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La angustia de cambiar de trabajo: por qué nos dan tanto miedo los cambios laborales

El comienzo de un nuevo año parece ser un buen momento para decidir buscar un nuevo empleo, pero incluso si tenemos suerte, el proceso no está exento de retos.

Dar el paso de cambiar de trabajo puede generarnos angustia y miedos.
Dar el paso de cambiar de trabajo puede generarnos angustia y miedos.Getty (Getty Images/Maskot)

Con el año nuevo no podemos evitar plantear nuevos proyectos. Más allá de hacer un viaje, dejar de fumar, apuntarse al gimnasio y aprender inglés hay quien apuesta por cambios más ambiciosos, como dejar ese trabajo que ya no le aporta demasiado y apostar por nuevas oportunidades. Según una encuesta realizada por Simple Lógica a uno de cada cuatro españoles le gustaría cambiar de empleo y, además, tiene intención de hacerlo este 2023. Una cifra que aumenta entre los empleados administrativos y trabajadores cualificados, ya que al 31% le gustaría cambiar de empresa. La encuesta de Infojobs apunta aún más alto, y dice que el porcentaje de personas que quieren cambiar de empleo alcanza el 58%.

Si hubiera que elegir un momento para dar el salto, parece que precisamente el comienzo de un nuevo año puede ser el más acertado. El portal Universia afirma que enero y febrero suelen ser dos meses afortunados para los que buscan empleo porque con el balance del año anterior ya realizado, las empresas tienen más conciencia de sus necesidades de recursos humanos.

Siendo así, ¿qué es lo que nos frena a la hora de intentar buscar un nuevo empleo cuando no estamos contentos con el nuestro? Más allá de lo complicado del mercado laboral en un momento económico incierto y, por tanto, de la lógica necesidad de agarrarnos a algún tipo de estabilidad–aunque sea por aquello de más vale lo malo conocido– hay otras muchas razones que nos hacen pensarnos dos veces inscribirnos en una oferta para un posible nuevo empleo.

Elena Alameda psicóloga especializada en asuntos laborales y empresariales explica que “a los seres humanos nos gusta la estabilidad, lo familiar y conocido. Tomar una decisión que cambie nuestro estilo de vida y nos enfrente a lo novedoso, siempre nos genera estrés, angustia y nos hace sentir que debemos volver a ponernos a salvo. El trabajo que sabemos hacer bien, se convierte en nuestra zona de confort, por eso nos cuesta tanto decidirnos a cambiar de trabajo”.

Por su parte, Rafael San Román psicólogo especializado en bienestar emocional para empresas, explica que, en primer lugar, no todas las situaciones son iguales. “No es lo mismo cambiar un trabajo cuando tenemos otro, decidiéndolo nosotros de manera controlada, que dejar nuestro trabajo actual sin una alternativa y empezar a buscar otro empleo”.

En todo caso, lo más habitual es que tengamos que lidiar con emociones encontradas. “Lo normal es que aparezcan emociones positivas como la ilusión por iniciar algo nuevo y la esperanza de alcanzar logros profesionales satisfactorios. Pero, también pueden aparecer emociones negativas como el miedo a no dar la talla en el nuevo puesto”, analiza al respecto Bernardo Ruiz, psicólogo de Menttum.

El primer paso que debemos dar es ser capaces de inscribirnos en una nueva oferta de empleo. Algo que parece sencillo ya supone un primer reto a la hora de dedicar tiempo y energía a buscar y, en ocasiones, a hacer un balance real entre nuestras posibilidades y nuestras expectativas. Si hay suerte y nos contactan comenzará el arduo viaje de los procesos de selección. Según datos de LinkedIn, si bien hay mucha variedad entre los tipos de empleo, la media de un proceso de selección está entre los 60 a 65 días hábiles.

“Hay procesos muy largos, muy exigentes, con idas y venidas, periodos de silencio en los que no sabemos qué ha sido de nuestra candidatura, etc., y factores que influyen en cómo los vivimos: cuánto deseamos ese puesto, cuánto lo necesitamos, cómo nos encontramos en nuestra situación actual…”, expone Rafael Román sobre la gestión de la incertidumbre en estos días.

Si todo ha ido bien llegará el momento de empezar un nuevo empleo. Algo que suele vivirse como algo positivo, aunque eso no quiere decir que la adaptación al mismo sea siempre sencilla.

La pregunta de cuánto tiempo tardamos en adaptarnos a un nuevo trabajo también es relativa. Datos aportados por Harvard Bussiness Review dicen que el 72% de las personas declaran ser ellos mismos en el trabajo, aunque tardan una media de dos o tres meses en mostrar su verdadero yo en este ambiente. De este grupo, el 60% eran auténticos a los tres meses y el 22% a los nueve meses.

Adaptarse al nuevo entorno laboral hasta el punto de poder mostrarse de forma natural es un proceso importante. Tanto, que un trabajo publicado en Journal of Happines Studies concluía que, cuanto mayor sea el sentimiento de autenticidad de los empleados, mayor será su satisfacción en el trabajo, el compromiso y el rendimiento.

Al respecto de estas dinámicas, Bernando Ruiz señala que lo más importante es la adaptación a “un nuevo ecosistema laboral”. Eso incluye elementos como adaptarse a las nuevas tareas a realizar, a los compañeros y a los métodos de trabajo de la nueva empresa, etc.

Pero si hubiera que elegir uno de los factores más claves, quizás sería poder adaptarse al nuevo grupo social.  “Creo que los retos de formar parte de un nuevo ambiente laboral, tienen mucho que ver con la manera en que nos relacionamos con nuestros compañeros y la comunicación que mantenemos con ellos. Es esencial aceptar que necesitamos un tiempo de adaptación para aprender el funcionamiento de la nueva empresa y cómo se hacen las cosas. El apoyo en los compañeros es fundamental en estos casos”, insiste Elena Alameda.

Pero los jefes, claro está, también tienen su parte de responsabilidad. “La adaptación es un periodo de ajuste entre la empresa y el trabajador. Ambos tienen que poner de su parte para que tanto empresa como empleado acaben percibiendo que la decisión que han tomado de colaborar ha sido”, reflexiona por su parte Rafael San Román.

El psicólogo insiste en que ya en el proceso de selección el nuevo trabajador comienza a familiarizarse con la empresa, pero en la incorporación este “sigue siendo vulnerable porque tiene que adaptarse en poco tiempo a un entorno nuevo, donde ya hay muchas dinámicas personales y corporativas muy construidas y que él debe asumir, debe incorporar”.

Teniendo en cuenta estos retos, Elena Alameda aporta algunos consejos claves para que, si nos hemos decidido a buscar un nuevo empleo y hemos tenido suerte en esa búsqueda, la adaptación sea más llevadera:

 –Tiempo al tiempo: darnos un periodo de adaptación y tener paciencia para aprender poco a poco todo lo nuevo que trae nuestro nuevo puesto.

–Es importante reservarnos tiempo para nosotros, para hacer actividades que nos conecten, nos relajen y nos recuerden que seguimos siendo nosotros a pesar de los cambios.

–Rutina saludable. Despertarnos siempre a la misma hora, dormir a la misma hora, respetar nuestros horarios de comida, socializar y reservarnos un tiempo diario de descanso es esencial.

–Fomentar un buen descanso nocturno. En los procesos de adaptación a una nueva rutina, el estrés nos visita, por eso es importante descansar de manera adecuada por las noches y prevenir el insomnio.

–Mantener nuestra curiosidad. El eje central de un nuevo puesto laboral es el aprendizaje. Para ello, debemos mantener nuestra curiosidad activa, integrando todo lo que sabemos con lo que aprenderemos.

–Escuchar nuestras emociones y regularlas: Ante los cambios, nuestro mundo emocional puede revolucionarse, por eso es importante aceptar la compañía de cualquier emoción y regularla (técnicas de relajación, respiración consciente, meditación, poner por escrito lo que sentimos, hablar con alguien de confianza, etc.). Al fin y al cabo, se trata de expandir nuestra zona de confort, haciéndonos más flexibles y aprendiendo constantemente.

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