La fundadora de Atelier Batac: «Vivir rodeado de belleza te alimenta el alma»
Hablamos con Cristina Gómez, fundadora de esta firma española de marroquinería, sobre cómo trabajando con las manos emprendió un nuevo camino y encontró la respuesta a todas sus preguntas.
Cristina Gómez descubrió la artesanía de manera casual. A lo largo de muchos años se dedicó a diferentes sectores relacionados con las artes –es algo que corre por sus venas– hasta que en 2014 se fue a vivir a Colombia y se topó con el mundo de la marroquinería. “Me enamoré de la artesanía y el trabajo con las manos y estuve formándome allí dos años. Cuando conectas con el material, además de ser algo terapéutico, te ayuda a crecer a nivel personal. Había encontrado mi material y mis proporciones aunando estética y función”, nos cuenta en una conversación telefónica a S Moda desde Barcelona, donde reside.
Licenciada en diseño de interiores en la escuela Massana, Barcelona, a lo largo de los años ha ido saltando a diferentes escenarios muy dispares. “Trabajé como diseñadora de interiores, más tarde me pasé al mundo de la publicidad como asistente de dirección; también hice cortos, musicales…” recuerda. Su firma Atelier Batac ha sido un resultado orgánico de su recorrido anterior siempre con la creatividad como hilo conductor. “Batac ha sido la confluencia de muchas formaciones que no me terminaban de llenar, siempre estaba buscando algo más”, confiesa la diseñadora catalana.
“Sin prisa, pero sin pausa”, así es como vivió Cristina los primeros años de Atelier Batac –cuyo nombre se debe a un juego de palabras entre Bogotá y Barcelona–. En 2016 y ya de vuelta a su ciudad, alquiló un local en el que instaló un pequeño taller para empezar a trabajar. “Por entonces en Barcelona empezaba a despuntar el trabajo artesanal, había un tejido de profesionales que veníamos de sectores relacionados con las artes y nos estábamos reconvirtiendo abrazando la recuperación de los oficios”, recuerda. En su atelier recibía pequeños encargos y confeccionaba las piezas en su totalidad. “Estaba yo sola y cada pieza, al tratarse de encargos personalizados, requería mucho tiempo y trabajo. No me salían los números”.
En el momento inicial de emprender su proyecto, la fundadora de Batac focalizó su producción en un solo producto: el bolso. Una inclinación por el accesorio femenino que no vivió como algo casual, sino una celebración del empoderamiento de la mujer. “Su significado a nivel socio cultural es muy potente. En él se guarda dinero o las llaves por lo que simboliza la independencia femenina», resume. En 2017 lanzaba un solo diseño en distintos colores, Water Melon,en el que evocaba los atardeceres de la época estival. “Después de pasar cuatro años viviendo en el Trópico echaba de menos el clima, el verano perpetuo… me di cuenta de que tenía una esencia muy Mediterránea”, señala. Un primer modelo ideado para el tiempo de desconexión en el que forma y función caminan en sintonía. “La forma recuerda el corte de la sandía, con líneas muy suaves. Decidí que el bolso fuera de mano porque quería recordar el placer de los paseos de tarde los días de verano”, detalla. Porque si bien la versatilidad es otra de las características de sus piezas, la estructura persigue obligarnos a elegir lo imprescindible. “Que un bolso sea de mano y de pequeñas dimensiones te provoca hacer un ejercicio de lo esencial. No quería hacer bolsos donde lleves contigo toda una vida, son creaciones que están asociadas a momentos de placer. Cuando llevas el bolso en la mano te mueves de otra manera”, detalla.
Fue ahí cuando empezó a vender sus piezas artesanales en un marketplace sueco y poco después llegó la sorpresa: abrían tienda en Nueva York y querían sus diseños. Ahí –y aún con todo el peso de la marca a sus espaldas– daba un paso más y abría mercado al otro lado del charco; momento en el que decidió externalizar parte de la producción a un pequeño taller artesanal de Barcelona con el que trabajar mano a mano. “Entendí que si quería continuar por este camino no podía ocuparme de la producción yo sola. Además, un artesano necesita una vida para afinar su expertis y el hecho de empezar más tarde te condiciona”, recuerda.
Tras estos primeros años de vida de la firma, la diseñadora reconoce el concepto de belleza como punto de partida a la hora de idear sus colecciones. «La belleza en general me parece un aporte a la sociedad que muchas veces se tilda de superficial, pero vivir rodeado de belleza te alimenta el alma”, desvela. Un estilo que plasma en su trayectoria a lo largo de diferentes disciplinas artísticas y defendiendo líneas puras y acabados geométricos acordes al minimalismo. “Son piezas conectadas con una sensibilidad especial por la arquitectura, como pequeñas esculturas”, confiesa. Diseños sin edulcorantes y al margen del ritmo de las tendencias que se anclan a la atemporalidad con la misión de resistir el paso de los años. “Mi estilo es más depurativo, un clásico-reinventado. Algo que me gusta es que yo no mato los diseños: no quiero que sean solo una novedad. En cada uno de ellos la elección del color es muy importante, creo mucho en las frecuencias cromáticas”, resume Gómez.
“Hemos sido el país cuna del fast fashion, y en parte tiene que estar presente, porque aporta una función a nivel económico”, apunta. Nuestro país ha sido testigo del desarrollo imparable de la moda rápida a lo largo de las últimas décadas –según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (ASIRTEX) cada español tira una media de 14 kilos de ropa al año–. Pero el escenario de alarma mundial vivido a lo largo de los últimos meses y el stop impuesto de la vida social, ha acelerado un cambio de tendencia en la mentalidad del consumidor, ahora con más tiempo para digerir información y entender un poco más la propuesta de las marcas distanciándose de la compra compulsiva. “Hoy en día la gente es consciente de lo negativo camuflado en esa sobreproducción y está empezando a apoyar a las industrias nacionales y el saber hacer, hay un reconocimiento de la sabiduría del artesano. Siempre hemos sido un país con mucho talento a nivel artístico y ahora estamos viviendo una especie de recuperación y valorización del producto nacional”. Cambio que además podría cristalizar en las pequeñas marcas emergentes made in Spain que han salido a flote. “El punto de inflexión ha sido de ida y vuelta; también han surgido muchas marcas pequeñas que apuestan por una producción local en diferentes sectores”, añade.
Emprender, si bien no es tarea fácil es, en cierto modo, una forma de comunicarnos con el mundo, según apunta la diseñadora: “Es esencial tener pasión y sentir que ese proyecto es un canal para expresar lo que llevas dentro. Tu proyecto es un catalizador de tu talento”, explica. Pero además de creatividad requiere una dosis de realidad. “Es necesario aterrizar ese sueño y saber en quién apoyarte. Y si no sale como imaginabas, todo lo recorrido te servirá en algún momento de tu vida”, concluye.
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