¿Crees que por ser mujer y gustarme la moda no sé nada de fútbol?
Lejos de esa mirada informativa deportiva en el que las féminas sólo son ‘WAG’s’ o animadoras eróticas en el campo de juego, surge ‘Season’, un fanzine en el que el deporte rey se reconcilia con las fans.
Si preguntas a Felicia Pennant por su prenda favorita te dirá que es un vestido del Chelsea FC que compró en los 90 en un mercadillo solidario de Crawley (al sur de Londres). Jamás ha pisado la calle con él puesto pero ahí sigue, enamorándola como el primer día que lo vio en aquella tienda benéfica hace más de una década. «Me consternó tanto que alguien lo donase a la caridad que lo compré sin dudarlo». Si preguntas por su icono futbolístico favorito no te dará un nombre, te dará tres: «Bobby Moore, Georges Best y Johan Cruyff». Si preguntas a esta británica por qué diablos ha lanzado una revista de moda y fútbol para mujeres te dirá que lo ha hecho porque «estaba harta de ver a mujeres cosificadas y sexualizadas en el panorama futbolístico» y porque quería «ensalzar a las aficionadas femeninas de forma creativa. En prensa, el mundo del fútbol está orientado a la mirada masculina», lamenta.
Pennant es la editora jefe de Season, un fanzine bianual recién salido de rotativas que trata de fútbol. Fútbol, mujeres y moda. Una ecuación algo estrambótica en el imaginario de la prensa generalista pero totalmente lógica para esta joven que ya andaba obsesionada con esto desde que estudiaba en Saint Martins. Su tesis final trataba sobre los futbolistas y la metrosexualidad, vista en parte gracias al brillante The Fashion of Football, el libro de Paolo Hewitt y Mark Baxter que descubre cómo hemos pasado del futbolista mod y con cáracter a lo Best al esclavo de la firma de moda y la tendencia a lo Beckham. «Las mujeres como yo, a las que nos gusta la moda y el fútbol, somos más de lo que la gente imagina. Vi que no existía nada que celebrase el deporte, que estuviese orientado y expresado por mujeres que son aficionadas y que saben de moda. Quería cambiar ese discurso»», explica.
Tras pasar por algunas revistas y los departamentos de comunicación de varias marcas en Nueva York y Londres, Pennant ha tejido una red de contactos en el gremio que ha reforzado su teoría de que ser aficionada a lo último de Phoebe Philo no te exime de poder comentar las últimas declaraciones polémicas de Mourinho. En el primer número de su fanzine, estilistas y maquilladoras de moda de primer nivel lo certifican. Aquí se combinan las charlas de tendencias con el espíritu hooligan confesional. Verity Parker, estilista de Vogue UK o GQ y fan declarada de Céline, explica por qué no saca a la calle sus mocasines peludos de Gucci, enseña los jérseis bordados a mano del Brighton que le tejió la novia de su hermano o muestra con orgullo cómo el sofá de su casa está forrado con el Good Old Sussex by the sea, el cántico que los seagulls, los aficionados del Brighton, desgañitan al inicio de cada partido. «Los tíos te juzgan más», lamenta en las páginas respecto a lo de ser una trabajadora de la moda aficionada al fútbol, «es como un estereotipo porque nadie cree que te puede gustar esto. Me molesta especialmente porque siento que tengo que estar probándome todo el rato, llegar lo suficientemente lejos en una conversación para que vean que estás genuinamente interesada».
Otra que narra su obsesión con la Fiorentina (heredada de su padre), para después pasarse al Arsenal o al Liverpool de Fernando Torres es Naoko Scintu, maquilladora de FKA Twigs o Cindy Crawford. «Da la impresión de que en el gremio de la moda nadie habla de fútbol a excepción de algunos fotógrafos. El fútbol lo vivo como una cosa más de mis amigos y familia. Mis dos hermanas son totalmente futboleras. La más pequeña se volvió loca cuando Italia ganó la copa del Mundo en 2006. Llegó a nadar en las fuentes de Trafalgar Square», apunta en las páginas donde muestra su colección privada de camisetas heredadas/robadas de ex novios o su padre. (Los padres, por cierto, también tienen su hueco, en la sección Daddy’s girls: ensayos en los que varias periodistas de moda escriben auténticas cartas de amor sobre cómo han llegado a venerar este deporte por el ritual de ver el partido cada fin de semana con ellos desde pequeñas).
Ente editoriales de moda, un artículo alabando a Mourinho o un surtido de pegatinas de jugadores emblemáticos, el fanzine también tiene hueco para la reivindicación: dos fans del Liverpool, Kayleigh Walmsley y Jacqui McAssey, revelan cómo utilizaron la moda para boicotear al periódico The Sun –diseñaron una colección de moda– y mostrar apoyo a la campaña tras la tragedia de Hillsborough (96 personas murieron en la semifinal de 1989 entre el Liverpool y el Notingham Forest en el estadio de Sheffield, el rotativo escribió un infame artículo cuando ocurrió culpando a los hinchas de lo ocurrido) o cómo McAssey ha gestado otro fanzine, GirlFans, fotografiando a las mujeres y chicas del Liverpool, cuya recaudación también va destinada a los afectados de Hillsborough.
Pennant añade que Season responde a un nuevo furor por las publicaciones, alejadas de la visión generalista, que exploran el idilio entre moda y fútbol. Si en España hemos intelectualizado a este deporte con Panenka, la editora recuerda la labor de Sepp Magazine (con portadas de Dani Alves o editoriales de moda con Mesut Özil) y resalta la labor de The Green Soccer Journal («es genial, explora la cultura del fútbol de forma inteligente y de forma elegante»). ¿Hay esperanza para las publicaciones nicho en papel lejos de ese periodismo de la anécdota tan pujante en Internet? Pennant cree que sí: «Hay audiencias para todos. Debemos seguir disfrutando de artículos en formato largo para que los escritores puedan expresarse forma íntima y expresiva. Son los que funcionan mejor en papel, o así lo veo yo». Para los que quieran saber Por qué las chicas no vestimos camisetas de fútbol femeninas, la lógica explicación está en un excelente reportaje visual en sus páginas. Descubrimientos en papel por los que merece la pena pagar.
*Puedes comprar el primer número de ‘Season’, por 6 libras (unos 8 euros), aquí.
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