Tove Jansson, la mujer que escapó de la guerra creando los famosos dibujos aventureros Moomin

«Les gusta la risa / disfrutan la vida / los Moomin / Quieren a los niños / te dan su cariño / los Moomin / se sienten felices y quieren jugar / los moomins». Si te suena esta canción es que eres un producto de los años noventa. Aquellos trolls escandinavos, blancos, casi como hipopótamos, eran unos seres encantadores y aventureros que aparecieron en televisión después de llevar cinco décadas protagonizando libros en 45 idiomas y una viñeta casi diaria durante 20 años en el periódico inglés The Evening Standard. Muñecos, merchandising de todo tipo, la obsesión por los Moomin fue global y hoy, tras el estreno de una nueva serie inglesa en 2019 (Moominvalley) y el estreno ahora en el Festival de Toronto de la película Tove, de Zaida Bergroth, sobre la vida de su creadora Tove Jansson, vive un renacimiento.

Tiene sentido. Tove Jansson, icono finlandés, estrella internacional para niños y adultos, creó a los moomin durante la II Guerra Mundial: «Cuando me sentía deprimida y asustada por las bombas y quería escapar de mis pensamientos grises… me arrastraba a un mundo increíble donde todo era natural y bondadoso. ¡Y posible!». Los moomin eran su respuesta a la angustia e ira de los años cuarenta, contra el alzamiento fascista y la guerra, eran una llamada a la vida libre, cerca de la naturaleza, un deseo por el sentimiento de comunidad y por la aventura. Tiene sentido este renacimiento: los moomin personifican todos esos sentimientos que hoy queremos recuperar en este mundo en crisis.

Jansson fue, en muchos sentidos, una mujer muy avanzada a su tiempo. Nacida en 1914 en Helsinki, hija de unos padres artistas, suecoparlantes (una minoría en Finalndia), se crió en una casa estudio en la que su padre, escultor, y su madre, diseñadora gráfica, montaban fiestas constantes y no se sometían a ninguna regla social. De ahí que ella pronto escribiera en su diario: «Quiero ser una salvaje, no una artista».

Y lo fue. Aunque también fue artista. Independizada, se marchó a París y a Estocolmo entre fiestas, música y mucho amor. Eran los cuarenta y cincuenta, sus años de formación, en los que aún mantiene una enconada lucha interna por ser una artista de verdad, de pincel y óleo, y no vivir de sus ilustraciones, ni de las sátiras que la hicieron famosa durante la guerra en la revista política Garm, ni de los Moomin, unos años en los que, sobre todo, vive intensamente. «Tuvo relaciones con hombres y con mujeres, que estaban casados, y había fiestas y todo era muy bohemio», explica Zaida Bergorth.

La película se articula en esos años alrededor de las relaciones que marcaron su vida y también sus Moomin: sus padres, representados en la entregada Mamá Moomin y el aventurero y huidizo Papá Moomin; Atos Wirtanen, su primer amante, político, casado, que convirtió en Snufkin, el mejor amigo de Moomintroll, tímido pero aventurero como él; y también Vivica Bandler, su primera amante; y Tuulikki, a la que conoció en 1956 y se convirtió en el amor de su vida. «Fue increíblemente independiente, luchó para ser libre y quería serlo. Ella decía que se enamoraba de personas, no de género. Está constantemente intentando mantener una mirada muy abierta ante la vida», explica la actriz Alma Pöysti, que la interpreta en el filme.

Jansson tuvo que admitir su fracaso como pintora y abrazar el éxito como Moominmamma. El amor por el que ella se desvivía le empezó a llegar entonces desde todas partes del mundo, fans, admiradores de sus trolls que le escribieron cientos de cartas, peticiones y quejas y ella resumió en el libro Messages, como una exposición de la presión que sufrió como embajadora forzosa de Moominvalley. «Tove luchó con serios problemas toda su vida», admite Bergorth. «Era consciente de su predisposición a la depresión, la complicada relación con su padre, sus intensas relaciones que le dejaron marca, pero su positividad y capacidad de siempre poner por delante al resto y comprenderlos combinado con su apreciación por la luz y la alegría, dan inspiración y esperanza».

Tove era salvaje y tímida, vivió sus últimos años en una isla remota de Finlandia. O recluida en su estudio. En 1959, después de siete años y más de diez mil viñetas publicadas en el periódico, le pasó el trabajo a su hermano Lars. Volvió a coger los pinceles y empezó a escribir ficción para adultos. Publicó cinco novelas, relatos cortos y sus memorias, aunque la fama como Moominmamma nunca dejó ver con claridad todo ese trabajo. Ella seguía siendo igual de perfeccionista y metódica con todo. Dedicada y bohemia. Vivió como quiso, sin perderse ningún giro ni sorpresa de esta aventura. Como sus Moomin, esos seres físicamente muy diferentes a nosotros, pero moral y emocionalmente clavaditos a los seres humanos.