Steampunks, una tribu urbana en busca del tiempo perdido
Este movimiento retrofuturista es mucho más que una panda de góticos que descubrieron el color marrón. Ya ha cautivado a Lady Gaga y Justin Bieber.
Imaginemos un periodo histórico sin fecha. Un futuro soñado en la época victoriana que nunca llegó a existir. En el que se viaja en zepelín, hay castillos voladores, se cuidan las buenas maneras, los autómatas sirven taza de té, los exploradores salen a cazar monstruos y lo último en tecnología es un engranaje o una máquina de vapor, no un nuevo modelo de tableta.
Este es el universo steampunk, retrofuturismo y movimiento estético y cultural que se propaga de manera imparable. En una época donde el concepto de tribu urbana se ha quedado prácticamente obsoleto, la fraternidad steampunk gana adeptos alrededor del mundo y extiende su influencia fuera de sus fronteras. Hay guiños en Hugo, de Martin Scorsese, en las versiones cinematográficas de las aventuras de Sherlock Holmes dirigidas por Guy Ritchie, en vídeos musicales de Justin Bieber o Nicki Minaj, en la bisutería contundente de Lanvin o en los modelitos de Lady Gaga, que tiene todas las papeletas para proclamarse conversa. Lo suficiente para declarar que es tendencia.
Una jovencísima steampunk
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Nació como subgénero literario, inspirado en las fantasías de clásicos como Julio Verne y H.G Wells y se consolidó a mediados de la década pasada, después de que fuera espoleada por el éxito de Wild Wild West se cruzase con el fenómeno Maker, (constructores de cachivaches contemporáneos).
“Surgió en la década de los ochenta, cuando la literatura fantástica estaba dominada por la visión de un futuro distópico del ciberpunk. Un grupo de escritores tomaron la alternativa de buscar el optimismo mirando al futuro desde el pasado”, explica Elisabet Roselló, asesora cultural y comisaria de la recién inaugurada exposición sobre steampunk del MIBA de Barcelona. Para Roselló, rápida difusión del credo no puede entenderse sin la Red ni su particular visión crítica con el presente. “Se han juntado muchos factores que explican su expansión por tantos países: las tendencia de lo retro, el auge de lo fantástico, la crisis económica, la crítica a la globalización, al consumismo y la obsolescencia programada”, razona.
Con un desarrollo tecnológico cada vez más deshumanizada, hay quien admira la excentricidad y la candidez de los inventores decimonónicos: “Eran polifacéticos, parecidos a los artistas del renacimiento. Además, el siglo XIX es el germen de la sociedad actual”
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Circula un meme que define el steampunk como “los góticos que descubrieron el marrón”, sin embargo no es una ramificación de lo gótico. Tampoco se trata de una reproducción literal de la moda victoriana o eduardiana. Tiene que ver con la yuxtaposición de arquetipos decimonónicos con la fantasía y con la actitud punk del hazlo tú mismo.
¿El look tipo? Algo así como el fruto de una máquina del tiempo defectuosa. Los seguidores -desde niñas a abuelos- mezclan blusas de inspiración victoriana de Inditex con canotiers, complementos-cacharro hechos a mano, gafas de aviador y chaquetas militares vintage. Los colores se restringen a marrón, crudo, negro, dorados, morados, azules y verdes y Alexander McQueen es uno de los diseñadores fetiche.
Padre e hija
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“La estética puede incluir chisteras, faldas largas, cuero con aplicaciones metálicas, complementos con engranajes, detalles circenses, corsés" enumera Miriam de The Avalon, un establecimiento madrileño donde encontrar ropa de este tipo y que se desdobla como compañía de danza especializada en espectáculos steampunk.
Según Roselló diseñadores como Bibian Blue y Maya Hansen se han dejado influenciar por el movimiento: “Y cada cierto tiempo descubro referencias en las grandes cadenas”. Esta licenciada en Historia reconoce que muchos se incorporaron al movimiento por razones puramente estéticas y han ido perdiendo interés. Eso no quiere decir que el steampunk esté estancado: “Llama la atención de creadores y artistas escénicos y le auguro futuro por ese camino”
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