derivado de una falta de previsión en este capítulo y el desconocimiento de que el servicio farmacéutico solo es sostenible bajo el modelo que hemos seguido hasta ahora.

En definitiva, estamos ante un entorno de burnout importante por parte de los profesionales del sector debido a la incertidumbre y a la sensación de que después de cada medida que se toma no hay tiempo para rehacerse y asimilar el duelo y la adaptación a la nueva situación.

Entre todos diseñemos qué sanidad queremos y qué estamos dispuestos a pagar con ello, escuchemos a los profesionales, busquemos soluciones y seamos sensibles a aquellos agentes que forman parte de nuestra vida y nuestro bienestar.

Rafael Borrás es socio-director de Antares Consulting y profesor de la Universidad de Barcelona.

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