Por qué tomar café con los compañeros en la oficina no era perder el tiempo
Las conversaciones distendidas que se dan entre compañeros o superiores tienen más implicaciones laborales de las que imaginamos.
Ponerse al día con los acontecimientos del fin de semana, charlar mientras esperas en la cola del microondas, el café de media mañana… Si hay un gesto cotidiano asociado al trabajo que se ha perdido con la distancia que ha impuesto el coronavirus, es el de mantener esas pequeñas conversaciones de oficina.
Una realidad que muchos empleados que siguen trabajando en casa han ido notando a medida que pasan los meses. “Echas de menos las conversaciones tú a tú o esos pequeños ratos donde puedes comentar las impresiones del trabajo o, incluso, las preocupaciones cotidianas”, explica Carlos, trabajador de un medio de comunicación. “Creo que la relación con compañeros y jefes se modifica porque de forma telemática la comunicación se reduce a una sola vía: hablar tras la pantalla. Se pierde frescura e improvisación, aunque se compensa si el trabajo se hace en equipo”.
A priori, solemos pensar que estos mini encuentros con compañeros y superiores en el baño o en el comedor son intrascendentes, casi una pérdida de tiempo, pero ¿pueden llegar a tener incidencia en la forma más o menos amable en la que nos ven nuestros jefes o compañeros?
Según Jamie Terran, experta en desarrollo de carreras, sí. Tal y como explicaba en este artículo del New York Times, existe un concepto, la sintonía, que es lo que puede determinar finalmente que un superior decida ampliar una fecha de entrega si nos vemos apurados o proponerte a ti y no a otro compañero para lograr un ascenso. El motivo: que esas relaciones que construimos en nuestro entorno laboral hacen que les resulte más fácil recordar, en un momento dado, que todos somos humanos. Lo recomendable, por tanto, sería tratar de cuidar esas interacciones sociales en lugar de evitarlas a toda costa.
Sin embargo, Elena Huerga, coach de desarrollo profesional, entiende que estas conversaciones informales aunque lo sean, “no deberían de ser tan relevantes” en un contexto profesional porque se puede caer en una tendencia peligrosa y tóxica: “En esas pequeñas charlas de corrillo se pueden generar afinidades personales que luego sean más valoradas que las afinidades profesionales”. Huerga explica que “al final, a un trabajador, hay que medirle por las aptitudes y por las competencias de su trabajo. Muchas veces hay gente que nos cae mal y por ese mero hecho nos cuesta mucho más trabajar con ellos. No debería de ser así. Nos hemos acostumbrado a llevar demasiado lo personal a lo profesional. Evidentemente, somos personas, necesitamos relacionarnos, necesitamos hacer equipo, necesitamos motivarnos, pero lo que yo no estoy de acuerdo es con que todos esos elementos vengan de ese momento corillo. Tendrían que venir de otros aspectos”.
Cuando socializar en el trabajo se te hace cuesta arriba
Evidentemente, no todo el mundo reacciona igual antes estas conversaciones y la personalidad de cada uno determinará cómo nos enfrentamos a este trámite. Por lo general, los más tímidos o introvertidos suelen sufrir cuando se trata de socializar en estos contextos. Además, como señala la coach, “no todos necesitamos parar para descansar de la misma manera. Hay personas que, en lugar de hablar, en esos parones necesitan meditar, hacer un poco de deporte, salir a la calle a hacer un recado… Al final, te sientes en una vorágine de “lo que debe de ser”, del “vamos todos a tomar un café juntos”. Es algo que se ha instaurado en las empresas, pero realmente no es lo más beneficioso para todos”.
Una preocupación muy recurrente en estos casos es cómo mantener un equilibro adecuado entre lo profesional y lo personal para no pecar de imprudentes. En este sentido, la coach recomienda “ser observador, empático, notar cuando la otra persona se siente muy incómoda o cómoda y no forzar conversaciones. Hay gente que necesita más espacio. Hay que ser muy observador para apreciar qué le apetece compartir a cada uno”.
Cómo no perder el plus ‘personal’ trabajando a distancia
Aunque ahora es más complicado que esos encuentros amables se den en persona, el confinamiento ha dejado, según los profesionales del sector, cambios en positivo que nos han acercado a nuestros equipos de trabajo. “La gente nos ha abierto las puertas de su casa, los hemos visto sin maquillar, los hijos de muchos de nuestros compañeros se han cruzado por ahí cuando estábamos haciendo una videollamada, les hemos preguntado “cómo está tu familia”, “cómo te sientes”, “cómo lo estás llevando”, recuerda Huerga. “Eso sí que son cosas que unen a las personas”.
Para sobrellevar mejor esta nueva situación laboral, la experta en desarrollo profesional pone también el foco en quienes dirigen equipos para organizar mejor el tiempo, los objetivos y primar la productividad por encima del número de horas empleadas. Pueden ser los propios jefes quienes favorezcan, a través de distintas herramientas de videollamada, el compartir un tiempo juntos y que los descansos no estén tan mal vistos: “Yo los llamo café Skype”, señala Huerga. “Se puede marcar en el calendario una reunión semanal, en la que charlemos todos y en la que haya algún momento distendido”.
No solo los trabajadores pueden verse beneficiados por estas dinámicas. Según indican varios estudios, los jefes también sacan provecho de un mejor ambiente en la oficina, ya que lleva aparejado una mayor implicación, creatividad y productividad de los equipos. En países como Suecia, donde las jerarquías laborales están menos acentuadas, es habitual que superiores y empleados compartan un rato de café y charla. Y no lo ven como un momento de escaqueo, sino que lo entienden como una parte positiva de su jornada laboral. Asegurarse un buen ambiente de trabajo es también algo que preocupa en España, donde se considera un factor muy a tener cuenta a la hora de buscar o cambiar de empleo. Una circunstancia para la que resulta imprescindible contar con jefes que entiendan la necesidad de promover buenas prácticas y relaciones entre los miembros del equipo.
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