"Me da miedo dejarle a mi hija este panorama"
Cuando la prensa del corazón iba detrás preguntándole por rupturas y crisis en su vida privada, Laura Sánchez respondía: "Para crisis, la económica y medioambiental, eso es lo más importante que tenemos". La modelo y actriz andaluza ha descubierto los pañales ecológicos gracias a su hija, a quien, según afirma orgullosa, "le gusta más un bocadillo de chorizo que cualquier producto de bollería industrial". De sus desfiles tiene grabada una imagen: una inmensa nube de minipartículas de laca flotando en el aire del backstage. "¡Cómo se nota que es gratis!" [la regala el patrocinador], solía decir. "Allí fue donde me di cuenta del derroche", recuerda. Desde entonces, además de practicar un consumo responsable, antes de comprar cualquier spray mira con lupa su etiqueta para comprobar que no daña la capa de ozono.
¿Cómo podría solucionarse el problema?
Volviendo al flu-flu de toda la vida, que es mucho más respetuoso. ¿Por qué no volvemos a lo que hacían nuestros padres y abuelos, a movernos más, a estar más en contacto con la naturaleza?
A comer más sano.
Siempre pienso en el huerto de mi abuelo, qué más ecológico que eso. Cuando voy a Huelva me llevo tupper de cinco kilos de tomates en la maleta recogidos en el huerto de un amigo de mi padre.
Eso se ha convertido en una especie de lujo.
Sí, lo que antes era lo normal, ahora es un lujo. Me gusta comprar tomates que sepan a tomates, y es complicado. Encontrar sitios donde te vendan la leche a granel. Y cuando veo la pluma de la gallina pegada a un huevo, se me saltan las lágrimas. Pero hemos de tomar conciencia de que tenemos fuerza, como consumidores, para demandar este tipo de productos.
La contaminación acústica es otra de sus preocupaciones.
Sobre todo, en Madrid. Es un choque a la vuelta de vacaciones llegar a la Gran Vía: ruido, atasco, sirenas, empujones. Pienso: "Me he metido en una película y quiero salir de aquí, volver al campo". Tanto ruido me genera agresividad.
¿Por qué cree en el cambio climático?
He comprobado que están pasando cosas que no son normales: que el 23 de diciembre estés comiendo en manga corta en la terraza, o que diluvie en Huelva el 20 de julio. Antes había estaciones, ahora parece que pasemos del invierno al verano sin transición.
No se la ve muy optimista.
Soy muy pesimista y me da mucho miedo dejarle a mi hija este panorama. La llevo mucho al campo, que vea las costumbres de toda la vida.
¿Y cómo la educa en los pequeños gestos cotidianos?
La enseño a que ahorre agua, nada de jugar con ella. He vivido restricciones de suministro en Huelva, y eso de lavarme los dientes con el grifo abierto es superior a mis fuerzas. Y las duchas, rápidas. Respecto al reciclaje, pediría que pusieran contenedores en más sitios porque las personas somos muy vagas y si no nos ponen las cosas fáciles, no las hacemos.
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