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Se lleva presumir de herencia

Las marcas de alta moda crean espacios de exposición propios para ensalzar su patrimonio histórico. Tras Gucci, Dior y Ferragamo, Pierre Cardin acaba de abrir su centro en París.

Se lleva presumir de herencia

Doscientos modelos de Pierre Cardin lucen sobre la moqueta azul eléctrico de un palacete ubicado en pleno Marais parisino. No es una nueva tienda ni un showroom efímero, sino un nuevo museo permanente, pensado para ensalzar el fondo histórico de la marca que el modisto francés fundó en 1953. Del vestido burbuja al cuello mao, este paseo por su trayectoria lo define como un iconoclasta que se adelantó al rumbo emprendido por la moda durante la segunda mitad del siglo pasado. El conjunto parece pensado para sacar partido a una firma con pedigrí, plusvalía beneficiosa ante competidores con menos solera.

«Este espacio es una vitrina de lujo donde resumir 60 años de trabajo, que nos permite valorizar el patrimonio de la marca y el savoir faire de Cardin», confirma su mano derecha, Jean-Pascal Hesse. La firma dispuso hasta hace unos años de un lugar similar en la periferia norte de París. Demasiado lejos para esos turistas ávidos de tendencias y con los bolsillos rebosantes que llegan de las economías emergentes. «Entendimos que era mejor irnos al centro», reconoce Hesse.

El Espacio Galería Loewe (Gran Vía, 8, Madrid) muestra los 167 años de maestría artesanal de la firma. Con este árbol de piel interactivo invitan a los visitantes a descubrir con sus propias manos la calidad de los materiales.

Cortesía de Loewe

La confluencia entre moda y museos, nunca desprovista de segundas intenciones comerciales, no es un asunto estrictamente nuevo. Hace una década larga que los centros de arte abren sus puertas a ciertas maisons, a menudo con el concurso económico de la propia marca interesada. Algunas insignias prefieren potenciar sus actividades de mecenazgo artístico, un posicionamiento estratégico para contar en el mercado del lujo. Dan fe de ello la Fondazione Prada en Venecia y la nueva Fundación Louis Vuitton en París, que exponen arte contemporáneo.

Sin embargo, la tercera vía –montar un museo a medida– cuenta cada vez con más adeptos. En 2011, Gucci celebró su 90 aniversario creando uno en Florencia. «Estamos orgullosos de nuestra herencia y tradiciones. Queremos exhibir esos atributos y valores en un mundo donde el cliente cada vez pone más énfasis en la calidad y la integridad», explicó entonces su presidente, Patrizio di Marco. Además, Ferragamo dispone de su propio centro a pocas calles, y Dior abrió en los 90 una casa-museo en Granville, la localidad normanda donde creció el modisto. Allí se organizan exposiciones temporales que aúnan pintura y vestido, con el objetivo de enaltecer el valor inmaterial de la marca. En España, el Balenciaga de Getaria tiene un millar de piezas que recogen el legado del diseñador vasco y lo confirman como uno de los grandes.

En el museo de Pierre Cardin, además de ropa, se exponen los muebles futuristas que diseñó.

Cortesía Pierre Cardin

Visto lo visto, las marcas que no prestaban atención a su pasado han empezado a hacerlo. Por ejemplo, Chloé contrató a un equipo de archivistas en 2011 para desarrollar actividades de restauración, inventario y almacenaje. Balmain también ha creado su propio departamento, que se esfuerza en localizar y adquirir los diseños perdidos por el mundo. Ya van por los 1.100 vestidos y 22.000 esbozos. «Debemos recordar de dónde venimos y todo lo que debemos a nuestro fundador», ha dicho su propietario, Alain Hivelin, apuntando que no se trata de una vulgar operación comercial. «El marketing es fantástico, pero resulta inútil si no tienes nada que contar».

Homenaje al creador Cardin, de 92 años, asistió a la apertura de su museo, que ocupa 2.000 m2.

Cordon Press

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