Una mala noticia no es una noticia grave
El primer fallecimiento de una persona por nueva gripe en España es, como todas las muertes, una mala noticia, pero no supone un empeoramiento objetivo de la situación. Ya se sabía que las embarazadas eran uno de los grupos de riesgo para esta variante de la enfermedad. Las causas no están claras, pero se sabe que el proceso de gestación trastorna el sistema inmunitario de la mujer. No es que queden desprotegidas (las vacunas que recibieron de niñas siguen funcionando), pero la respuesta de su organismo cambia. Es clave que así sea. Si no, el cuerpo rechazaría la presencia del extraño, como lo hace ante un órgano trasplantado. De hecho, esta especie de adormecimiento de ciertas respuestas a veces no es suficiente, y se producen abortos por causas inmunológicas (es lo que sucede cuando hay diferencias entre el RH del bebé y de la madre, por poner el caso más conocido).
De alguna manera, la esperanza de que no hubiera muertes en España por la nueva gripe pasaba porque no hubiera embarazadas afectadas. Por lo que se ha visto de países con muchos más casos de víctimas, como Estados Unidos, ellas son un grupo de especial vulnerabilidad. Y más si concurren otras dolencias, aparte de la gripe.
Es una de las características del H1N1, y uno de los factores que la han hecho merecedora de un especial seguimiento. Y nada indicaba que el virus fuera a tener un comportamiento en España distinto que en el resto del mundo. Esta defunción supone que la tasa de mortalidad en España por la nueva gripe está, en estos momentos, en el 0,14% (hay 717 casos confirmados). En el mundo, según los datos de la Organización Mundial de la Salud, es del 0,44% (311 de 70.893, de acuerdo con el último recuento de su web). Estados Unidos, el país con más casos registrados, está en el 0,46%.
Lo que la muerte de la joven de Madrid nos recuerda es que, en determinadas circunstancias, hasta una enfermedad que es leve para la mayoría puede ser mortal para algunos. En 2007 -último año con datos-, el Instituto Nacional de Estadística registró 71 muertes por gripe estacional (la de todos los inviernos) en España, ninguna en personas de menos de 55 años. Pero estas cifras son, según todos los expertos, solo la punta del iceberg. Recogen lo que los médicos ponen en el certificado de defunción, pero no la historia clínica completa del paciente ni los factores desencadenantes. Teniendo en cuenta estos datos, se calcula que hay unos 3.000 fallecimientos relacionados con la gripe.
Si se toman los datos de las defunciones atribuidas a la complicación más frecuente asociada a la gripe, las neumonías (aunque estas pueden tener otras muchas causas), las cifras cambian. En 2007 hubo 8.581 muertes debidas a este conjunto de patologías (no hay una neumonía; hay muchas según qué la cause). Es de suponer que en este grupo estén las que no se han atribuido directamente a la gripe. De ellas, un 0,4% se dio en menores de 25 años.
Así que, sin querer frivolizar con la situación, que haya una víctima mortal de la gripe no agrava la situación para el conjunto de la población. Es una desgracia, pero no aumenta el nivel de riesgo.
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