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Del infierno de Sadam al horror del integrismo paterno

Una joven refugiada kurda muere estrangulada en Londres tras oponerse a un matrimonio convenido

La joven Banaz Mahmod, una refugiada kurda de 20 años, salía con su novio por su barrio, al sur de Londres, hasta que su familia se enteró. Con su padre a la cabeza, el clan había fijado un matrimonio convenido para ella y le prohibía salir con nadie más. La pareja se grabó con un móvil dándose un beso, y ése video llegó a su tío, Ari Mahmod, una figura destacada de la comunidad kurda del sur de Londres. Convocó una reunión familiar y, ante lo consideraban una deshonra, dictaron sentencia: la chica y su novia debían ser asesinados, según informa The Times On-line.

Dos meses después la chica desapareció, pero ningún familiar denunció la ausencia. Sólo la pareja de la joven, Ramat Suleimani, se puso en contacto con la policía. Tres meses después el cadáver de la chica apareció dentro de una maleta arrojada en una fosa improvisada de dos metros, bajo un montón de bolsas de basura, una nevera oxidada y un televisor desguazado en un jardín trasero en Birmingham. Los cordones con los que la habían estrangulado aún estaban atados alrededor de su cuello.

La joven nació en los territorios kurdos de Irak y llegó a Inglaterra a los 10 años con su familia, tras huir del régimen de Sadam Husein. Su padre, Mahmod Mahmod, que había formado parte del ejército iraquí, buscó la seguridad en Occidente pero estaba determinado a conservar las tradiciones de su cultura Mirawaldy.

Maltratos e intolerancia paterna

Mahmod Mahmod, padre de seis hijos, es un musulmán estricto que gobernaba su familia con mano de hierro. Cuando Bekhal, una hermana mayor, se vestía con ropas occidentales su padre le decía que era una prostituta, le golpeaba y le exigía que se colocara el velo. La chica escapó a los servicios de asistencia social y cuando tuvo la edad suficiente cortó todos los vínculos con la familia.

Cuando Banaz Mahmod tenía 17 años la casaron con un kurdo. Era importante que el matrimonio convenido funcionara porque otras dos hijas de Mahmod habían disuelto sus enlaces matrimoniales.

Pero la relación fue un desastre. La chica intentó ahorcarse y más tarde denunció a la policía que su marido la había violado. Arriesgándose a sufrir la ira de su padre, la chica abandonó a su marido y volvió al domicilio familiar en Mitcham, al sur de Londres.

Poco después conoció a Sulemani, un kurdo iraní, y la pareja se enamoró. Pero el chico no era un musulmán ortodoxo ni provenía de la región de Mirawaldy, así que el padre de Banaz le ordenó que nunca se casaría con él. Para advertirle de lo que sucedería si le desobedecía, la chica fue trasladada a un domicilio kurdo en Sheffield y recibió palizas durante dos semanas. Pero al volver a Londres, la pareja siguió viéndose en secreto.

Una fotografía fatal

El tío de la chica, Ari Mahmod, vio la fotografía del encuentro furtivo y se pudo en contacto con una banda de matones kurdos y planeó los asesinatos. Hubo un intento el día de año nuevo. Mahmod Mahmod llevó a su hija a casa de su abuela, en Wimbledon, y le dijo que esperara al resto de invitados. Pero la chica se temió la situación y huyó.

Días después, Mohamad Hama, de 30 años, y otros kurdos intentaron introducir a Suleimani en un coche. Pero el chico escapó, y mientras huía Hama le gritó: "Somos musulmanes y kurdos. No somos como los ingleses, que pueden ser novio y novia".

Pocos días más tarde, la chica estaba muerta. La noche antes de ser asesinada, fue a la policía pero rechazó la casa segura que le ofrecieron. La chica quería volver con su familia y no creía que su padre pudiera querer matarla de verdad. En su primera declaración policial afirmó: "No quiero dejar mi casa ni ir a un lugar seguro. Quiero quedarme con mis padres".

En el tribunal se han revelado una serie de llamadas telefónicas entre el padre y el tío el mismo día del homicidio. Los matones usaron un coche alquilado, sin saber que le habían colocado un aparato de seguimiento por satélite, que probaron que habían estado en casa de la chica el día de su desaparición y después en el domicilio donde se encontró el cadáver.

La hermana de Banaz, Bekhal, de 22 años, vive en un lugar secreto y no sale de casa sin llevar el velo porque teme que aún siga vigente un contrato para matarla después de que su tío le dijera que quería verla "reducida a cenizas".

Tras el juicio, Bekhal afirmó que aunque la vida en el hogar familiar "daba miedo y era intimidatorio", creía que la chica había vuelto a casa porque pensaba que su madre podría protegerla.

"Pero [en la cultura Mirawaldy] eso no es así, las mujeres tiene que obedecer a los hombres, sean maridos o padres", añadió.

El chico sigue bajo protección de testigos y llora a la mujer con la que pensaba casarse. "Era mi presente, mi futuro, mi esperanza. Lo mejor que me había pasado", señaló al final de los tres meses de juicio. "Mi vida se fue cuando Banaz murió. Tengo el corazón roto y estoy deshecho. Todos los sueños y las esperanzas están destrozados".

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