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¿Por qué a veces se repiten las portadas de las revistas?

Ni visión doble, ni piratería: es una cuestión de derechos, dinero, grandes grupos editoriales y egos de fotógrafos, modelos y revistas.

Kate Moss repetida

Kate Moss protagoniza la portada de enero de 2012 de la revista australiana Madison. Nada de especial (ella es una modelo y la revista, una revista) si no fuera porque es clavada a la primera plana del Vogue de junio de 2010. Es la segunda vez que le pasa en un año a la top británica: la portada del Marie Claire australiano de noviembre fue igual que la de mayo del Vogue japonés, cuenta el Huffington Post. Pero se puede jugar a las diferencias con muchas más: Blake Lively duplicó también en Madison y Vogue hace poco, Beyoncé salió idéntica con ¡seis años de diferencia! y la pobre Carey Mulligan ha llegado a tripitir.

Una mirada más cercana desvela que en todos estos casos han sido las cabeceras insignia de Condé Nast las que publican primero las portadas. El gran grupo editorial posee contratos mundiales y exclusivos con muchos personajes y fotógrafos. Meses, incluso años después, son otras revistas más pequeñas quienes reciclan el material. Quien posee la potencia editorial y económica publica primero. Los demás, copian.

Vogue japonés de mayo 2011 y Marie Claire australiano de noviembre 2011.

Vogue / Marie Claire

¿Cómo ocurre el proceso? "Las portadas suelen tener embargos de entre tres meses y un año", explica Chus Casarrubios, editora gráfica de S Moda. Durante ese tiempo exclusivo pactado entre la revista y el fotógrafo o su agencia, ningún otro medio puede publicar la imagen. Después, pueden pasar dos cosas: que la publicación conserve los derechos sobre la fotografía o bien que vuelvan al fotógrafo o a su agencia, caso en el que puede producirse una segunda publicación.

También entra en juego la figura de la "sindicación", que en el mundo de las revistas se refiere a la cesión de derechos dentro de las empresas del mismo grupo o con aquellas con las que mantienen acuerdos. A los permisos de modelo, fotógrafo o revista hay que añadir una burocracia y unos intereses que varían según la empresa. Las revistas que disfrutan de estos acuerdos poseen personal dedicado exclusivamente a esta labor minuciosa.

Glamour Alemania (diciembre 2010), Vogue (octubre 2010), Elle Francia (noviembre 2011)

Glamour / Vogue / Elle

En los acuerdos de sindicación no solo entran portadas, sino también otros contenidos "fabricados" por cada revista. Por eso a veces los reportajes interiores también se repiten; aunque, al no ser casos tan llamativos como los de las portadas, no suelen trascender ni extrañar tanto al lector. Hay material que solo puede ser logrado por sindicación: "Una portada de Kate Moss es dificilísima de conseguir y siempre vende", dice Marta Flores, subdirectora de S Moda.

Entre otros muchos estándares, es la cantidad de producción propia (y por tanto, de potencia económica) uno de los marcadores de la calidad de una publicación de moda. En España, las revistas sí suelen realizar portadas de personajes nacionales, o modelos poco conocidas, pero los figurones como las tops se suelen comprar. También hay trucos para que no se note: "Se intenta que no sean portadas muy vistosas, o se adquieren fotos de la misma serie, o imágenes que aparecen en el interior de la revista", añade la periodista.

Pero si se trata de algo tan habitual en la industria de los medios, ¿por qué ahora se "descubren" tantos casos? Como tantas otras veces, parece ser una cuestión de la visibilidad que otorga Internet. Hace unos años nadie se enteraba de que que una revista rusa había publicado algo que ya había aparecido en un medio australiano o japonés. Hoy, con la red, es cuestión de minutos.

A la izquierda, Blake Lively en el Vogue de julio de 2010. A la derecha, en la revista Madison de julio de 2011.

Vogue / Madison

A un lado, Beyoncé en la edición de Vanity Fair de noviembre de 2005. Al otro, en el Cosmopolitan británico de abril de 2011.

Vanity Fair / Cosmopolitan

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