María Solá: “Las personas que necesitamos el aplauso solemos tener muchas carencias”
La artista tira de ironía en las canciones de Jordana B., el ‘alter ego’ con el que lanza un EP lleno de pop pegadizo.
Cuando estaba en la universidad, María Solá (Buenos Aires, 25 años) se creó el personaje de Jordana B., con ecos de cine indie. “Hice el TFG [Trabajo de Fin de Grado] sobre la investigación y creación de un alter ego, y así nació Jordana B., en honor a la película Submarine. Ella podía hacer todas las cosas que yo no me atrevía, como cantar, tenía un complejo increíble con mi voz”, explica. Las tablas de sus padres, los actores Blanca Oteyza y Miguel Ángel Solá, hicieron que desde niña se sintiera “como pez en el agua en el escenario”. Se mudaron de Argentina a España cuando María tenía cinco años porque su padre recibió amenazas que se extendían a ella. “Siempre ha sido muy activista, se ha ganado enemigos muy poderosos, hasta ahí puedo contar. A mí no me dejaron volver a Argentina hasta que cumplí los 18, mi vida quedó marcada por esto”, indica la cantante, que ahora publica su primer EP, Tenemos que hablar, con Subterfuge. Un trabajo pop lleno de ironía, “canciones para hacer pogos” y autorreivindicación.
Publicó un poemario con 19 años, ¿escribir era su refugio?
No lo pasé muy bien en el colegio y encontraba un refugio en los mundos ficticios de los libros, por eso empecé a escribir. Cuando llegué desde Argentina a España no encajaba, no pertenecía. Al ser mis padres artistas siempre tuve una sensibilidad que también me jugó malas pasadas, porque los demás no percibían las cosas de la misma forma que yo.
¿Cómo pasó a poner música a esos poemas?
Me di cuenta de que yo había escuchado tanta música que mis poemas tenían estribillo. Había escuchado mucho rap, me obsesioné con las rimas.
¿Vuelca historias personales al componer?
Sí, me gusta plasmar vivencias personales, pero siempre intento hacerlo con una capa de ironía, de sarcasmo, riéndome de mí misma, satirizando las cosas para que no me duelan tanto. Es un escudo ante el dolor. Hablo de la antiheroína, la perdedora, que hace cosas mal y se equivoca.
¿Con un alter ego se actúa mejor?
Con el nombre de Jordana B. no soy yo, ella se puede permitir hacer lo que quiera. Muchos artistas se crean un alter ego para eso. C. Tangana es la constante creación de alter egos, eso te protege de no volverte un poco loquito.
En uno de sus vídeos pone la foto de C. Tangana en una diana, ¿por qué?
Porque en ese momento no me caía muy bien, fue cuando estaba haciendo la transición hacia El madrileño, me parecía el típico machito, pero luego me alucinó ver cómo llevó a oídos de todo el mundo géneros y costumbres que entre la gente joven no son comunes.
Él también habla en sus canciones de perdedores, de lo efímero de la fama.
Sí, es un tema de sentirse aceptado que creo que tiene mucho que ver con las redes sociales. Las personas que necesitamos subir a un escenario o que nos aplaudan solemos tener muchas carencias. Con las redes, puedes pasar de alguien que admiraba a sus mayores ídolos a ser el ídolo de una forma inmediata. Si te ensalzan de la noche a la mañana crees que has nacido estrella, y eso es mentira. La gente te sube, te baja o te cancela.
Su tema Mala feminista nació de ser juzgada en las redes. ¿Da miedo tanta exposición?
Me río ahora, pero fue un palazo, me frustró que alguien intentase adoctrinarme en lo que tenía que ser el feminismo, que pensara que su feminismo era más válido por no depilarse que el mío por haber leído 40 ensayos en dos años. La canción, que titulé en homenaje a Roxanne Gay, critica la hipocresía.
¿Se juzga mucho a las mujeres en la música?
Es un mundo reglado por hombres, pero está mejor en los últimos años, aunque siempre está el que te dice ‘Yo llevo 40 años aquí, a ver bonita, te voy a decir cómo son las cosas’. Esa presión está en todas partes.
¿Eso la llevó a crear un grupo con otras chicas?
Al principio éramos cuatro, y ahora somos dos y un chico. Quería currar con chicas porque siempre había estado admirando a chicos, aplaudiendo a chicos, saliendo con el que tocaba la guitarrita… Y me apetecía empoderarme. Hoy en día hay más referentes, pero hace cinco años íbamos a ver a las Hinds y las tenías a ellas y ya está, y además las criticaban muchísimo, la envidia era brutal. Yo tenía ese miedo, creía que no podía actuar, que era un espacio reservado para ellos. Todo cambió cuando leí unos libros que me volaron la cabeza en este aspecto: Cómo se hace una chica, de Caitlin Moran; Éramos unos niños, de Patti Smith, y Las chicas, de Emma Cline.
Su proyecto nació en 2019 y luego justo llegó la pandemia, ¿se planteó olvidar a Jordana B.?
Sí, un montón de veces, la duda de dejarlo o no está siempre en la cabeza de la gente que hace música. Es un trabajo sacrificado que requiere de buena salud mental, porque tú eres el producto. Tu personaje es lo que vende. En los últimos cuatro años he trabajado en tiendas vintage, una panadería, dando clases particulares, cuidando niños y ahora soy copy creativa en una agencia de publicidad… Tengo muchas ganas de ver a la gente bailando mis canciones, cantándolas.
Algunas hablan de la noche madrileña, ¿sigue siendo tan inspiradora como antes de la covid?
Tienes la sensación de haber perdido una etapa de tu vida, noto que la gente lo está cogiendo con demasiada emoción, en plan la vida es corta, aprovéchala.
* Estilismo: Paula delgado. Maquillaje y peluquería: Miky Vallés para Mac Cosmetics, Bobbi Brown y KVD Beauty of InHouse.
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