El Gobierno alemán y la industria sellan el final de la energía nuclear
La última central no se cerrará hasta 2021
A partir de la firma del tratado, no se concederán permisos para la construcción de nuevas plantas, y sólo estará autorizada la tecnología nuclear con fines de investigación. Sin embargo, la última de las 19 centrales alemanas no dejará de funcionar hasta 2021.
El documento no habla de fechas exactas para el cierre de las centrales, y únicamente un cálculo aproximado permite deducir estos plazos, que otorgan a cada central una vida útil de 32 años desde su puesta en funcionamiento.
El complejo sistema de cálculo en que se basa el tratado permite un canje energético entre las diversas plantas, de forma que las menos rentables podrán traspasar parte del cupo energético previsto en el acuerdo a otras más competitivas.
Concretamente, el tratado prevé que, con efectos retroactivos del 1 de enero de 2000, las plantas podrán producir 2.600 terravatios/hora en total, volumen que podrá repartirse entre las centrales.
El acuerdo ha sido por el canciller, Gerhard Schroeder, sus ministros de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, y de Economía, Werner Müller, y la cúpula de la industria del sector.
Para el verde Trittin, que se ha visto enfrentado a las críticas de las bases más ecologistas, el acuerdo supone un "paso histórico" en la política energética.
La industria lo ha calificado de "compromiso pragmático", pues los plazos de vida para las centrales son realistas y el acuerdo permite a las compañías libertad absoluta en la gestión de las capacidades energéticas.
Residuos al extranjero hasta 2005
Respecto al reciclado de los residuos, uno de los aspectos más espinosos de las negociaciones, Gobierno e industria han acordado que hasta 2005 se mantengan los controvertidos transportes al extranjero.
A partir de entonces y hasta que exista un cementerio definitivo, las compañías energéticas deberán almacenar los residuos en las propias plantas.
Un asunto que se discute desde hace décadas y que sigue sin resolverse es el del depósito definitivo de las varillas de combustible.
El Gobierno se ha comprometido a solucionar el problema de aquí a 2030, pero al mismo tiempo ha suspendido las tareas de exploración del único depósito que hasta ahora se preveía como cementerio, el controvertido Gorleben, que recientemente volvió a vivir una sonada protesta de los antinucleares a raíz de la llegada de convoyes con material reciclado en La Haya (Francia).
Ante la protesta masiva, el Ejecutivo decidió suspender por un periodo de entre 3 y 10 años la exploración de las minas de Gorleben, periodo que aprovechará para analizar otras posibles alternativas.
Los verdes, "traicionados"
Para las organizaciones ecologistas como Greenpeace, que habían depositado en el partido de Los Verdes todas sus esperanzas de cara al abandono rápido de la energía nuclear, el consenso viene a ser una traición a sus ideales, sobre todo teniendo en cuenta que el socio menor de la coalición surgió del movimiento antinuclear.
En señal de protesta por un consenso que califica de "intento de tomar al pueblo por idiota" activistas de Greenpeace instalaron ante las respectivas sedes de los partidos socialdemócrata y verdes un contenedor con tierra supuestamente contaminada procedente de los terrenos que lindan con las centrales de reciclaje de La Hague y Sellafield (Reino Unido).
"En las próximas dos legislaturas se desconectarán tan sólo cuatro reactores. ¿Qué tiene eso que ver con el abandono nuclear?... Para entonces se habrían cerrado de por sí por motivos económicos, pues todas son centrales vetustas", dijo Susanne Ochse, experta de Greenpeace en energía nuclear.
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