Sybilla, la perla del diseño nacional prepara su vuelta
En 2005, en la cima de su carrera, se retiró. Hoy, con la Medalla al Mérito de las Bellas Artes y de nuevo al frente de su firma, Sybilla nos abre su archivo, con el que da una lección de costura.
Estos diseños cuentan una historia de amor: la que siento por las mujeres a las que he vestido», nos comenta Sybilla en su nuevo taller de Madrid. No se siente cómoda con las entrevistas, para ella es como desnudar a alguien que ama la moda. «Prefiero dedicar mi energía a crear patrones que hagan que mis clientas se vean con el culo de una brasileña o a idear pequeños detalles que te enamoren en las prendas que a darme a conocer. Unos consideran que mi silencio es un error, otros lo ven como una estrategia para crear misterio. La verdad es que es mi personalidad», dice.
Nos abre la puerta del salón de su estudio. Un espacio pintado de blanco, con muebles del mismo tono, en el que los laterales están cubiertos por percheros repletos de sus diseños ordenados por colores: verde, violeta, rojo, negro… Prendas históricas y otras nuevas –que vende en sus más de 70 tiendas repartidas por Japón– que muestran la consistencia de una trayectoria que ha construido en torno a los opuestos. «Intento ser coherente conmigo y con mi vida, con lo que hago y digo. Imagino que esa es la fuerza que me empuja o que hace que me esconda de repente; porque estoy llena de contradicciones. Es posible que los acontecimientos de mi vida se reflejen en mi trabajo. A veces pienso que hacer convivir en una sola pieza aspectos tan distintos como la funcionalidad y la seducción, la sorpresa y la discreción, la sensualidad y el humor es un intento desesperado de coherencia», afirma rompiendo con su proverbial timidez.
El vestido España fue una pieza creada para la bailarina Blanca Li, un diseño que lució en la fiesta que dio Louis Vuitton para celebrar la colección con la que conmemoraba el centenario del nacimiento del estampado Monogram.
Juan Gatti
Se sienta en uno de los sillones y comienza a repasar el archivo histórico que nos abre en exclusiva. Allí se suceden de manera ordenada imágenes firmadas por Javier Vallhonrat, Julio Limia, Ouka Leele o Juan Gatti. También prendas que sedujeron a los americanos Bergdorf Goodman o la italiana Biffi, a publicaciones como The Face, Vanity Fair, The New Yorker o Vogue Paris e Italia, y a maisons como Louis Vuitton o Capucci, que le pidieron que colaborara con ellos. Un trabajo por el que en marzo se le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. «Llega de manera inesperada, justo en el momento en el que recuperamos el control de la empresa y de las marcas. Lo considero un premio al equipo junto al que he trabajado todos estos años con pasión». Entra Paloma Morales, la top de los 80 y su eterna colaboradora. «Ella fue, y es, mi modelo de pruebas de siempre. Ahora estamos empezando a hacer algo a medida, y pronto presentaremos una colección para vender en contadas tiendas del mundo. Vamos poco a poco y lo estamos disfrutando».
La colección Aeropuerto era una parodia del estilo de vida de Sybilla en estos primeros años. Comenta que en esa época comenzó a plantearse abandonar los desfiles cada seis meses como una obligación
Javier Vallhonrat
Lo que obliga a la inevitable pregunta. ¿Qué ha pasado desde que dejó su firma? «En 2005 se vendió gran parte de la empresa y se cedió la gestión. Fue muy duro ver descomponerse lo que habías creado, y una gran lección. Pero también pude parar y dedicarme a otras cosas». En estos años se refugió en su casa de Son Rullán, Mallorca, donde creó un centro de estudios dedicado a la sostenibilidad y la transformación social. Continuó diseñando para Japón, vistió a las bailarinas Sara Baras o Tamara Rojo y desarrolló Fabrics for Freedom, con la que pretende sensibilizar a la industria textil sobre el consumo de tejidos responsables. «Durante esos años tuve una salud frágil. Ahora trabajo con la misma intensidad, pero espero haber aprendido a tratarme con más cariño», asegura.
Mientras se desmontaba su reino en el madrileño callejón de Jorge Juan (junto a su tienda y showroom estaba la boutique de su segunda línea Jocomomola), ella abrió su archivo a Olivier Saillard, comisario de las exposiciones Histoire idéale de la mode contemporaine vol. I y vol. II en el Museo de las Artes Decorativas de París, en 2010 y 2011 respectivamente. Allí compartió espacio con Jean Paul Gaultier, Alaïa o Lacroix. Y allí resurgió el interés de la prensa internacional por su figura. «Eso, de alguna manera, me reconcilió con mi trabajo, me dio ganas de volver y fuerzas y contactos para tomar el control de la empresa y empezar algo nuevo». Algo que comienza ahora.
Esta foto de 1985 la hizo Ouka Leele en Mallorca, donde vivo ahora, para ilustrar la marca Moda de España». En esta época Sybilla hizo su primer desfile en el salón Gaudí de Barcelona. «Es el comienzo de la marca Sybilla».
Ouka Leele
Sus básicos son de las piezas de las que se siente más orgullosa: «Son los diseños que más echan de menos mis clientas».
Juan Gatti
La colección Sybilla Noche surgió de los vestidos que creó para sus amigas que acudieron invitadas a la fiesta que Louis Vuitton celebró en 1997 en París, como Rossy de Palma, en la imagen.
Juan Gatti
«Esta imagen define lo que soy. Si hacía algo muy vaporoso, también presentaba piezas más sensuales, porque soy las dos cosas», asegura sobre esta imagen de su línea Sybilla Noche de 2001.
Juan Gatti
«Buscaba hacer convivir lo extravagante con lo práctico», dice la diseñadora. Un ejemplo es este impermeable de algodón que acompañó del primer paraguas que produjo. Ese año Sybilla recibió en Madrid el Premio Balenciaga.
Javier Vallhonrat
Abrigo para el invierno de 1988 presentado durante la semana de la moda de Milán. Una época marcada por su colaboración con el matrimonio Zuccoli, propietarios de la fábrica Gibó y productores de la línea prêt-à-porter de Jean Paul Gaultier.
Javier Vallhonrat
Abrigo con cuello terminado en flor de la línea para el invierno de 1988.
Javier Vallhonrat
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