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La amenaza está en el paraíso

La tortuga boba está en peligro. La caza masiva de hembras cuando están desovando y el aumento de la temperatura del agua del mar, que impide el nacimiento de los machos, han puesto a la especie contra las cuerdas

Frente a la costa noroccidental de África, en el archipiélago de Barlovento, se localiza una isla paradisiaca de 620 kilómetros cuadrados de arena fina, con playas desiertas y aguas trasparentes. Boa Vista podría ser un destino turístico perfecto si la pobreza no afectara al 40% de la población y si la falta de recursos no formara parte del día día en Cabo Verde. Su situación económica ha mantenido alejado al turismo y la escasa presencia del hombre en la zona la ha convertido en la clave para la supervivencia de toda una especie: la tortuga boba (Caretta caretta).

Este quelonio marino en peligro de extinción ha visto cómo se reducían las zonas idóneas para desovar hasta quedarse con solo 50 kilómetros de playa desde Sudáfrica hasta Europa, en la desértica isla de Boa Vista, donde se reproduce el 90% de las tortugas bobas de todo el Atlántico Oriental. Esta isla es la tercera en tamaño de su archipiélago, pero curiosamente es de las menos habitadas y su población, cercana a los 5.000 habitantes, se concentra en su capital Sal Rei. Sus características dunas de arena fina son un paraíso para este quelonio migratorio, fiel a su lugar de nacimiento, adonde acude para desovar cada dos años. Pero en este paraíso también se encuentra su mayor amenaza, los cazadores, que esperan su momento más vulnerable para matarla y vender su carne en el mercado negro.

Los machos se matan para sajarles el pene y venderlo como afrodisiaco
Las flotas del Mediterráneo capturan unos 40.000 ejemplares cada año

Los científicos calculan que la población que cría en el Atlántico cuenta con unas 100.000 hembras reproductoras, mientras que en el Mediterráneo Oriental existen unas 10.000. Estas cifras se reducen año tras año a pesar de los esfuerzos por conservar la especie. En Boa Vista, viven más de 250 voluntarios que trabajan diariamente bajo la supervisión del científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Adolfo Marco. Este alerta de la difícil situación. "La principal amenaza en Cabo Verde es la caza de hembras cuando van a depositar sus huevos a la playa, allí son débiles". Marco asegura que las hembras son muy importantes para la continuidad de la especie y señala que el CSIC intenta que la población sustituya su carne por la de otros animales: "Hace cuatro años, anidaban en Cabo Verde 3.000 quelonios, de los que se cazaban unos 1.100, lo que suponía un ritmo de caza del 36%. Se cazaban hembras longevas preparadas para la reproducción, por lo que calculamos que si continuaba esa tendencia en 20 años ya no quedaría nada". El trabajo de control de los voluntarios en todas las playas ha bajado el ritmo de caza al 5%, según datos del CSIC, pero todavía existe un mercado negro de venta de carne y de pene de tortuga motivado por la falsa creencia de la población de que el consumo de pene de este quelonio ayuda a mejorar los problemas de impotencia de los hombres. A estos problemas se le suma la influencia del cambio climático que sube el nivel del mar, destruyendo las playas en las que solían anidar y que afecta al sexo de la tortuga, que se define por la temperatura a la que está el huevo, hasta 28º salen machos y hasta 30º hembras, de forma que en algunas zonas están desapareciendo los machos.

Con el fin de concienciar a la población caboverdiana sobre la conservación de la especie, la Casa de la Ciencia, perteneciente al CSIC, inauguró en julio una exposición llamada Odisea Tortuga que recorrerá todas las islas de Cabo Verde. El fotógrafo del CSIC Héctor Garrido asegura que la exposición engloba todos los problemas a los que se enfrenta la especie e intenta llegar al corazón de los caboverdianos. Según Marco, miles de personas la han visitado ya y se han conmocionado con las imágenes: "Proteges lo que te emociona", apunta el científico. Garrido cuenta que lo más difícil fue conseguir la fotografía de penes de tortuga en el mercado negro: "Tras varios días intentando entrar en el mercado negro como fotógrafo, tuve que inventar que tenía un problema de impotencia, conseguí que un conocido me llevara a comprar penes de tortuga y pude sacar algunas fotos rápidas, luego me negué a comprarlos y entonces hubo un momento de tensión con los vendedores, que se solucionó cuando les invité a unas cervezas". El fotógrafo del CSIC afirma que mereció la pena porque la población puede ver ahora la realidad con sus propios ojos.

La exposición llegará en 2011 a España, donde las tortuga boba está clasificada como especie "vulnerable" en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y está considerada "en peligro", según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La científica marina de Oceana Europa, Ana de la Torriente, explica que esta protección implica la adopción de medidas específicas de gestión y conservación, unas medidas que según De la Torriente no son suficientes en el espacio marino del Mediterráneo. Las aguas españolas, tanto Atlánticas como Mediterráneas, constituyen importantes zonas de alimentación de estas tortugas y en numerosas ocasiones son capturadas de forma accidental por las redes de pesca. Según un estudio de animales en extinción, la flota española y la italiana capturan hasta 40.000 tortugas boba anuales. El otro problema grave de esta especie es la contaminación de los mares, el vertido de BP en el golfo de México acabó con la vida de miles de quelonios en la zona de Florida, el segundo punto importante en la reproducción de esta especie y que está viendo su final por la contaminación de la zona.

Adolfo Marco afirma que es necesario buscar otros puntos con características favorables para su anidación, por eso coordina el proyecto de restauración de la tortuga boba en costas andaluzas y canarias, un proyecto polémico porque tardará muchos años en ofrecer resultados, un inconveniente que reconoce el científico: "Llevamos huevos de Cabo Verde a España para que nazcan aquí y vuelvan a desovar a estas costas cuando lleguen a adultas, pero es un reto enorme y no sabemos si funcionará o las tortugas seguirán desovando en Cabo Verde porque se trate de memoria genética". Los científicos aún no saben si podrán dispersar la especie o todo dependerá de 50 kilómetros de playa de una isla perdida de Cabo Verde, de lo que sí están seguros es de la necesidad de conservar intacto y sin amenazas del hombre el único resquicio natural para la supervivencia de la tortuga boba.

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