Joyas pictóricas del XVII
El Guggenheim revisa la Edad de Oro de la pintura flamenca - Presenta un 'vermeer' que solo ha salido dos veces de Alemania
Jan Vermeer (1632-1675) solo pintó dos cuadros protagonizados por hombres. Uno de ellos, El astrónomo (1668), se exhibe en el Louvre; el otro, El geógrafo (1669), se puede contemplar desde hoy y hasta el próximo 23 de enero en el Guggenheim. La pintura forma parte de la exposición La Edad de Oro de la pintura flamenca y holandesa del Städel Museum, una retrospectiva que incluye 130 cuadros, todos procedentes de esa pinacoteca de Frankfurt, de 80 artistas del siglo XVII, entre ellos Rembrandt, Rubens o Brueghel el Viejo.
La exposición se divide en secciones en función de los géneros pictóricos que cultivaron los artistas: naturalezas muertas, historia, paisajes, retratos y pinturas de género e interior. Todas representan la efervescencia económica y política de los Países Bajos de la época. Así, los bodegones, elevados a categoría de género mayor, muestran caras porcelanas procedentes de China y las vistas de las ciudades o del campo sirven para reflejar el nacionalismo y la identidad holandeses.
Todas las pinturas de la exposición proceden del Städel Museum
El cuadro del pintor holandés se ha visto fuera de Alemania en dos ocasiones
Muchos de las piezas se exponen por primera vez en España, como El geógrafo, que solo ha dejado el museo alemán en dos ocasiones: una a París y otra a Tokio. "Tardará muchos años en volver a salir", tal y como destacó ayer durante la presentación de la muestra el director del Städel Museum, Max Hollein.
El acto estuvo presidido por el director del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, a quien acompañaban el director de la Fundación BBVA, Rafael Pardo, y el comisario de la muestra y conservador de pintura alemana, flamenca y holandesa del Städel, Jochen Sander.
Dos de las obras de la exposición son las únicas para las que se ha reservado una sala en exclusiva: el vermeer y el lienzo Joven cantante (1622), de Dick van Baburen. Este último óleo, un retrato con una gran carga emocional y poco valorado hasta el siglo XX, según destacó Sander, está inspirado en las representaciones de músicos de Caravaggio. La pintura muestra a un joven representando un papel, con un hombro descubierto y que sostiene un cuaderno de música en una mano.
Sander precisó que El geógrafo es un trabajo cuyo género resulta difícil de determinar: "No es un retrato, no es un paisaje, no es una pintura de género, pero tiene elementos de todas". Muestra la peculiar óptica que caracteriza a las obras de Vermeer, conocedor de la técnica de la cámara oscura. La figura del protagonista se completa con un globo terráqueo y un mapa que determinan su profesión.
La pintura "es una alegoría del interés humano en conocer la verdad", señaló el comisario de la muestra, una imagen que se empleó para ilustrar varias ediciones del Fausto de Goethe publicadas a lo largo del siglo XIX. "Lo que le hace especial es la mirada del protagonista, que con el compás en una mano, anuncia el momento siguiente, el del eureka", concluyó Sander.
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