El año en el que Instagram se enamoró de Yayoi Kusama y sus habitaciones infinitas
De Washington a Indonesia, las ‘Infinity Rooms’ de la artista japonesa se han convertido este año en el escenario artístico más replicado de los selfies de Instagram
Un móvil, una sala llena de espejos y 30 segundos para hacer una foto. Es la historia de los selfies en 2017 que, al menos en Instagram, llevan el sello de Yayoi Kusama. Desde febrero, miles de personas han sucumbido al encanto de sus habitaciones infinitas, llamadas Infinity Rooms, y al juego de posibilidades fotográficas que ofrece estar en una instalación artística repleta de espejos, luces LED y figuras estampadas con esos lunares alucinógenos que definen la obra de una de las artistas vivas más valoradas del planeta.
En Los Ángeles, concretamente en The Broad, puede encontrarse el último caramelo para las cuentas más narcisistas de Instagram. Desde el 21 de octubre (y hasta el 1 de enero de 2018), el museo acoge Yayoi Kusama: Infinity Mirrors, una muestra sobre 50 años de trabajo de la artista japonesa. El centro vendió 50.000 entradas en la primera hora, y cada mañana se agolpa una cola de interesados que espera la oportunidad de pagar 30 dólares para entrar en cada una de las seis habitaciones infinitas y otras instalaciones de la artista. Hay que tener el móvil a punto: los visitantes no pueden superar el medio minuto de estancia en cada una de ellas. Junto al hashtag #infiniteLA, la geolocalización del museo es un goteo constante de autofotos en escenarios casi oníricos.
Este museo es en realidad el tercer destino por el que pasa la exposición tras haber sido acogida por el Hirshhorn Museum (en Washington D.C) hasta mayo, y el Seattle Art Museum, hasta el 10 de septiembre. Además, se prevé que visite en los próximos años otros museos de Estados Unidos y Canadá como el Art Gallery de Ontario.
Montse Tanús, ilustradora de S Moda, es uno de los miles de visitantes que se han dejado conquistar por la variedad de impresiones que ofrecen las habitaciones de Yayoi Kusama: “cada sala es una experiencia distinta, unas te llenan de felicidad y en otras el vacío se hace tan grande y oscuro con el juego de espejos e iluminaciones que no hay palabras. Estar dentro te hace formar parte de la performance y disfrutar del arte de un modo distinto y especial” señala. Para Tanús, que visitó hace pocos meses la muestra de Seattle, la posibilidad de “habitar” exclusivamente por unos segundos una ‘infinity room’ es una sensación “que no se tiene con un cuadro colgado en una pared de una habitación con otras 30 personas más a tu lado viendo la misma obra”.
Las habitaciones infinitas a las que se refiere suponen varios saltos temporales en la obra de la artista. Una de las más recientes, de 2016, es All The Eternal Love I Have For The Pumpkins, con calabazas amarillas de lunares repetidas ad aeternum gracias a los espejos. Estos motivos también son protagonistas de otra sala, Dots obsession – Love transformed into dots, de 2007. El concepto de ‘anulación’ está muy presente en esta parte de su trabajo, como Aftermath of Obliteration of Eternity (2009) o The Obliteration Room (2002), donde el mobiliario se funde con la estructura de la estancia gracias a miles de círculos de colores.
Junto a esta última, una de las salas más ‘instagrameadas’ es precisamente la primera que Yayoi Kusama presentó, en la Castellane Gallery de Nueva York, llamada Phalli’s Field. Entre 1962 y 1964, la artista pasó gran parte del tiempo cosiendo sus “esculturas blandas” conocidas como ‘accumulations’ (acumulaciones), que consisten en objetos cotidianos como bolsos o zapatos cubiertos con elementos rellenados con tela. Exhibió sus trabajos de forma conjunta en un intento de crear escenas alucinógenas con superficies fálicas, y comenzó a utilizar espejos para trascender las limitaciones físicas de su propia productividad, además de para conseguir la repetición esencial que caracteriza sus pinturas y sus acumulaciones.
The Broad no es la única ubicación que acapara imágenes en Instagram con escenarios de Yayoi Kusama. Otros dos centros, casi en las antípodas, exhiben sendas muestras con Infinity Rooms de la artista. Uno de ellos es la galería de David Zwirner, que acoge dos de estas salas, hasta el 22 de diciembre, en el barrio neoyorquino de Chelsea. La primera, con forma de caja hexagonal, simula una ciudad eterna gracias al efecto de sus espejos interiores, que multiplican el espectáculo de las luces cambiantes.
La segunda, en la que caben hasta seis personas, dispone de varias esferas espejadas tanto en el techo como en el suelo que ofrecen también una ilusión de órbitas infinitas. Esta instalación recuerda a otra anterior suya, Narcissus Garden, que se mostró por primera vez en la Bienal de Venecia de 1966 con más de 1.500 esferas reflectantes, y que ahora se puede disfrutar en la Queensland Art Gallery de Brisbane (Australia).
Este es precisamente el otro centro que cuenta con estas instalaciones desde el 4 de noviembre – y hasta el 11 de febrero de 2018 – en la exposición Yayoi Kusama Life Is The Heart Of A Rainbow, que a su vez también estuvo antes (desde junio a septiembre) en la National Gallery de Singapur . La habitación infinita que incluye la muestra se trata de una obra que realizó la artista en 2002, titulada Soul under the moon, con espejos y luces ultravioleta. Los selfies más artísticos han llegado hasta el Museo Macan de Indonesia, cuya exposición inaugural incluye también una obra similar, Brilliance of Souls, realizada por Kusama en 2014.
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