De ‘top manta’ a ‘top model’: los manteros que sueñan con ser modelos
Nace en España Topmantatopmodel, un proyecto sin ánimo de lucro que demuestra el talento de estos jóvenes africanos para modelar o interpretar. El objetivo es claro: que puedan cambiar las calles por las pasarelas.
Abdou Touray siempre quiso ser modelo. Un objetivo vital difícil de conseguir en Gambia, el país africano que lo vio nacer hace 29 años y del que decidió huir acusado de traición por el régimen del dictador Yahya Jammeh. «Salí de África a través de Libia en 2013. Desde allí viaje a Italia y después a Suiza. En 2015 llegué a España», cuenta a S Moda en un perfecto inglés. A pesar de que también habla francés, seis lenguas africanas y está aprendiendo castellano; a pesar incluso de su experiencia como informático durante su estancia en Suiza, Touray no ha podido encontrar en territorio español una vía para abandonar las calles. Como otros tantos compatriotas, recorre la capital intentando subsistir con lo que gana como mantero. «No me gusta trabajar en el top manta. No es lo que quiero hacer, pero no tengo elección. Estoy en las calles porque nadie me da la oportunidad de hacer otra cosa», lamenta. Su destino podría estar a punto de cambiar.
Abdou ha sido seleccionado, junto a otros seis manteros, como parte del primer casting de modelos de Topmantatopmodel, una iniciativa española sin ánimo de lucro que ofrece a estos jóvenes de origen africano un escaparate en el que mostrar su talento para el modelaje o la interpretación. Bajo el lema «from sidewalk to catwalk» este proyecto, que acaba de ver la luz sirviendo de puente entre estos aspirantes a modelos y las marcas que puedan necesitar perfiles semejantes a los suyos, pretende precisamente que estos jóvenes puedan cambiar las calles por las pasarelas. Detrás de la plataforma está el publicista y director creativo Julián Zuazo, que junto a Susanne Pfingsten y un grupo de prestigiosos profesionales de la producción cinematográfica, la publicidad y la moda, ha dirigido un vídeo –el primero de muchos– que muestra las dotes de estos jóvenes para ser futuros maniquíes.
Según cuenta, la idea surgió de su propia necesidad profesional de encontrar modelos negros. «Siempre he tenido que buscarlos fuera, en Nueva York o Los Ángeles, y un día caminando por la calle me di cuenta de que los teníamos aquí», explica Zuazo. Así fue como se le ocurrió crear una web que pudiera conectar a estos chicos con las marcas. «En la página aparecen sus fotos, una pequeña biografía y un teléfono de contacto para que les llamen directamente. Nosotros damos el apoyo y la asesoría legal para que les puedan hacer un contrato por obra», detalla Pfingsten, al frente de la comunicación del proyecto. «Colaboramos con un abogado experto en inmigración que está en contacto con la Secretaria de Estado de Migraciones, Consuelo Rumí, y gestiona todo desde el punto de vista legal. Existe un apartado dentro de la legislación española que permite contratar a un extranjero indocumentado siempre y cuando un español no sea capaz de hacer el trabajo. Como no hay demasiados españoles negros de dos metros, no se le está quitando el puesto a nadie y todos ganamos», añade. Marcas nacionales como García Madrid, Lola Li, The Beest o Mariana Barturen no han dudado en sumarse al proyecto de forma altruista vistiendo a los chicos en esta primera campaña.
«Ser modelo fue mi sueño desde siempre, pero nunca tuve la oportunidad. En Gambia no era fácil acceder a un casting ni tenía la ropa adecuada para presentarme. Cuando hice la sesión de fotos y el vídeo con Topmantatopmodel me sentí muy bien, muy cómodo. Este tipo de proyectos son muy importantes para nosotros porque no tenemos opciones. Ojalá mi sueño por fin se haga realidad», desea en voz alta Abdou Touray. Junto a él aparecen en el vídeo seis manteros más y cuatro bailarinas inmigrantes (Miriem, Grace, Yanis y Yonaria) a las que también es posible contactar gracias a la web. Su tocayo Abdou Sakhor llegó a España desde Marruecos, en una travesía en patera en la que estuvo a punto de perder la vida. Al igual que Mama Gore, otro senegalés que también cruzó el Mediterráneo con la esperanza de ayudar económicamente a su familia, un objetivo que ahora espera lograr «dejando atrás la vida de mantero que es peligrosa, dura y dolorosa». Las historias de Bamba, Dieumba Cisse y Cheick son muy similares: todos abandonaron sus países en busca de un futuro mejor.
«Puede que sea difícil que triunfen al nivel de Adbut Aketch, la modelo refugiada que ha posado, entre otras, para Chanel, pero queremos que se sientan parte de nuestra sociedad más allá de que trabajen o no en la industria. Nuestro objetivo también es cambiar cómo les percibe la gente y que puedan conocerlos», reclama el alma máter del proyecto. Según relata, fue muy fácil que durante la sesión pudieran hacer movimientos y poses semiprofesionales porque, además de cualidades físicas adecuadas, «estaban entregadísimos». «Recordaban su pasado y no podían creer que ahora estuvieran rodando un vídeo. Se sentían importantes. No quieren compasión, sino estar en el lugar que se merecen».
A aquellos que puedan pensar que es frívolo vincular la moda con un grave problema social, los creadores de la iniciativa tienen claro qué contestarles. «No cabe duda de que top manta y moda son antagónicos, pero cuando no puedes con tu enemigo, únete a él. Si las marcas pueden sacarlos de las calles y darles un trabajo para el que sirven evitarán también que sigan vendiendo sus productos fake», opina Pfingsten. Julián Zuazo secunda sus palabras: «Nosotros afrontamos nuestro trabajo de una forma muy seria. En nuestra industria necesitamos trabajar con gente que ayude a la firmas a vender sus colecciones de moda o sus productos. Para nosotros eso no es frívolo». Para Abdou Touray y sus paisanos, tampoco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.