20 víctimas de violencia de género llevan ya el GPS que detecta al agresor
El sistema ha despertado curiosidad en Francia, que estudia implantar un método similar
Tres meses después de que entraran en vigor los sistemas de localización GPS para maltratadores, un total de 20 víctimas de violencia de género cuentan ya con uno de estos dispositivos que alertan de la proximidad del agresor y registran los quebrantamientos de las órdenes de alejamiento.
Según datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género estos dispositivos, impulsados por el Ministerio de Igualdad, la Fiscalía, el Consejo General del Poder Judicial y los ministerios de Interior y Justicia, los GPS han sido implantados sin incidentes a petición de jueces de todo el territorio nacional.
En la actualidad, funcionan cinco en Andalucía, cuatro en la Comunidad Valenciana y dos en Cantabria. Además, hay mujeres protegidas por este sistema en Asturias, Baleares, Cataluña, Castilla-La Mancha,
Madrid, Extremadura, Galicia y País Vasco. La implantación de este sistema accesorio a la orden de alejamiento depende del magistrado encargado del caso, pues es él quien evalúa si la situación de la víctima es de tal riesgo que se hace necesaria una protección extra para garantizar que el agresor guardará las distancias impuestas, conforme explican en el Ministerio de Igualdad.
El sistema ha despertado la curiosidad en Francia, cuyo Gobierno estudia la implantación de un modelo similar al impulsado en España. No en vano, fuentes de Igualdad aseguraron estar recibiendo frecuentes llamadas de medios de comunicación galos interesados por conocer los detalles relacionados con el desarrollo de esta medida.
En total, Igualdad, Interior y Justicia pactaron la contratación inicial de 3.000 dispositivos al consorcio Securitas Direct-Telefónica el pasado mes de julio, pero no fue hasta principios de agosto cuando se implantó la primera pareja de localizadores, a petición de un juez de la Comunidad Valenciana.
Tanto el inculpado como la víctima se equipan con un dispositivo. En el primer caso, se trata de un brazalete ajustable a la muñeca o el tobillo que funciona como transmisor de radiofrecuencia y que lleva aparejado un dispositivo de rastreo GPS. El transmisor envía señales al centro de control para verificar que el inculpado lleva consigo el localizador y es capaz de activar una alarma en el momento de coincidir a menos de 500 metros con el dispositivo de la víctima.
Ella, en cambio, porta consigo un dispositivo parecido a un teléfono móvil que permite la comunicación de voz y datos con el Centro de Control, incluye un sistema de localización geográfica por GPS, un botón de pánico para activar en casos de emergencia y un dispositivo de radiofrecuencia que detecta la proximidad del agresor para advertir tanto a la víctima como al centro si éste se acerca.
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