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Arte que respira

Todo empezó con una constatación: las plantas no necesitan la tierra para vivir. Ciencia, ecología y estética se unen en los jardines verticales de Patrick Blanc

Qué tienen en común el espacio CaixaForum de Madrid, la plaza de España de Tenerife y la mítica fábrica de cerveza catalana Moritz en Barcelona? La refrescante presencia de una misma obra de arte con vida propia en sus muros: el jardín vertical del francés Patrick Blanc.

Con sólo 10 años empezó a investigar. A esa edad le apasionaba colocar plantas dentro de acuarios. Ni él imaginó que esas pruebas le llevarían a inventar un nuevo concepto de jardinería: "Empecé a interesarme como un adolescente preocupado por la naturaleza".

Ahora, a sus 57 años, es fácil imaginarlo en su selva particular. Su casa en Francia es también su laboratorio, por eso está llena de sus muros vegetales en el interior y en el exterior. Calcula que convive con unas 12.000 clases. De hecho, el primer jardín vertical que creó fue en su casa. "Era una estructura muy simple", asegura Blanc, que estudió botánica en la Universidad Pierre et Marie Curie de París y lleva más de 25 años en el Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS).

El botánico convive en su propia casa con unos 12.000 tipos de plantas

La clave de su creación está en la tierra. O mejor dicho, en su descubrimiento de que las plantas no la necesitan para vivir. El agua y sus minerales, junto con la luz y el dióxido de carbono, bastan para su supervivencia. Blanc construyó el primer muro vegetal público en 1988, en el Musée des Sciences et Techniques de La Villette de París. Más tarde emprendería proyectos en otros países europeos y en Estados Unidos, Brasil, India y Japón. No aterrizó en España hasta 2008, cuando la antigua Central Eléctrica del Mediodía de Madrid se convirtió en el CaixaForum.

Este fue un proyecto que, por sus dimensiones, significó un reto. El muro verde del centro social y cultural de la Fundación La Caixa no fue sólo el primero en España, sino el mayor que se ha instalado en una fachada sin huecos, con una superficie de 460 metros cuadrados de los que cuelgan unas 15.000 plantas de 250 especies. Pero este jardín es más que cifras. Isabel Fuentes, directora del CaixaForum, afirma que la pantalla es una parte esencial de su imagen y una obra de arte más del museo.

Las plantas del muro ayudan a limpiar la contaminación y sirven como aislamiento térmico: en invierno protegen al edificio del frío y en verano funcionan como un sistema de refrigeración. "Hace unos años se trataba de instalar plantas donde jamás lo esperarías. Ahora se trata de mostrar que la naturaleza puede crecer en cualquier parte y que nada está perdido", dice Blanc.

En el caso de la plaza de España de Tenerife, Blanc se empeñó en utilizar además plantas autóctonas. Y es que la elección de la vegetación es esencial: "Es la clave: que la planta sea la adecuada para que el jardín perdure".

Esa es la razón por la que, aunque se trate de una misma estructura, lo que veremos será distinto en Tenerife que, por poner otro ejemplo, en el jardín vertical a 250 metros de altura de la Torre de Cristal de Madrid. Un jardín que no sólo tiene un fin ornamental, sino que representa la idea de sostenibilidad y eficiencia del edificio de Mutua Madrileña, según afirma Juan Diego Carrasco, gerente de una de las cuatro torres.

Pero no sólo los grandes arquitectos le reclaman para sus proyectos en edificios emblemáticos. Sus obras también se pueden encontrar en tiendas de moda en París, en un restaurante de Melbourne o en un hotel de Grecia. Es más, quizá lo encuentre en casa de un conocido o se decida a poner uno en la suya. Todo depende de lo que esté dispuesto a invertir en verde y en vertical.

Las partes del éxito

El gran hallazgo de Patrick Blanc fue comprobar que las plantas no necesitaban tierra para vivir. El siguiente paso para convertir su idea del jardín vertical en una realidad fue concebir una estructura que impidiera a las raíces de las plantas penetrar en los cimientos de los edificios y causarles daños irreparables. Pero al mismo tiempo debía asegurar la supervivencia del muro vegetal. "En mi caso, separo y aíslo el jardín de la pared del edificio dejando un espacio vacío entre ambos" gracias a una estructura de metal, afirma el botánico francés.

Un plástico recubre esta estructura para darle rigidez y convertirla en impermeable, a lo que finalmente se añade un fieltro sintético en el que se enraízan las plantas. Estas tres partes son la clave para que la estructura soporte los casi 30 kilos que puede llegar a pesar el metro cuadrado de jardín.

"Lo que todo el mundo se pregunta es cómo se puede regar", dice José Manuel Bermúdez, vicepresidente del Cabildo de Tenerife, ciudad donde se encuentran dos de estos jardines. El riego se efectúa de manera regular y automática desde lo alto de la malla metálica. Gracias a que las plantas reciben agua de manera regular, las raíces se extienden a lo ancho y no intentan penetrar en los edificios. "Requiere mimo y mucho cuidado y, sobre todo, respetar los tiempos de poda", señala la directora del CaixaForum de Madrid, Isabel Fuentes.

Patrick Blanc resume su creación con una simplicidad pasmosa. "Lo único necesario para que estos jardines se mantengan vivos es agua, luz y que el viento no les golpee demasiado fuerte. Todo está totalmente automatizado. Uno no tiene que hacer nada, sólo mirar".

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