Una propuesta de ahorro
Estimado Señor Presidente, he estado pensando en posibles sistemas con los que el Estado español pudiera ahorrar dinero en este momento de crisis y, como no podía ser de otra manera dada mi profesión, he encontrado una respuesta en la Astronomía. Es evidente que el momento económico internacional exige sacrificios, y éstos representan la base de mi propuesta.
La Astronomía española ha pasado en unos treinta años de ser una actividad testimonial a representar una de las principales bazas españolas a la hora de compararnos con nuestro entorno científico. La comunidad está formada por unos 500 investigadores y técnicos en plantilla de universidades y centros de investigación, acompañados de unos 300 becarios en diferentes niveles.
El sistema español de contratación no permite expulsar a los investigadores de plantilla, pero sí que permite no renovar ninguna beca ni contrato en los próximos años, a la par que no convocar ninguna de las diferentes modalidades de contratación fija o temporal. Mi estimación es que, con este método, el Estado podría ahorrarse desde el próximo año el equivalente anual de unas 150 becas/contratos, es decir, unos cuatro millones de euros. Esta cantidad crecería en años posteriores, según los presentes becarios vayan acabando sus relaciones laborales con el Ministerio, y aumenten las jubilaciones no reocupadas.
Por otra parte, los profesionales de la ciencia logramos fondos para nuestro trabajo mayormente a partir de convocatorias de Planes Nacionales, o las Autonómicas equivalentes. He hecho un promedio de los últimos cinco años, y calculo que los proyectos en que participo, repartidos equitativamente entre sus participantes, representan en mi caso unos 40000 euros anuales. Gracias a mis colaboradores me considero en el lado afortunado de la financiación, así que estimo que el promedio nacional sea algo menor... a resultas de ello, y suponiendo que eliminamos toda financiación pública de los proyectos españoles de Astronomía en los próximos años, podríamos ahorrar unos diez millones de euros anuales.
Pero además existen aún otras posibles fuentes de ahorro. España participa en agencias internacionales como la Agencia Espacial Europea, o el Observatorio Europeo Austral. Tenemos en Canarias y en Almería algunos de los mejores Observatorios del Hemisferio Norte. Eliminar el desarrollo de instrumentación y el mantenimiento de estas instalaciones podría representar un nuevo ahorro significativo, posiblemente del orden de unos veinte millones de euros anuales.
Estos números son solo aproximados, Señor Presidente, y los he calculado a vuelapluma. Estoy seguro de que algunos de mis colegas (o alguno de sus consejeros) me corregirán. Pero son suficientes para mostrarle que existe una buena posibilidad de ahorrar como mínimo unos 35 millones de euros en los presupuestos del año 2010, sin que ello represente una merma de nuestro bienestar. Es cierto que las industrias españolas que participan en proyectos de I+D relacionados con las ciencias espaciales o las tecnologías astronómicas perderán algunos contratos. Es cierto también que se perderán algunos puestos de trabajo altamente especializados. También se echará a perder la formación de toda una generación de jóvenes (y no tan jóvenes) astrónomos. Pero, sin duda, en nuestra economía del conocimiento y la tecnología, todos ellos encontrarán nuevas oportunidades.
Para ahorrar estos 35 millones de euros, Señor Presidente, basta con tomar la decisión de eliminar de raíz la Astronomía Española. Una vez tomada esta decisión podría usted pensar en eliminar otras ramas de la Ciencia, como la Biología Molecular, o la Física de Partículas, que podrían representarán un ahorro aún más importante.
Quizás sea una decisión drástica, o eso puede parecer a algunos. Pero, en realidad, si se confirma que está usted dispuesto a reducir el magro presupuesto de la Ciencia española el próximo año, creo que está usted ya a punto de lanzarse por ese camino. La estrategia que le sugiero es, simplemente, un poco más focalizada, pero básicamente igual de válida.
Alberto Fernández Soto es científico titular del CSIC en el Instituto de Física de Cantabria
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