Fallece el arzobispo Marcinkus, director durante 18 años del llamado "banco del Vaticano"
Como director del Instituto para las Obras Religiosas, salvo al papado de la crisis económica y gestionó la crisis por el escándalo financiero del Banco Ambrosiano
El arzobispo estadounidense y ex presidente del conocido como "Banco Vaticano" Paul Marcinkus ha fallecido, en su casa de Phoenix, Arizona, a los 84 años de edad. El arzobispo era conocido en todo el mundo después de que la justicia italiana le acusara de estar implicado en la quiebra del Banco Ambrosiano en 1986, cuando presidía el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), más conocido como "Banco Vaticano".
De origen lituano, Marcinkus nació en Cicero (Illinois, EEUU), el 15 de enero de 1922. El arzobispo, de un metro noventa de estatura, empedernido fumador de puros y apasionado del golf y el tenis, era "muy temido y poco amado incluso más allá del Tíber", en palabras de su biógrafo, Gianni Morandi.
Director del IOR durante el caso del Ambrosiano
Pablo VI le nombró secretario del IOR en 1969 y dos años después se convirtió en el presidente de ese organismo que logró salvar el gran déficit de la Santa Sede tras el Concilio Vaticano II (1962-1965). Como titular del IOR durante 18 años (1971-1989), entabló amistad con altos personajes de la Iglesia y de la vida civil, pero también tuvo que afrontar algunos fracasos.
El primero fue la bancarrota del banquero siciliano Michele Sindona, que le costó al Vaticano entre quince y treinta millones de dólares. Poco después se produjo el escándalo del antiguo Banco Ambrosiano cuyo director, Roberto Calvi, apareció ahorcado bajo un puente del Tamesis, en Londres. Este episodio le supuso otros 244 millones de dólares en pérdidas para el Vaticano.
El Vaticano siempre le defendió en su puesto y nunca accedió a los requerimientos de la judicatura de Milán que querían procesarle, ni a los del fiscal del Estado, que dictó orden de captura contra el arzobispo y otros dos dirigentes del Ambrosiano en los años 80. Finalmente, el Tribunal Supremo de Italia le dio la razón al Vaticano y cerró la posibilidad de que fuera procesado en junio de 1988.
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