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¿Por qué en Barcelona todos hablan de las ‘Girls’ a la catalana?

Estas cuatro estudiantes de cine han dirigido la película ‘low cost’ sobre la amistad femenina que triunfa en los festivales independientes.

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Lluís Tudela

Comparten ropa, tardan demasiado en arreglarse, se maquillan haciendo karaoke sobre el Diamonds de Rihanna, ven películas bajadas en el ordenador apelotonadas en el sofá y hacen eso que se hace en todos los grupos: criticar (un poco) a la que está ausente. La película independiente Les amigues de l’Àgata (Las amigas de Ágata) es el resultado de un curioso experimento: cuatro amigas rodando un filme sobre otras cuatro amigas.

Las primeras, estudiantes de último año en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se lo plantearon como su trabajo de fin de carrera y reclutaron a las segundas, estudiantes de teatro y actrices primerizas. Su idea era rodar una película de consumo interno para la facultad pero uno de sus tutores de guión, el director de cine Elías Siminiani, acabó mostrándosela al periodista Jordi Costa, que la incluyó en la programación del festival Abycine de Albacete cuando ni siquiera estaba terminada. Allí, Àgata, rodada en catalán con subtítulos en castellano, se hizo con el premio a la mejor película y hace unos días se llevó también el galardón del público en el festival de cine de autor de Barcelona, el D’A. Los directores del certamen se vieron obligados también a proyectar un pase extra de la película por aclamación popular. “Mostrarla allí nos hacía especial ilusión porque siempre hemos ido al festival juntas a ver películas”, cuentan Alba Cros y Laia Alabart, coautoras de la película junto a Laura Rius y Marta Verheyen. Ahora se plantean seguir rodándola en el circuito de festivales y estrenarla en algunas salas si consiguen distribución.
 

Fotograma de la película con las cuatro protagonistas.

‘Les amigues de l’Àgata’

El planteamiento de las cuatro era hacer un retrato realista de la amistad femenina en un momento muy concreto, ese que se da a los veintipoquísimos, en que el grupo de la infancia empieza a disolverse y se genera una tensión entre lo viejo, que parece ya agotado, y lo nuevo, que fascina. Ágata, que da título a la película, está en esa tesitura. Ha hecho nuevos contactos al llegar a la Universidad y empiezan a no estimularle demasiado sus tres mejores amigas de toda la vida. En la película se habla mucho de chicos y salen chicos –hay una memorable escena de ligue nocturno que refleja bien lo dolorosamente embarazosos que suelen ser esos momentos en la vida real– pero ellos son completamente accesorios.

Antes de escribir el guión, las cuatro directoras se fabricaron un miniciclo de películas y series en torno a la amistad femenina. Se pusieron Foxes, la película con una Jodie Foster adolescente que de hecho ven dos de las protagonistas en su portátil, el clásico videoclubero de los noventa Amigas para siempre, con Melanie Griffith, Rosie O’Donnell, Rita Wilson y Demi Moore, Spring Breakers, la francesa L’Âge atomique, la road movie chilena De jueves a domingo y, cómo no, Girls, con la que inevitablemente han comparado su película. “Hay algunos paralelismos”, admiten, aunque creen que en la serie de Lena Dunham “los personajes están más llevados al estereotipo”. Se podría decir que, en Àgata, Jessa es Ari, la más lanzada y sexualmente desinhibida de las cuatro chicas, y el papel de la tradicional Marnie recaería en Carla, la única de las cuatro que tiene novio y que choca continuamente con Ari. El final de la película, en el que las cuatro amigas van a pasar un fin de semana a la casa que los padres de Àgata tienen en Colera, en la Costa Brava, y estallan las tensiones que se han ido acumulando, recuerda de lejos a Beach House, el capítulo de Girls en el que el cuarteto intenta un fin de semana de concordia en la playa con explosivas consecuencias.
 

‘Les amigues de l’Àgata’

Las directoras reservaron la realización de esa escena también para el final del rodaje y dieron libertad a las actrices para que improvisaran y sacaran de dentro los rencores que podrían haber ido acumulando sus personajes. Al final, lo que ve el espectador es un reflejo muy realista de una pelea entre amigas, de esas que empiezan por una nimiedad –a una de ellas no le apetece salir al bar del pueblo– y acaban en melodrama. “La hicimos en una sola toma y de madrugada. No teníamos ni idea de qué iba a salir. Cuando acabaron, nos reunimos todas y nos pusimos a llorar”, confiesan Laia y Alba, dejando claro que también hubo más de un paralelismo entre lo que pasaba delante y detrás de las cámaras. Aun así, no existe una identificación entre las realizadoras y los personajes. “Como mucho, todas seríamos Ágata”, una chica reflexiva y de pocas palabras a la que interpreta con enorme naturalidad la novata Elena Martín. En cuanto se presentó al casting, supieron que ella sería la protagonista.

En las audiciones, que se alargaron durante dos meses, las directoras preguntaron a las actrices por sus propias experiencias, buscando que hubiese afinidad con el personaje. La idea era que las cuatro se hiciesen amigas y desarrollasen sus dinámicas de grupo, algo que finalmente sucedió.

‘Les amigues de l’Àgata’

El filme se rodó con un presupuesto de 2.900 euros, que recolectaron haciendo crowdfunding a través de Verkami, y aprovechando escenarios reales. “Si unos amigos hacían una fiesta, nos plantábamos allí con la cámara para rodar las escenas nocturnas”, cuentan. El resultado es de una enorme credibilidad. Aquí no se bebe, presumiblemente vodka barato, en vasos rojos como los de las comedias estadounidenses sino en esos tubos de plástico que predominan en las fiestas y en los pisos de estudiantes. El vestuario, del que se encargó una compañera de la facultad, también está cuidadosamente pensado para que no parezca pensado en absoluto. Àgata, Ari, Carla y Mar no son indies ni pijas ni crusties ni todo lo contrario. “Están en ese momento en que vienes de la adolescencia y todavía no te has acabado de definir pero te estás buscando”, apunta Laia.

Aunque no militan necesariamente en las trincheras del cine low cost, las cuatro directoras noveles, a las que les encantaría seguir trabajando juntas, sí se consideran parte de una generación que está trabajando al margen de la industria, junto a directores como Jonás Trueba, Hermés Paralluelo y Ángel Santos, con los que coincidieron en el D’A. La película también tiene cosas en común con las dos que ha rodado Mar Coll, en las que también se mezcla en la misma conversación el catalán y el castellano, como sucede todos los días en las calles de Barcelona (y de Vic) pero no, por ejemplo, en las ficciones de TV3.

Por cierto, sacaron Matrícula.

Cartel de la película.

‘Les Amigues de l’Àgata’

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