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El inimaginable apogeo del tatuaje no convencional: artistas y tendencias que dibujan el nuevo panorama ‘tatoo’

Es difícil definir el nuevo de estilo de tatuar que se impone. En su desarrollo destaca la importancia del Ignorant, un movimiento que nació de la necesidad de romper con la estandarización del graffiti, que se desarrolló en el mundo de la pintura o la moda y que acabó asentándose también en el del ‘tattoo’.

Uno de los diseños de Rita Salt.
Uno de los diseños de Rita Salt.instagram @ritasalt
Jimena Marcos

Entre marzo y abril de 1945 Jackson Pollock realizaba su segunda exhibición en solitario en la galería Art of this Century de Peggy Guggenheim en Nueva York. Muchos de los allí presentes reconocían estar viendo algo único pero sin, duda, difícil de comprender. Los más críticos hablaban de un estilo “dramático y controvertido” pero, sobre todo, de “una indiscutible ausencia de técnica artística”.

Es verano de 2022, en una gran nave transformada en estudio en el madrileño barrio de Vallecas y la artista Ana Rodríguez (@polvo_eres) de 33 años repasa con los dedos la silueta de un caballo de estilo infantil que tiene tatuado en la pierna izquierda “este me lo hizo una amiga y es de mis favoritos. A mí me ha costado y me sigue costando llegar a esta deconstrucción del dibujo y sobre todo, el poder decirme a mí misma que no pasa nada, que está bien dibujar así”. Ana estudió Bellas Artes entre México y España, hace más de 10 años que se dedica al mundo del tatuaje y reconoce que uno de los estilos que más admira en el arte es el de sus sobrinos pequeños. Por eso una no puede determinar si los bocetos y las pinturas que cuelgan en la pared de la nave son fruto de un impulso creativo o de un metódico proceso de borrado de costuras. Así lo recitaba Gata Cattana: “Tan complicado como hacerlo sencillo”.

Ana pertenece a una generación de tatuadores que han roto con el estilo tradicional en pos de diseños “más libres”. En algunos de estos portfolios de Instagram priman las líneas agresivas, llenas de vértices, pinchos y espinas pero también, como ocurre en el caso de Ana, ilustraciones más cute, es decir, ‘monas’, rozando incluso lo infantil. “Creo que por eso solo he tatuado a cinco tíos heteros en mi vida” dice Ana entre risas “mis clientes suelen ser, sobre todo, gente no binaria, mujeres y personas racializadas”. Y es que, en paralelo, está desarrollando un proyecto llamado Black and Brown are Beautiful en el que desmonta la idea de que no se puede tatuar a color en pieles oscuras.

Lleva los ojos maquillados con doble línea negra y resaltan unos pequeños brillantes pegados en la parte inferior de los ojos que se arrugan cada vez que sonríe. Habla con pasión de sus influencias y artistas que admira: Rita Salt o Simon Hanselmann. Siente curiosidad por las figuras de porcelana, los juguetes del Imaginarium donde trabajó durante un tiempo y por Fantadroms la serie letona del Estudio Dauka de mediados de los ochenta. Aunque su biblia y su ABC son los fanzines y los cómics del estilo de Jim Woodring.

El cómic alternativo, como Frank de Woodring, vertebra a muchos de estos tatuadores, también a Ramón Duerto (@nadabien, de 30 años) uno de los tatuadores más populares fuera de la escena underground debido a los diseños que ha realizado para el grupo de música Carolina Durante y, recientemente, la portada de Facendera la primera novela del poeta Óscar García Sierra.

En Casa Antillón, un estudio y espacio colectivo de arte y arquitectura situado en Carabanchel, Ramón se mueve esquivando el gran balancín que ocupa una de las salas, camina junto a varias mesas repletas de retales de cuero y diseños de joyas hasta llegar a su mesa de trabajo donde esperan algunos bocetos de vacas, ángeles, duendes y espinas. Entre sus referentes están los ilustradores Michael Deforge y Jesse Jacobs aunque el primer tatuaje que hizo fue “la letra de una canción de Mobb Deep, un dúo de rap americano”. Ramón estudió Comunicación Audiovisual y empezó a tatuar de una forma muy parecida a Ana y a otros de compañeros de profesión: por un amigo. “Conocí a unos tipos en Londres, uno de ellos tenía un tatuaje de un jugador de béisbol hecho con un estilo muy carcelero, me contó que se lo había hecho un colega con aguja de coser y tinta china. A partir de ahí empecé a investigar”. Una de las primeras clientas de Ramón fue su madre “le hice una estrella en la muñeca con aguja de coser y tinta que quedó un poco mal, ahora tiene los dos brazos llenos y quiere que le tatúe un dragón en la pierna… o algo así”. Ramón alterna el tatuaje con máquina y a mano, o handpoke, una técnica que, erróneamente, se confunde muchas veces con un estilo: “Se puede tatuar lo mismo utilizando una técnica u otra”, apunta Ramón.

Unos compañeros del taller se acercan para pedirle ayuda con un aerógrafo. Ramón lo coge con delicadeza y observa la máquina a través de sus pequeñas gafas redondas. Sin decir mucho, comienza a buscar entre sus herramientas de tatuar, desmonta uno de los aparatos, saca una pieza diminuta y se la da a sus compañeros “con esto debería funcionar”.

Es difícil definir este nuevo de estilo de tatuar, Ramón habla de “tatuaje no convencional” y tanto él como Ana destacan la importancia del Ignorant, un movimiento que nació de la necesidad de romper con la estandarización del graffiti, que se desarrolló en el mundo de la pintura o la moda y que acabó asentándose también en el del tattoo. Pero, sobre todo, fue el ‘culpable’ de que la gente comenzara a tatuarse dibujos aleatorios, sin mucho significado o discursos grandilocuentes detrás. Ahora los jóvenes priorizan el gusto por el artista y sus diseños de forma que van completando los huecos de piel vacía como quien va armando una galería de arte ambulante.

“Lo que le pasaba al tatuaje es que ha sido un arte muy endogámico” cuenta Leopoldo Mata (@le__polo) de 27 años. “Muchas disciplinas creativas han sido más permeables a lo largo del tiempo, pero al tatuaje le ha costado mucho. Llevábamos años tatuando diseños marineros o japoneses que nada tenían que ver con nuestra cultura”. Leo estudió en la facultad de Bellas Artes de Cuenca, actual cuna de artistas que, entre otras cosas, se dedican al tatuaje no convencional y que, a su vez, ya vio nacer en los años noventa a toda una generación de cómicos que rompieron con las reglas preestablecidas, en aquella ocasión, en el mundo del humor. Ellos eran y son: Ernesto Sevilla, Joaquín Reyes, Julián López, Raúl Cimas, Carlos Areces y Pablo Chiapella, Los chanantes.

Tras salir de la universidad, Leo hizo del tatuaje su vida en Francia donde encontró un buen nicho de clientes en un grupo de Facebook de españoles en París “dibujaba vírgenes, frases, lo que me pidieran… aprendí mucho y gracias a esa experiencia me di cuenta de lo que no quería hacer”. Empezó entonces a hacer diseños menos convencionales, a subirlos a Instagram y a tatuar a quien le apeteciera hacérselo en la piel. Comenzó a viajar por todo el mundo y vio como en Londres, Alemania o Estados Unidos se recibía mejor su estilo de tatuar que en el resto de países mediterráneos, incluso en España.

Fuera de nuestras fronteras artistas como Tender Boy (@tenderboy_) o Auto Christ (@auto_christ) acumulan en sus cuentas de Instagram miles de seguidores. “Ellos mantienen un estilo muy trash” comenta Leo “aparentemente parece muy amateur aunque lleven viviendo de ello y trabajándolo desde hace años”. La diseñadora, directora creativa y youtuber Julieta Wibel señala que “este estilo trash (basura) se debe al auge del feísmo, de lo kitsch, de la representación de la inmundicia al más puro estilo John Waters en Pink Flamingos, película en la que Divine lleva la performance hasta los límites de lo grotesco”. Julieta también habla de la vuelta de los tribales y la estética “dosmilera”. “Se acabó el minimalismo, estamos volviendo al ‘más es más’, al collage, a la mezcla de muchos estilos, al do it yourself y a trabajos más creativos”. Destaca también el trabajo de artistas como Eva Jiménez (@134tattoo), Neto Rabia (@neto_rabia) o Acid Ambar (@acid.ambar) responsable de las mariposas que lucía Rosalía en los carteles promocionales del disco Motomami que cubrieron la famosa torre de Times Square.

Es difícil determinar si este estilo pasará a ser mainstream o morirá en el camino, Wibel señala la celeridad con la que las modas van cambiando y Leo parece no estar muy seguro de seguir por el mismo camino: “El mundo del tatuaje me gusta mucho pero no me llena todo lo que necesito, me resulta difícil cambiar, evolucionar y probar cosas nuevas sin perder los gustos del público”. Además de la pintura y el tatuaje, Leo ha colaborado con fotógrafos de moda, interviene en los diseños de Alberto Martín, fundador de la marca de ropa Boltad Brand y está preparando la portada del disco de un artista de música urbana.

Para él la música es su gran fuente de inspiración “dibujo combinando elementos, los repito, los deformo” mientras escucha hyperpop, Breakcore, y, sobre todo Aphex Twin. Una de las figuras más innovadoras e importantes del mundo de la electrónica que en los años 2000 publicó varios álbumes inspirados en John Cage, aquel tipo que pasó una vida estudiando teoría musical para acabar componiendo una pieza única de 4’33 minutos de absoluto silencio. Incomprensible como Pollock, como Ana, Ramón o Leo.

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Sobre la firma

Jimena Marcos
Periodista en EL PAÍS Audio. Trabajó como editora jefa en Podium Podcast y como guionista en programas de TVE y Movistar+. También ha colaborado con Producciones del K.O, Carne Cruda, Radio 3, La Coctelera y Adonde Media.

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