La diseñadora que cambió la presión del ‘fast fashion’ por el idealismo de la moda
Nines Adeva trabajó durante casi una década diseñando para Zara y Sfera. Agotada por la vorágine de la moda rápida, lo dejó todo y ha creado Teeny Bopper, un elogio a «la ropa con sentimientos».
Los estadounidenses apodaron en los 50 a las chicas (blancas) de clase media que se pasaban el día escuchando vinilos y soñando con sus ídolos como Teeny-boppers. Así, en singular, se llama la recién estrenada marca de Nines Adeva. Un nombre que mucho tiene que ver con su creadora y con su historia personal. Adeva (Madrid, 1982), al igual que esas teeny boppers que se evadían con sus mitos, es una soñadora que rechaza desprenderse de la inocencia y grandes sueños que empapan la experiencia adolescente. Tímida, romántica e idealista, charlar con ella supone adentrarse en un universo plagado de referencias culturales –desde Martin Amis a Witold Gombrowicz o Joyce Carol Oates–, y maravillarse ante una férrea voluntad por apostar en uno mismo y en sus valores. Ella, que se pasó casi una década lidiando con los sofocantes timings y calendarios de diseño de esa máquina incansable que es el fast fashion, ha decidido dar carpetazo al sistema de moda pronta y fundar su propia marca.
Su primera colección, Dinara, con una edición limitada de siete prendas que se mueven entre una horquilla de los 29 a los 320 euros, es un elogio al slow fashion y está inspirada en la semidesconocida directora de cine soviético Dinara Asanova. La directora, como ella, ahondó entre las tensiones entre los adolescentes y el mundo de los adultos. «Investigando para encontrar nuevas tendencias en el trabajo me encontré con un retrato suyo. Me fascinó al instante. Empecé a investigar y me topé con textos sobre ella de Julio Pollino Tamayo. Aunque sus películas no están traducidas, sus imágenes son hipnóticas, ahonda con la inocencia de una forma con la que me identifico muchísimo». Entre las estampas de su moodboard inspiracional sobre esta directora se adivina una foto con el lema «Clothes have feelings» (la ropa tiene sentimientos), porque para Adeva la emoción no tiene por qué sustraerse de la ecuación en la concepción de las prendas que vestimos.
Aveda empezó su carrera diseñando para Pepe Jeans a inicios de los 2000. Trabajó bajo la batuta de Miguel Ramírez, que decidió apostar por «la becaria» y contratarla para el departamento de diseño. Allí pasó un año y medio («fue muy enriquecedor, Pepe Jeans no estaba dentro de la maquinaria de producción que exigen hoy las empresas de moda rápida»). Después llegarían dos años en Arteixo, sede de operaciones de Inditex, donde descubrió «la presión» por diseñar a gran escala –estuvo en el departamento de niños y después saltó a mujer– pero también se llevó un buen puñado de contactos y amigos (su logo, por ejemplo, lo ha diseñado una compañera de aquella época). «Trabajar en Inditex es como estudiar un máster increíble, aprendes muchísimo, desde cómo se realiza un editorial a los procesos de producción, pero también es un lugar de trabajo con muchísima presión y competitividad», recuerda.
La sensibilidad de esta creadora no terminaba de cuajar con el modelo de las grandes cadenas, pero decidió seguir intentándolo cuando la fichó Sfera. En la empresa pasó cuatro años y medio, especializándose en tejidos de punto, pero la vorágine pudo con ella. «Es un concepto de la moda que no cuaja conmigo. No te da tiempo a pensar y perdí la inocencia en los diseños, hubo un día que ya no podía ni dibujar, así que pedí el finiquito y lo dejé», apunta esta admiradora del trabajo de Rei Kawakubo, Peter Jensen o Comme des Garçons.
Algo de ellos se adivinan en sus diseños, que han visto la luz después de un año intenso de producción. En abril del año pasado se apuntó a un curso de emprendedores de la firma peSeta. «Tenía experiencia y las ganas, pero no conocía a nadie que hubiese pasado por esto. Laura (Martínez del Pozo, diseñadora de peSeta) había pasado por ello así que me vino fenomenal contar con alguien que te diese pautas». Contactó con talleres de Portugal para sus telas en una feria que le recomendaron en el curso –en Madrid le han confeccionado las prendas– y tras una inversión inicial, mucha dedicación y esfuerzo (ella sola se ha encargado de todo), Teeny Bopper es una realidad.
El lookbook de Dinara, su primera colección, toma como referencia el universo estético de la Nouvelle Vague (la estética de Asanova, musa de la colección «era demasiado lúgubre» para las fotos), y está realizado por amigos (Elena Grimaldi, Noelia Terrón y Miguel Tragacete). «Solo con ver acabada la colección ya me doy por satisfecha», apunta Adeva, aunque éste no es su punto y final en el diseño. Su intención es producir dos colecciones al año y centrarlas, al igual que Dinara, en personajes inspiradores y con esa sensibilidad que ella defiende a capa y espada. «Necesitaba salir de las grandes empresas en las que continuamente me tenía que fijar en el trabajo de otros diseñadores para fijarme en mí misma», sentencia.
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