Sexo casual: tres pasos para disfrutarlo sin remordimientos
Breves pero intensas, las relaciones esporádicas pueden ser muy satisfactorias, instructivas y liberadoras, pero hay que jugar sobre seguro.
El mundo de las aplicaciones para tener relaciones esporádicas, y lo que surja, ha convertido el sexo casual en una entrega de Glovo. Ya no hay que estar en las discotecas hasta que cierren para conseguir un compañero/a de cama. Sin moverse del sillón de casa se puede contactar con alguien cercano (Lovoo cuenta con un radar para detectar a los candidatos de la zona), ver su cara, anatomía, gustos y preferencias y, en menos de una hora (ciertas aplicaciones, como Pure, están destinadas a contactos rápidos) tenerlo en frente, sexualmente dispuesto.
Pero este fuck & go que ha mecanizado y facilitado el noble arte del sexo casual puede que esté contribuyendo a la pérdida de determinadas habilidades del homo eroticus como especie. Tácticas de seducción y acercamiento en las que la experiencia, la creatividad y el ingenio eran más valiosos que la imagen pasada por filtros y maquillada, convenientemente, en los salones de belleza digitales. Tal vez por eso, no esté de más recordar algunos aspectos importantes respecto al sexo con desconocidos, con su enorme potencial para llevarnos al cielo o al purgatorio (el infierno, como dijo en su día el papa Francisco, ya no existe).
Ante todo, seguridad
“Parece mentira que haya que decir esto a estas alturas, pero el preservativo es algo que todavía hay que negociar en las relaciones esporádicas”, apunta Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología. “Pero hay que señalar que la mayoría de los fallos, a la hora de no utilizar el preservativo, están asociados al consumo de alcohol o drogas. Bajo los efectos de estas sustancias el nivel de vigilancia desciende, la gente se siente más desinhibida y acepta o permite cosas que, muy probablemente, en estado normal no permitiría. Lo malo es que el sexo esporádico va a menudo acompañado de ese tipo de ‘relajantes’ o ‘excitantes’ pues contribuyen a mitigar el nerviosismo de hacerlo con alguien con quien no se tiene la confianza suficiente”, apunta esta sexóloga.
Según el último Informe de Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual en España, 2016, publicado en mayo del 2018 por el Ministerio de Sanidad, las ETS han aumentado en nuestro país en los últimos años, y los casos de sífilis, infección gonocócica y clamidia no han dejado de crecer desde 1995. Como apunta este estudio, la mayoría de los casos de infección por ETS se dan entre el grupo de adultos jóvenes de 20 a 34 años, aunque las cifras varían entre las distintas patologías.
“El virus del papiloma humano es una de las enfermedades que está en aumento; pero a nivel general, se puede decir que las infecciones venéreas clásicas como clamidia, sífilis y gonorrea se han incrementado en todo el mundo en las últimas décadas”, señala Paloma Andrés, ginecóloga del Centro Municipal de Salud Comunitaria del distrito Centro, de Madrid. “Se nota una cierta relajación en cuanto a las medidas de seguridad que requiere toda relación esporádica, lo que unido a la inexistente educación sexual crea un caldo de cultivo para que las enfermedades se extiendan”.
El coitocentrismo deriva no pocas veces en pensamientos o conductas erróneas. “Muchas personas se ponen el preservativo para la penetración, pero no para el sexo oral o anal”, señala Andrés, “y hay gente que piensa que recibir (no dar) sexo oral no entraña ningún riesgo. Algo totalmente incorrecto; ya que herpes, condilomas y el papiloma humano puede vivir también en la garganta y pasar a los genitales del otro/a. Hay que utilizar el condón para la fellatio y los protectores de látex para practicar el cunnilingus, siempre que no sea con la pareja habitual”, apunta esta ginecóloga.
Intuición y consentimiento
No solo hay que protegerse en materia de infecciones sino de individuos (hombres y mujeres) indeseables o tóxicos y, desgraciadamente, contra esto no se ha inventado todavía ningún preservativo. Las únicas herramientas de las que disponemos son la experiencia y la intuición, tan poco valorada en los últimos tiempos pero tan necesaria.
«El sexo casual está muy influido por estereotipos y mitos, que es lo que hace que no podamos disfrutar de él tanto como deberíamos”, señala Gloria Arancibia Clavel, sexóloga y psicóloga con consulta en Madrid. “Estos prejuicios afectan más a las mujeres, sobre las que todavía recae la idea de que si se van con alguien la primera noche son unas guarras, o que una vez metidos en faena hay que llegar hasta el final y no se puede dar marcha atrás. Es un tema delicado porque estos miedos existen y tienen una base real, pero lo deseable sería que cuando a la mujer le apetezca realmente tener una relación esporádica, sepa que ella puede manejar la situación y poner límites (lo que, afortunadamente, ocurre en la mayoría de los casos) y no autocensurarse”, señala esta sexóloga.
“Las relaciones sexuales no tienen por qué acabar todas en coito”, subraya Francisca Molero, “y esta es una autoimposición que mucha gente se hace, a pesar de que ya hay muchos hombres que prefieren otro tipo de prácticas porque los libera de la presión de tener que dar siempre la talla”. Arancibia señala como “en las relaciones lésbicas, el sexo ocasional está desprovisto de ese cierto halo de peligro que rodea a los mismos encuentros entre heterosexuales. Tal vez porque hay muy pocas mujeres maltratadoras, ambas hablan el mismo idioma, son congéneres o porque se supone una cierta sororidad entre ellas”.
¿Cómo saber, entonces, cuando alguien es de fiar o no? Esta psicóloga nos remite a algunas reglas básicas, “los gestos, si mira a la cara o no. El hecho de que alguien pregunte y se interese mucho por uno es bueno, pero si no da información sobre sí mismo/a no es buena señal. Como trata a otras personas (camareros, taxistas), como se acerca, y si respeta nuestro espacio. Normalmente, cuando uno se siente a gusto eso puede interpretarse como una luz verde, pero no olvidemos que las primeras impresiones también pueden ser erróneas”.
Cuando el escenario para el sexo ocasional es un contexto nuevo, un país y una cultura diferente, el consentimiento (que siempre debe estar presente) cobra una importancia especial. “Hay que tener en cuenta que la interpretación de nuestra imagen, personalidad o del lenguaje no verbal puede variar dependiendo de cada cultura y contexto”, señala Arancibia, “porque, desgraciadamente, las mujeres todavía llevamos las de perder, lo que nos impide vivir libremente nuestra sexualidad”.
Amores de una noche
Podría relacionarse el sexo ocasional con el hecho de hablar o interactuar con desconocidos; algo que en nuestra vida cotidiana y planificada al máximo no encuentra mucho espacio, pero que tenemos ocasión de practicar durante los viajes, lo que contribuye a su encanto. Últimamente, los psicólogos hablan del beneficio de conectar con extraños. Durante un breve espacio de tiempo (en el avión, en el metro o en alguna cola) hablamos con alguien del que no sabemos nada y al que jamás volveremos a ver, pero esa breve conexión es sumamente interesante ya que contribuye al fortalecimiento de la propia identidad, a la construcción del yo y a la autoestima. Descubrir que alguien del otro lado del mundo, que apenas habla nuestro idioma, entienda una broma o comparta nuestro sentido del humor hace que sintamos que formamos parte del mundo. Nos inculca la idea de colectividad, tan necesaria ahora que la soledad es la enfermedad del siglo XXI.
Puesto que el sexo es también una forma de comunicarse; las relaciones esporádicas, con extraños, pueden tener muchos beneficios, siempre que se hagan desde la seguridad y el consentimiento. “El sexo ocasional puede ser muy liberador porque al no haber tantas expectativas, ni tanta presión por quedar bien (como suele ocurrir cuando alguien gusta mucho) es más lúdico y puede enseñarnos muchas cosas en materia sexual y erótica. Y porque nos remite a la espontaneidad, lo imprevisto, lo misterioso; cualidades muy del gusto de la libido”, señala Francisca Molero.
No pocas veces las relaciones pasajeras, de un día, no solo no están desprovistas de amor (“siempre hay sentimientos en una relación sexual, aunque sea con una profesional”, dice Molero), sino que pueden ser mucho más intensas que las estables. Sara (47 años, Madrid) recuerda con especial agrado un affaire que tuvo con un tailandés, cuando viajó de vacaciones a su país. “No había posibilidad de comunicación porque él no hablaba inglés y, mucho menos español y, por supuesto, yo no pronunciaba una palabra en su idioma. Pero fue muy interesante el hecho de acostarse con alguien descartando el lenguaje. Y, paradójicamente, la conexión fue de las mejores que he tenido en este tipo de encuentros. Son de esas cosas que te acompañan a lo largo de la vida, que recuerdas con una sonrisa. Esas fantasías hechas realidad que colorean la existencia”.
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