Nomi Malone es una diosa
La protagonista de ‘Showgirls’ es un referente posfeminista para el que la amistad entre mujeres es irrenunciable.
En 1995, Nomi Malone tenía 22 años, o al menos esa es la edad que confesaba tener en un momento de Showgirls, la película de Paul Verhoeven que contaba su fugaz aventura como bailarina en Las Vegas. Interpretada por Elizabeth Berkley, aspirante a estrella que no levantó cabeza después del batacazo de la película, en las últimas semanas el nombre de Nomi (de ascendencia italiana, según explica el personaje en la primera secuencia) ha estado en todas partes gracias a los 25 años de su desastroso estreno y al documental You don´t Nomi (Filmin), una disección del linchamiento mediático que propició un filme, que ahora se quiere revivir como obra de culto incomprendida o, en su defecto, para engrosar el cajón de esas películas malas que tanto amamos.
Showgirls es una especie de Eva al desnudo de barra americana con Elizabeth Berkley y Gina Gershon (la diva Cristal) en plan gatas de Swarovski midiendo su poderío. Berkley, una rubia atlética y grande con uno de sus ojos verdes manchado por una gota marrón rojiza, interpretaba a un personaje lumpen capaz de sacar una navaja sin despeinarse ante la más mínima insinuación de un desconocido. Pintada siempre como una puerta y con especial talento para las uñas de fantasía, Nomi es el epítome de la chica americana que sueña con reinar en Las Vegas mientras se alimenta de hamburguesas. En uno de los momentos más extraños y a la vez fascinantes de este filme, Nomi y Cristal comen juntas en el mismo centro comercial donde la aspirante se ha comprado un vestido de Versace sin saber pronunciar bien Versace y con el dinero extra que se ha ganado en su club de alterne. Sentadas en uno de esos malls faraónicos de la Costa Oeste las dos mujeres se confiesan que han probado la comida para perros y que les gusta. Brindan con champán, hablan de cirugía y de pechos bonitos. Para Cristal todas, ella incluida, son prostitutas. Para Nomi prostituirse no la convierte en puta. Es esa palabra, por cierto, la que desencadena todo lo que ocurrirá después. Mujer de plástico o no, es el inconformismo del personaje lo que hace de Showgirls un referente posfeminista en el que la amistad y atracción entre mujeres acaba siendo lo más importante de todo, muy por encima del dinero, el éxito o el sexo. Y por eso, aunque le costara la carrera a la pobre Elizabeth Berkley, Nomi Malone es una diosa .
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