Vega Almohalla, la bisnieta de los serenos alza la voz
La abulense lanza su ecléctico primer disco, ‘Amapola’, en el que mezcla jotas castellanas con electrónica.
Tenía 13 años cuando se subió a un escenario para hacer de Pocahontas y lo vio claro: ahí, cantando para el público, estaría su futuro. Vega Almohalla vivía entonces en Ávila y había empezado a estudiar clarinete en el Conservatorio, siguiendo los pasos de su hermana, dos años mayor, que tocaba la flauta travesera. “No me gustaba, yo quería llegar a las clases de canto; mi abuela estaba en el coro de la iglesia y mi madre tocaba la guitarra y cantaba, siempre estábamos con los casetes”, recuerda. Cuando tenía 19 años subió un vídeo a Instagram en el que hacía una versión y, por casualidad, acabó colaborando con el dúo de aires urbanos Zazo & Gxurmet. Se dejó llevar. “No sabía lo que íbamos a hacer”, explica, pero ganaron el premio Vodafone yu Music Talent 2017 y luego ella lanzó en solitario En el aire, que se hizo viral por la banda sonora de Élite. Ahora es una de las 11 canciones de su primer disco, Amapola. Argumenta que es un trabajo de opuestos, “una canción habla de que te estás enamorando y eres superfeliz y en la siguiente todo se va a la mierda; en otra tienes éxito y en la de después todo es mentira y era solo un sueño”. Se plasma también en los ritmos, que combinan reguetón y baladas, jotas con electrónica.
“Las jotas las tengo tan adentro que me salen en la forma de cantar o a veces hago giros de las que conozco. Hay, por ejemplo, un tema basado en una de las canciones tradicionales que me cantaba mi abuelo, que se llama El sereno”, señala. Ahí se ve esa actualización de su herencia sonora castellana. “Mis dos bisabuelos eran serenos de los que cantaban la hora en los pueblos y hay gente que me dice claro, tú lo tenías que llevar dentro”, relata entre risas. Aunque se mudó a Madrid para estudiar en la Escuela de Teatro Musical Coral Antón y fundó su propia compañía, Cuadrazo, con dos compañeros, dice que la gran ciudad no es lo suyo y reivindica la España vacía. “Yo escucho una jota estando en Madrid y me dan ganas de volverme al pueblo”, asegura. Se refiere a Piedrahita (Ávila), donde creció y se escapa en cuanto puede. El futuro, para ella, está ahí: “Ahora, con el teletrabajo, los pueblos se tienen que llenar, hay que poner antenas para que llegue bien el wifi a todos y ya está”. Mientras, se prepara para llevar su debut musical al directo. Y, de nuevo, apuesta por dejarse llevar: “Prefiero que las cosas fluyan y no agobiarme, porque siempre están los números por delante de todo. Y quiero parar de pensar en eso y simplemente ser feliz con la música que hago”.
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