Los obispos creen que los 'autobuses ateos' son "una blasfemia"
La Conferencia Episcopal insta a las autoridades a "tutelar el ejercicio de la libertad religiosa"
Una ofensa a los creyentes y una blasfemia. Así califica la Conferencia Episcopal Española (CEE) a la campaña publicitaria de los autobuses ateos, que lleva por lema: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida".
Según ha señalado este viernes en un comunicado la CEE, insinuar que Dios es una invención y que no les deja disfrutar de la vida es "objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen". Por ello insta a las autoridades competentes a "tutelar el ejercicio pleno del derecho de la libertad religiosa".
Los autobuses ateos fueron idea de una periodista del rotativo inglés The Guardian Ariane Sherine, y empezaron a circular por las principales ciudades inglesas para después extenderse a Estados Unidos y a Australia. El pasado 12 de enero llegaron a Barcelona, y ya hay un acuerdo para que circulen por Madrid a partir de la semana que viene.
El comunicado de la CEE destaca que "los católicos respetarán el derecho de todos a expresarse y estarán dispuestos a actuar, tanto con serenidad y mansedumbre ante las injurias, como con fortaleza y valentía en el amor y la defensa de la verdad: Dios es amor."
Comunicado de la Conferencia Episcopal Española
En España, como en algunos otros lugares de Europa, son varias las ciudades en las que autobuses municipales circulan, o se quiere que circulen, con una extraña propaganda: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida".
La libertad de expresión es un derecho fundamental. Todos pueden ejercerlo por medios lícitos. Pero los espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los ciudadanos no deben ser empleados para publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos de ellos. Si se hace así, se lesiona el derecho al ejercicio libre de la religión, que debe ser posible sin que nadie se vea necesariamente menospreciado o atacado.
Insinuar que Dios probablemente sea una invención de los creyentes y afirmar además que no les deja vivir en paz ni disfrutar de la vida, es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen.
Las autoridades competentes deberían tutelar el ejercicio pleno del derecho de libertad religiosa. Es posible hacerlo compaginándolo al mismo tiempo con el amparo y la promoción de la libertad de expresión de todos. Así lo muestra el modo en que se ha procedido en ciudades como Roma, Milán o Zaragoza.
En todo caso, los católicos respetarán el derecho de todos a expresarse y estarán dispuestos a actuar, tanto con serenidad y mansedumbre ante las injurias, como con fortaleza y valentía en el amor y la defensa de la verdad: Dios es amor.
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