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¡Silencio, por favor!

Un avión despegando, una taladradora, el tráfico, una discoteca. La contaminación acústica ataca a diario

Siete de la mañana, camión de la basura, 70 decibelios. Un atasco de tráfico, 65. El metro, 70. Unas obras con taladradora de cemento, 120. Y la música en la discoteca, 100. Cada día se soportan picos de ruido que superan con creces el límite considerado como tolerable para el oído humano.

El decibelio es la unidad que mide el sonido. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 50 decibelios como el límite superior deseable. Una conversación alcanza los 40. El ruido en el campo, 10. Nuestro oído alcanza el umbral del dolor al escuchar los 140 decibelios y un avión que está despegando genera 130. La continua exposición al ruido puede provocar problemas de salud.

La contaminación acústica está legislada por una directiva europea, y en España, por una ley y tres reales decretos. La sociedad es cada vez menos permisiva con el ruido. Prueba de ello son las sentencias millonarias que ganan los ciudadanos por este motivo. Es el caso de cuatro vecinos de Barcelona que han sido indemnizados con 50.000 euros por parte del bar que les molestaba, o el del Ayuntamiento de Manacor, en Baleares, que ha tenido que compensar con 85.000 euros por responsabilidad subsidiaria a varios vecinos por no atender debidamente las denuncias contra un local ruidoso colindante con sus viviendas.

Pérdida auditiva y estrés

Andrés Martínez, de la Comisión de Medio Ambiente de la Federación Regional de las Asociaciones de Vecinos de Madrid, vive cerca del aeropuerto de Barajas y sufre cada día el impacto de muchos decibelios. Asegura que el ruido "afecta a todo el organismo, y hay quien es más sensible y lo acusa más". Este vecino de Barajas afirma que, aunque la legislación para controlar la contaminación acústica es extensa y los jueces comienzan a sancionar, en España falta un estudio epidemiológico, como ya se está haciendo en países como Alemania y Suecia. Martínez denuncia que la Administración no tiene interés en su realización porque "se demostraría que algunas empresas que crean empleo, también provocan enfermos y, además, se tendrían que dar indemnizaciones a los afectados".

La OMS asegura que la contaminación acústica puede provocar pérdida auditiva, trastornos del sueño que deriven en fatiga, depresión y falta de rendimiento, estrés e irritabilidad. "Las personas expuestas a un alto nivel de decibelios de forma habitual deben someterse a exploraciones periódicas del oído (audiometrías) para detectar a tiempo posibles sorderas perceptivas que afectan al nervio", recomienda Encarnación Martínez, médico de trabajo. Ancianos, enfermos y niños son más susceptibles de sufrir consecuencias sanitarias debido al ruido.

Unas de las alternativas más ecológicas para combatirlo son las barreras vegetales, según Eva San Martín, de la empresa de medio ambiente Ambientum.com: "Los árboles se pueden utilizar como una barrera eficaz contra el ruido si se combinan con las pantallas acústicas tradicionales. Además, ayudan a eliminar CO2 en zonas donde se concentra la contaminación, como en las carreteras". Conseguir un mundo menos ruidoso es responsabilidad de gobiernos y autoridades, pero también de los ciudadanos. Usar menos el coche, no hacer sonar el claxon y hasta elevar menos la voz ayudan a disfrutar del silencio.

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