Se ruega tocar
La química ha llegado a la moda para quedarse. La próxima primavera trae un despliegue de nuevos materiales que enfocan a superficies arrugadas, relieves y materiales engañosos.
Uno de los grandes retos del periodismo de moda actual consiste en informar correctamente sobre los nuevos materiales. Desgraciadamente, en los desfiles no está permitido levantarse a tocar las prendas que llevan las modelos –se comprende, lo contrario organizaría un caos superlativo– y hay que dejar para más tarde la investigación pertinente, pues muchas cosas parecen lo que no son y otras son tan nuevas y diferentes que cuesta encontrarles un nombre o conseguir una descripción clara.
Superados aquellos tiempos en los que Paco Rabanne o Pierre Cardin pusieron en el mercado materiales revolucionarios a base de metales o de plástico –que, aunque nuevos, resultaban evidentes–, ahora mismo los tejidos son un enigma que solo el ojo experto de un ingeniero textil podría resolver a simple vista. El chaleco de la foto, por ejemplo, una de las muchas prendas que Nicolás Ghesquière puso en la pasarela de su colección para Balenciaga, tiene pinta de estar tejido con enormes cables de cuero. La idea es genial, pues el volumen y la función del chaleco es de plumífero, pero su textura es nueva y original. Además, une dos conceptos casi antagónicos en un cóctel de esos que hacen avanzar la moda: el tricot artesano y una estética futurista. Pero si fuera de cuero, pesaría un quintal. (Ring ring –llamada a Balenciaga para preguntar–. Respuesta: Es de policloruro de vinilo, vulgarmente llamado PVC, guateado y pulido).
Lo mismo pasa con los abrigos de Céline, con un aspecto entre el guatiné de las batas de nuestras abuelas, que tanto ha retratado Almodóvar, y cuero fruncido y brillante. Es vinilo arrugado. De la misma manera engaña el despliegue dorado de Stella McCartney, en forma de chaquetas y vestidos de lo que a simple vista definiríamos como un caucho brillante con relieve. Es lana engomada en oro o, lo que es lo mismo, una prenda de lana tejida con tricotosa que luego se sumerge en un baño de caucho dorado que recubre la prenda y le confiere ese aspecto tan particular.
El tafetán, aparentemente de seda, con el que Raf Simons corta las faldas y tops voluminizados de su colección para Jil Sander, resulta ser nailon mezclado con seda cuya dimensión resulta de un ligero relleno de plumas, estilo edredón. En un registro parecido, Marc Jacobs se lo debió pasar en grande experimentando junto a los ingleses House of Harlot (una marca consagrada a la indumentaria de látex) para conseguir lo que aparentemente es un encaje de guipur. Presente en muchas prendas de su colección, en la que también trabajó con neopreno y lentejuelas de caucho, es en realidad encaje con látex.
Paradójicamente, lo sintético está ganando terreno en un mundo donde lo más refinado fueron siempre las fibras naturales, y la explicación está en que solo las fórmulas químicas permiten la creación de efectos perdurables en los tejidos. Issey Miyake aprendió antes que nadie cuando lanzó sus primeras prendas arrugadas, que con el tiempo se convertirían en su línea Pleats Please, a base de algodón y poliéster, una fibra sintética sin la que sus pliegues desaparecerían al primer lavado. La licra revolucionó los textiles por sus infinitas posibilidades, algunas de ellas no tan obvias pero eficaces para el desarrollo de nuevos patrones –como la opción de convertir en elásticos tejidos tan delicados como la gasa o el terciopelo–.
Son inventos que llegan a la moda desde otros campos, como el deporte o la hostelería, más activos en investigación porque sus tiempos no son tan acelerados y permiten una mayor inversión. Los textiles inteligentes, que así se llaman, están por otras labores, como medir el ritmo cardiaco de un atleta, impedir que los olores se instalen en la chaqueta de un chef, o permitir que una parka cargue la batería de un móvil. Su guerra no es la de la estética, pero emiten señales interesantes que los diseñadores son capaces de aprovechar.
La química ha llegado a la moda para quedarse. La próxima primavera trae un despliegue de nuevos materiales que enfocan a superficies arrugadas, relieves, aplicaciones y materiales engañosos como la organza sintética, los encajes con pelo, los metalizados, el caucho o el neopreno. Fashionistas: habrá que repasar las valencias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.