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El CSN apuesta por elevar la gravedad del incidente en Vandellòs y promete hacer autocrítica

El problema de corrosión en las tuberías fue clasificado como de nivel 1 en una escala internacional del 0 al 8

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha decidido ahora que el problema de corrosión generalizada que afectó a la central de Vandellòs II no es de categoría 1 (en una escala internacional del 0 al 8), y por tanto debe ser reclasificado y desde luego merece la apertura de un expediente que concluya con una sanción, posiblemente una multa millonaria. El organismo ha avanzado además que, "una vez que se dé por cerrado el incidente", "realizará una evaluación autocrítica" sobre su actuación en este y otros casos anteriores.

La Asociación de Personal con licencia de Operación de Control (APLOC, que agrupa a los técnicos) quiere elevar la calificación a nivel 2, mientras que la organización ecologista Greenpeace apuesta por el nivel 3. Hasta ahora, en la península ibérica sólo ha merecido nivel 3 un accidente en Vandellòs I en 1989, que terminó con el cierre de la central; de nivel 2 fue un incidente en 1992 en la central de Trillo (Guadalajara).

El CSN permitió que la central funcionara con "un aumento de riesgo" entre agosto de 2004 y marzo de 2005, y fue incapaz de detectar este problema pese a que comenzó en 1993. La presidenta del CSN, María Teresa Estevan Bolea, reconoció hace unos días que la central había informado en agosto sobre el problema de corrosión, pese a que lo había detectado en 1993. Estevan Bolea ha tachado de "inexplicable" que en 11 años ninguna inspección del organismo detectara esta falla. El sistema de refrigeración consta de dos tuberías, que cogen agua del mar para enfriar el motor diesel; además, otro circuito refrigera el núcleo del reactor. El problema se detectó en una de las 80 salidas con las que cuenta el sistema para permitir inspecciones en el interior; protegida sólo con pintura para la corrosión, una de ellas empezó a rezumar en marzo de 2004, pero la central sólo avisó cinco meses después, cuando se produjo una fuga.

Desde entonces y hasta el 15 de marzo de 2005, la central siguió funcionando, con permiso del CSN. "Se hicieron unas reparaciones y consideramos que podían operar aunque con márgenes de seguridad reducidos", ha explicado Bolea. La central se encuentra actualmente en estado de recarga y no se abrirá hasta que el organismo "tenga la plena seguridad de que la tubería está como se construyó inicialmente". La central pertenece a la Asociación Nuclear Ascó Vandellós, propiedad de Endesa e Iberdrola.

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