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DEMOGRAFÍA

La cumbre europea sobre envejecimiento finaliza sin estrategias concretas

El documento elaborado en Berlín advierte de que el envejecimiento de la población obligará a reformar cosas como el mercado laboral o las pensiones

Los ministros de Asuntos Sociales de los 55 países miembros de la Comisión Económica para Europa de la ONU han adoptado una estrategia para adecuar sus sociedades al envejecimiento creciente de la población, pero sin concretar cómo, en cuanto tiempo y con qué dinero se hará esa transformación.

"Los principios están ahí y son muy ambiciosos. Ahora corresponde a los gobiernos llevarlos a la práctica" ha destacado la secretaria de la CEE-ONU, Brigita Schmognerova, al clausurar hoy en Berlín la conferencia de ministros.

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La estrategia regional acordada en Berlín en respuesta al Plan de Acción Mundial pactado el pasado mes de abril en Madrid por la Asamblea de la ONU sobre Envejecimiento, pero no pasa de ser, en las 22 páginas que tiene de extensión, una gran declaración de principios. Ese documento y la declaración ministerial que lo acompaña reconoce que el envejecimiento paulatino de la población obligará a reformar el mercado laboral, el sistema de pensiones, intensificar la red de servicios sociales. Así como a paliar con mano de obra extranjera la falta de trabajadores nacionales y hasta a reforzar la prevención e investigación de enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil.

A consideración de los gobiernos

El plan habla también de aprovechar más la experiencia de los mayores, fomentar la ocupación de éstos, organizar campañas para mejorar su imagen, su potencial como consumidores y votantes, asegurar que disfrutan de sus derechos como personas, son tratados con dignidad en las residencias y no caen en bolsas de pobreza.

Así, la estrategia de los países de la CEE-ONU deja a la consideración de los gobiernos cómo asegurar, por ejemplo, que los trabajadores que ahora cotizan percibirán una pensión, que el monto de la misma les permita pagar un alquiler, que reciban asistencia sanitaria y que los que vivan solos son atendidos.

Tampoco asegura una reglamentación armonizada de las residencias para la tercera edad, que a tenor de las tendencias demográficas proliferarán considerablemente, ni unos mecanismos que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos en esos centros.

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